No esperé obtener respuesta hasta que pasados unos minutos la pantalla volvió a alumbrarse.
Con dos semanas me es suficiente
Para demostrarte que no quieres casarte
Y que me deseas tanto
Como yo a ti mi pequeña.
Max.
Decidí no contestar, no quería que Max me hiciera cambiar de opinión dos semanas antes de mi boda. Bloquee el móvil y me dormí.
A la mañana siguiente me desperté y Diego ya no estaba en la cama, miré mi móvil y tenía dos nuevos mensajes.
Espero con ansias tu llamada Len!
Te quiere, Pat.
Decidí llamarlo.
-. ¡¡Buenos días dormilona!! ¿Te acabas de despertar verdad? –escuché la voz alegre de Pat.
-. Si, ¿qué hora es? –dije bostezando.
-. Las doce de la mañana bella durmiente, ¿nos vemos hoy verdad?
-. ¡Oh dios! Que tarde, sisi claro, nos vemos en dos horas y almorzamos juntos.
-. ¿Vamos de compras? ¡¡Hace tiempo que no lo hacemos Len!!
-. Buena idea, necesito un vestido para mañana, ¡te veo luego! –colgué tras despedirnos.
Revisé el otro mensaje y era de Max.
¿Qué tal ha dormido la mujer más bella del universo?
Me hubiese encantado haberte llevado el desayuno a la cama
Pero me acordé que la compartes con Diego, aunque no por mucho tiempo.
Extraño tus labios, Max.
Sólo de recordar el suave torso de Max me hacía estremecer, cerré los ojos e intenté despejar mi mente hasta que mi teléfono sonó:
-. Ya era hora que despertaras. –era la voz de Diego.
-. Buenos días, debiste haberme despertado. –sonó mi voz sin emoción.
-. Quería dejarte descansar, ¿Qué vas a hacer durante lo que queda de día?
-. He quedado con Pat para almorzar, me voy a mirar algún vestido para la fiesta de mañana.
-. Está bien, yo tengo que ayudar a Anne esta tarde, iremos a comprar cosas para la fiesta.
-. ¿A qué hora es la fiesta?
-. Mañana iremos a cenar los seis juntos y cuando volvamos la casa estará llena de gente, invita a Pat y que él se encargue de abrir a los demás, déjale la llave que está en mi mesita, y nosotros supongo que llegaremos sobre las doce de la noche.
Un momento, ¿los seis?
-. ¿Qué seis?
-. Luís, Anne, Kate, Max tú y yo.
Max tú y yo. ¿¡¡KATE!!?
-. Ahh, bueno te dejo que tengo que volver a casa y cambiarme, chao.
-. No compres un vestido muy sexy ¿eh? No quiero que ningún hombre pueda admirar tu belleza.
Un poco tarde querido.
-. Me compraré un burka, adiós. –colgué.
La casa de los Brummer estaba sola, no había gente del servicio si quiera. Antes de marcharme no pude evitar entrar en la habitación de Max, acaricié cada una de sus fotos colgadas en la pared, vaporicé su delicioso perfume y me envolví en él, me sentía un poco psicópata allí.
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No Pretendo Enamorarte
Romance"Yo no pretendo enamorarte, no quiero que le pongas nombre a lo que hacemos por placer." Helen Celotti, hija única de padres millonarios con poco tiempo libre para su única hija. Tan sólo dieciocho años recién cumplidos, con un cuerpo envidiable par...