34. Será mejor que me marche.

5.1K 224 25
                                    

“La muerte está tan segura de alcanzarnos que nos deja una vida de ventaja”

No sé cuánto tiempo pasó desde que Diego abusara de mí como lo haría un criminal.

Estaba despierta pero no quería abrir los ojos, más bien no podía. Me pesaban, sentía lágrimas ya secas en las mejillas, me dolía cada centímetro de mi cuerpo.

Silencio, sólo escuchaba mi cansada respiración. Abrí los ojos, todo permanecía oscuro y pude observar que seguía desnuda, sobre aquella cama. Giré la cabeza con miedo, pero Diego no estaba allí.

Estaba sola en la habitación, miré el reloj de la mesita y marcaban las diez de la mañana.

Volví a cerrar los ojos. Volví a llorar. Volví a sentirme una mierda. Me aferré a las sábanas y cubrí mi cuerpo. El timbre estaba sonando sin parar, caminé envuelta en la sabana hasta la puerta y la abrí asustada.

Observé como el rostro de Max había cambiado en milésimas de segundos de desesperación a angustia, preocupación.

-. ¿Puedo pasar? –pregunta tragando saliva.

No contesté, lo dejé entrar y cerré la puerta. El salón estaba de nuevo en perfecto orden, pero los cuadros rotos habían desaparecido dejando las paredes desnudas.

Max no paraba de mirarme, parecía que estaba viendo al mismísimo satanás en persona.

-. ¿Te pasa algo? Tienes mala cara –dice intentando de no ofenderme.

Me percaté de que probablemente tendría la cara hecha un cuadro y los pelos totalmente despeinados, caminé como pude hasta el baño, cada paso que daba me hacía estremecer de dolor, recordando cada embestida.

Me paré frente al espejo, tenía los ojos hinchados, los pelos alborotados y un corte en el labio inferior. Sentí a Max caminar hasta mi dirección, entró en el baño y se situó detrás de mí, mirándome a través del gran espejo. Bajé la mirada a mi clavícula desnuda, tenía pequeños hematomas causados por los mordiscos y dos arañazos en el hombro izquierdo.

-. ¿Qué es todo eso? –me hace girarme quedando frente a él.

El nudo en la garganta me dificultaba la respiración.

-. Nada. –susurré.

-. ¡Qué mierda es todo esto! –gritó pasándome las manos por los brazos y la clavícula.

-. Nada importante. –grité asustada.

-. ¿Nada importante? ¿Pero tú te has visto Helen? –me mira con preocupación.

-. A Diego le gusta el sexo duro. –tragué saliva después de la aberración que dije.

Sentí como Max golpeaba el marco de la puerta para luego mirarme.

-. Entonces será mejor que me marche. –se gira y comienza a caminar por el pasillo.

Camino detrás de él, y solo deseo pedirle que se quede, que me proteja y me salve de este infierno. Pero no, el miedo me lo impide.

-. Te traje esto.  –coge una bolsa que había dejado en el suelo momentos después de entrar y me la entrega.

Cojo la bolsa, siento sus ojos sobre mí.

-. ¿Qué es? –dije abriendo la bolsa.

-. Lo compré pensando que nos ayudaría en lo nuestro, pero veo que estás mejor con mi hermano.

Acto seguido abrió la puerta y se marchó, no pude evitar su marcha, pues me había quedado petrificada al oír eso.

Sentí como me ardía el labio inferior cuando una lágrima me rozó. Caminé de nuevo al dormitorio y una vez sentada en la cama, decidí abrir la bolsa.

No Pretendo EnamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora