21.Tienes que afrontar los problemas.

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Sentí su piel aun ardiente sobre mi espalda, poco después Max se quedó dormido.

Y ahí me encontraba yo, en su cama, abrazada a él y sintiéndome la persona más miserable del mundo, buscando en este error el motivo para seguir. Sólo hay una cosa que me ha quedado claro esta noche y es que realmente si me importa Diego, pero también Max.

Me gustan, les quiero, a cada cual de una forma diferente y eso es lo que más me duele.

Limpié mis lágrimas y me levanté como pude intentando no despertar a Max, me vestí y tomé mi móvil. Bien, nueve llamadas pérdidas. Cinco eran de Diego y las cuatro restantes de Pat.

Si algo tenía claro en ese momento era que no quería hablar con Diego así que decidí llamar a Pat.

-. ¿Dónde estás Len? –exclamó nervioso mi amigo al otro lado de la línea.

-. No puedo decírtelo Pat, dime que estas en casa y que puedo ir para allá. –susurré tapándome los labios para que Max no despertara.

-. Será mejor que vengas pero ya Len, Diego me ha llamado tres veces histérico perdido preguntándome dónde estabas y le dije que estabas aquí, me he inventando miles de escusas, que si estás en el baño, que si estás ayudando a mi mamá, pero claro, ¡son las cuatro de la madrugada! ¿Quién se iba a creer eso? –podía notar el nerviosismo de mi amigo.

-. Pido un taxi y voy para allá. –colgué y salí de aquel lugar, marqué a un taxi y en quince minutos estaba en la cama de Pat, llorando y él mientras me abrazaba.

-. ¿Cómo es posible que en tres semanas te vas a casar? Y lo peor de todo, ¿Cómo has podido haberte acostado con Max? Esto está muy heavy Len, tienes que hacer algo.

-. No sé Pat, no sé qué hacer con mi vida, solo quiero huir de toda esta mierda. –lloraba desconsolada, tenía miedo de que Diego se enterase de todo.

-. Tienes que afrontar los problemas. –tomó mi cara entre sus manos.

-. No, no puedo.

-. Sí, sí que puedes, vamos Len ¡tú eres fuerte! Y si no puedes sola aquí estoy yo, para luchar junto a ti, contra todo y todos.

Me abrazó de nuevo y después de hablar un rato más nos quedamos dormidos.

El sonido de mi teléfono nos despertó.

-. ¿¡Dónde mierdas estabas metida anoche!? –gritó Diego al otro lado de la línea.

-. Salí de la oficina más tarde de lo previsto y Pat vino a recogerme, me quedé dormida hablando con él en su casa.

-. Tú y yo tenemos una charla pendiente, en un rato pasaré a buscarte en la oficina.

Diego me colgó y ¡MIERDA! Se supone que debería ir a trabajar, aunque quizás éste sería mi último día como secretaría de Max.

Me despedí de Pat y corrí hasta mi casa, me di una ducha rápida y limpié todos los restos de máscara de pestañas que recorrían mis mejillas. Me veía realmente mal, mis ojos estaban hinchados y mis ojeras muy marcadas. Me maquillé para disimularlo y me vestí rápidamente con una falda ajustada en tono beige por encima de la rodilla y una blusa en color negro a conjunto con unos tacones no muy altos.

Tomé de nuevo un taxi y llegue a la oficina, no había desayunado pero lo que menos me apetecía ahora era comer. Me daba miedo Diego y por supuesto me aterraba la idea de ver de nuevo a Max.

Entré en la oficina y Anne no estaba y lo agradecí, no quería hablar con nadie.

Seguí mi camino y entre en la oficina de Max, tampoco estaba ¡gracias a dios!

Intenté terminar el trabajo que dejé a medias ayer y la puerta se abrió de nuevo, pueden imaginárselo, ahí estaba él, con su mirada fija en mí y con un aspecto despreocupado, pero su rostro parecía tenso.

-. Pensé que no vendrías. –dijo Max acercándose a mi escritorio.

-. Será mi último día. –alcé la mirada para admirarlo.

-. Quédate por favor, necesito hablar contigo sobre lo que ocurrió ayer. –agarró mi mano y me levanté.

-. No hay nada que hablar, conseguiste lo que querías y fin de la historia. –mi mirada se perdió sobre su hombro.

-. Quiero saber lo que sientes Helen, quiero saber que sentiste anoche.

-. Siento asco, asco de mi misma por haberle hecho esto a Diego. –de nuevo esa terrible sensación de nudo en la garganta que corta mi respiración.

-. No digas eso. –tocó mi barbilla y agradecí que nos separase mi mesa. -. Me habría gustado haber despertado junto a ti. –susurró mirándome a los ojos aún con su mano en mi barbilla.

-. Basta ya por favor Max, esto se acaba aquí y ahora. –quité su mano de mi barbilla de forma brusca.

-. ¿Sabes lo que me da más lastima? Que te estás haciendo daño a ti misma por no querer afrontar tus sentimientos, te vas a arrepentir Helen.

La puerta se abrió de golpe y apareció Diego, me tomó del brazo y me sacó de allí, me condujo hasta su oficina y cerró la puerta detrás de nosotros.

-. Ahora me vas a explicar que hicieron Max y tú en la noche.

No Pretendo EnamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora