“¿Miedo a la muerte? Uno debe temerle a la vida, no a la muerte.”
No pueden creer como me siento en estos momentos. No solo por el dolor físico del cuerpo, sino por el dolor psicológico y moral. Me siento una hormiga entre gigantes, siento que no merece la pena vivir, que la vida es un castigo y la muerte es la recompensa, las ilusiones que sentía se habían roto en mil pedazos y ahora la única idea que tenía en mi cabeza era el suicidio.
Quería desaparecer del mapa, quería dejar de sufrir, de sentir dolor, de sentirme humillada y despreciada. No quería ver más en mi vida a Diego, si me suicidaba dejaría de sentir, no tendría que casarme con un criminal, ni tendría que complacer a nadie más.
Esa era la solución lo tenía decidido, mi tiempo se aproxima y no tengo miedo a morir.
No sé cuánto tiempo permanecí tirada en el suelo mientras lloraba, escuché la puerta del baño abrirse y los pasos de Diego caminar de nuevo en mi dirección.
-. Deberías levantarte de una vez del suelo.
No contesté, solo me levanté como pude, estremeciéndome del dolor. Pasé por su lado, rozando su hombro y caminé hasta la habitación para tumbarme en la cama.
-. ¿No piensas almorzar? –dice Diego dejado caer del marco de la puerta.
De nuevo no contesto.
-. Será mejor que me contestes. –camina hacia mí.
-. ¿Si no qué? ¿Vas a pegarme otra vez? –contesto incorporándome en la cama.
-. Si así lo deseas, así lo haré. –apoya sus manos en el colchón.
-. Hazlo, ¡venga! ¡pégame! Demuestra lo hombre que eres. –grito mientras las lágrimas salen de mis ojos y siento un gran nudo en la garganta que me dificulta la respiración.
-. Que zorra te pones cuando quieres cielo. –se inclina y acaricia mi mejilla húmeda.
-. ¿A qué esperas? Hazlo. –retiro su mano de mi mejilla.
-. No vas a conseguir provocarme Helen, no malgastes saliva, guárdala para esta noche. –dice mientras sonríe entre dientes.
Se marchó de la habitación y escuché como encendió la televisión y mientras yo me aferré a las sábanas, lloré por más de una hora, hasta que el sueño me venció.
****
Amaneció, era viernes día 25 de abril de 2014.
Los tres últimos días los pasé en la cama, apenas probé bocado. Diego seguía haciendo conmigo lo que quería, recibí una llamada de mi madre, quería saber si estaba nerviosa por el “gran día”. Sí, mañana me casaría. Respecto a Max, no supe nada más de él. Si os digo la verdad no he vuelto a coger el móvil y supongo que he de tener llamadas perdidas incluso de Pat.
Aproveché que Diego estaba trabajando en la oficina y rebusqué en mi bolso para encontrar el móvil, obviamente sin batería. Lo conecté al cargador y lo encendí.
Diez llamadas perdidas de Pat, seis de Max y dos mensajes.
Len dime algo, necesito saber sobre ti. Me tienes preocupado, si no me contestas antes del viernes juro que voy a buscarte a casa y cuento todo a la policía. –Pat.
No dudé y llamé enseguida a Pat.
-. ¡Por fin das señales de vida! ¡No vuelvas a hacer esto! –grita Pat.
-. Lo siento, no me he movido de la cama desde el lunes. –contesto.
-. ¿Estás bien? ¿Te ha hecho algo más? –pregunta preocupado.
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No Pretendo Enamorarte
Romance"Yo no pretendo enamorarte, no quiero que le pongas nombre a lo que hacemos por placer." Helen Celotti, hija única de padres millonarios con poco tiempo libre para su única hija. Tan sólo dieciocho años recién cumplidos, con un cuerpo envidiable par...