12.Ruégame que te bese.

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Narra Helen:

Huí lo más rápido que pude a mi habitación dónde Diego estaba dormido y no, para los curiosos no tuvimos sexo aquella noche, me negué con una mala escusa.- me dolía la cabeza.

Me tumbé con mucho cuidado para no despertarlo y comencé a reflexionar lo ocurrido hace unos minutos.

¿Qué quería realmente Max de mí? No era capaz de comprenderlo, él tenía novia – bastante guapa y exuberante por cierto- y yo estaba con Diego, ¡su hermano! Esto no podría ser real, y si lo fuese está claro que no estaba bien lo que estaba ocurriendo.

No paraba de dar vueltas una y otra vez, hasta que por fin concilié el sueño.

Horas más tardes, me desperté y tan sólo eran las nueve de la mañana pero tenía muchísima sed. Me giré y me desperecé en mi cama y rápidamente me percaté de que Diego dormía plácidamente a mi lado. Entonces me acordé, Max debería estar en el salón.

Rezándole a Dios me puse en marcha a la cocina, sin hacer ruido y con mucho cuidado de no despertar a nadie. Llegué sana y salva – uf – suspiré, parece que huía de una manada de leones, no quería que Max se despertase.

Tomé un vaso de agua, otro y otro más.

-. Pensaba que bajarías a verme, pero ya veo que estabas sedienta.

¡Mierda!.- pensé mientras escupía el resto de agua que quedaba en mi boca, empapando parte de la mesa y mi camiseta blanca de tirantas, me giré y sí, era Max, tan sólo llevaba sus jeans apretados y se dejaba caer de la puerta de la cocina.

-. ¿Te atragantaste por mi culpa, bebé?- se acercó a mi.

-. Nunca me habían dado los buenos días de esta manera, ¿Entiendes?- dije pegándome al borde de la mesa.

-. Mmm, nunca me había encontrado una niña tan linda mojadita en una cocina ajena.- sonrío, pude ver el brillo malvado en sus ojos mientras miraba las gotas que aún seguían en mi cuello y llegaban al cuello de la camiseta.

-. Nunca me habían hecho mojarme de esta manera.- me crucé de brazos.

-. Oh, pensé que mi hermano te mojaría aunque fuera un poquito.- me agarró el brazo riendo a carcajadas por el doble sentido de la frase que yo tan inocente no me había dado cuenta, me solté de forma brusca.

-. Eres un estúpido Maximiliano, que te quede claro.

Se acercó a mí hasta que ya no hubo espacio entre nosotros, me agarró las manos y las apoyó en la mesa que quedaba tras nosotros, dejándome totalmente inmóvil. Nos mirábamos a los ojos durante eternos segundos y luego él bajó su mirada a mis labios.

-. Ruégame que te bese.- dijo él.

-.No.- acercó sus labios a los míos, casi podía rozarlos.

-. Venga, lo estás deseando nena.- volvió a mirarme a los ojos.

-. En el caso de que lo deseara -hice una pequeña pausa- ni muerta te rogaría.

-. ¿Interrumpo algo?.- era la voz de Luís.

Max y yo dirigimos nuestros ojos a Luís que entraba por la puerta y se quedó frente a nosotros, Max no me soltó.

-. ¡Claro que no!- dije nerviosa, intentando zafarme de las manos de Max que me tenía atrapada contra mi voluntad hasta que Max por fin reaccionó y me soltó.

-. Este, yo, me voy a.. a la habitación.- no sabía que decir, mi corazón estaba a mil por culpa del imbécil de Max ¿qué iba a pensar ahora Luís de mi? ¿se lo contará a Diego? Caminé corriendo por las escaleras a mi habitación y me volví a tumbar junto a mi novio.

Narra Max:

-. Dime por favor que no has tocado a Helen.- me dijo mi hermano

-. No la he tocado.- respondí con la cabeza agachada.

-. ¡Estás loco! ¿y si en vez de haber bajado yo hubiese bajado Diego?- gritó.

-. Ey ey, baja la voz ¿vale?

Los dos nos sentamos en las sillas que rodeaban la mesa, él frente a mi.

-. Si estás tratando algo con ella será mejor que la olvides, olvídala Max, ella no es para ti.

-. ¿Por qué no puede ser para mí y sí para Diego?- debí callarme

-. ¡Por que no! Tu tratas a las mujeres como si fueran una botella de vodka, las abres, las usas y cuando las acabas las tiras.

-. ¡Eso no es así!- le reproché

-. ¡Claro que sí es así! ¿Acaso me vas a decir que le has sido fiel a Kate? A mí no me engañas Max, te conozco lo suficiente y sé cómo eres.

-. Quédate tranquilo, entre ella y yo no ha pasado nada ni pasará nunca.- tensé mis puños

-. Mira Max, siempre he querido lo mejor para ti como tu hermano mayor que soy y sabes que te voy a apoyar en todo ¿entendido?

Asentí con la cabeza.

-. Pero Helen es caso aparte, bro.- me dijo palmeándome la espalda.

-. Lo sé, me ha quedado claro.- me levanté de la silla y él se dirigió a mí.

-. Si necesitas hablar conmigo hazlo, hace tiempo que no nos sentamos a hablar, no dudaré en escucharte y aconsejarte.

-. Gracias.

Chocamos nuestros puños como cuando eramos pequeños y nos fuimos al salón.

No Pretendo EnamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora