39. El problema eres tú.

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“La vida no se mide por el número de veces que respiras, sino por el número de momentos que te dejan sin respiración”

La luz del salón era tenue, tan sólo una lamparita encendida y cuatro velas iluminando la mesa. Sentí los brazos de Max rodearme la cintura, pangándome de nuevo a su torso.

-. Espero que te guste el pollo asado, como ya sabes la cocina no es mi fuerte. –sonríe de lado.

Cenamos en silencio, tan sólo se escuchaban los cubiertos contra los platos, comencé a sentirme un poco incómoda.

-. Len. –pronuncia tras beberse el ultimo sorbo del vaso.

-. ¿Qué? –imito su gesto y acabo mi bebida.

-. Tenemos que hablar. –su sonrisa había desaparecido.

Son las palabras más temidas que pueden pronunciarse en cualquier relación, se está fraguando un aterrizaje suave, pero el resultado final es definitivo.

-. ¿Qué pasa? –pregunto nerviosa.

Max se levanta de la silla y toma mi mano para llevarme hasta el sofá, el sofá donde había empezado todo, que me traía recuerdos tan dulces como amargos.

-. No sé ni cómo empezar. –suspira.

-. Me estás poniendo nerviosa, ¿qué pasa Max? –digo intrigada y con miedo.

-. Mira Helen, yo yo –comienza a tartamudear. -. Yo quería decirte que me estás volviendo loco, no puedo dejar de pensar en ti. Nunca me había pasado con ninguna otra mujer, de hecho he dejado definitivamente a Kate porque no soporto más estar pensando en ti mientras estoy con ella.

Las mariposas comenzaron a revolotear en mi estómago.

-. ¿Dónde está el problema? –pregunto agarrando su mano.

-. El problema eres tú Helen. –suspira.

-. ¿Yo? No entiendo. –pregunto atónita.

-. Mañana te casas, ese es el problema. Que no eres mía, ni lo serás. –suelta mi mano y agacha la cabeza.

-. Max yo –suspiré- yo no me voy a casar.

Max dirige su mirada rápidamente hacia mi dirección.

-. ¿Cómo? –pregunta sorprendido.

-. Que no me voy a casar con Diego.

-. ¿Por qué? –pregunta con preocupación en el rostro.

-. Porque estoy enamorada de ti. –trago saliva nerviosa.

Silencio, sólo podía escuchar el latido de mi corazón a mil por horas.

-. Helen, yo no pretendo enamorarte. Yo no soy como crees, nunca he conocido el amor, yo tan solo las trato bien y nada más. Esto no quiere decir que no me gustes, solo quiero dejártelo claro, no quiero que le pongas nombre a lo que hacemos por placer.

Intenté analizar palabra por palabra, pero de nuevo mis ilusiones se rompieron en mil pedazos. Me acababa de declarar, acababa de decirle que estaba enamorada, que no me casaría y su respuesta me quebró por completo.

-. Perdón por hacerte daño. –comienza a secar mis lágrimas.

-. Estoy acostumbrada, no te preocupes.

Me levanté tragándome el orgullo lleno de dolor, cogí mis cosas y caminé hasta la puerta.

-. ¡Helen espera! –grita Max impidiéndome salir.

-. ¿Qué quieres? –grité.

-. No sabes cuánto me duele que no podamos estar juntos. –pega su frente contra la mía.

No Pretendo EnamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora