Desperté por culpa de un maldito despertador, no sabía dónde estaba. Segundos después un brazo me acaricia la espalda ya que la blusa se me había subido dejando ver mi ropa interior. No pude evitar soltar un leve gemido ya que me hizo estremecer y las imágenes de la noche anterior pasaron por mi cabeza en decimas de segundos. Diego interrumpió mis pensamientos:
-. Buenos días cielo, ¿qué tal has dormido? – me giré para verlo e incorporarme en la cama dejándome caer en el cabecero de madera.
-. Bien.- una vez más, mentí. Los gemidos de la zorra de Max me habían despertado sobre las cuatro de la mañana.
-. Me alegro mucho - me besó la frente – te recuerdo que hoy tienes que pasarte a firmar el contrato, si quieres yo te llevo a tu casa, te cambias y vamos a la oficina.
-. No me acordaba, no importa, hagan con mis fotos lo que quieran, no quiero dinero por ellas.- aunque sonaba arrogante, lo dije con una sonrisa y esta vez sincera.
-. Aunque no quisieras el porciento de las fotos el derecho de imagen tienes que firmarlo cielo, de todas formas no pienso aceptar un no por respuesta.
Se levantó de la cama y yo hice lo mismo.
-. Está bien, pero prefiero darme una ducha antes de ir, ¿me dejas antes en mi casa?
-. Como quieras, aunque aquí… podríamos bañarnos los dos – caminó hacia mí y me abrazó besándome la nariz.
-. Mm prefiero que no, no tengo ropa interior aquí.- No quería sonar tan fría así que le besé la mejilla.
Una hora después me encontraba en mi bañera con un relajante baño de espuma. No me apetecía nada volver a las oficinas de Broadway y mucho menos tener que ver a Max, el contrato me lo haría él.
Con toda la pereza y desgano del mundo me encontraba ya subiendo en el ascensor de la oficina, no me arregé mucho para la ocasión tan solo unos jeans y una blusa en tono rosa baby.
Salí del ascensor y caminé hasta la mesa de Anne.
-. Buenos días Anne .- la chica me sonrió, no parecía tan mala chica como había pensado.
-. Buenos días Helen, ¿buscas a Diego?
-. No, busco a Max.
La chica descolgó el teléfono y marcó un número, habló y colgó.
-. Max te espera en su oficina, está frente a la de Diego.
-. Está bien, gracias Anne.-
Atravesé la sala y me encontré de frente la puerta de la oficina de Max, os seré sincera, tenía miedo de entrar pero tras contar diez toqué la puerta y llamé sin esperar una respuesta. Y allí estaba él, con una sonrisa demasiado tentadora, sentado en su sillón de cuero, con una americana negra, unos jeans apretados y el cabello lucía alborotado.
-. Señorita Celotti.- Max se levantó y tendió su mano, sin borrar su sonrisa.
Me acerqué a la mesa, me hice un hueco entre los dos sillones, tendí mi mano y sentí un delicado apretón por parte de él.
-. Señor Brummer.- Intenté pronunciar sin parecer nerviosa.
-. ¿Pareces nerviosa o es mi impresión?
Mierda, ¿tanto se me notaba? Su mano seguía pegada a la mía y su tentadora sonrisa seguía pegada a sus carnosos labios.
-. Es tu impresión, estoy tranquila.
-. ¿Igual que lo estabas ayer mientras te besaba?
Solté su mano de una sacudida y las posé en la gran mesa de madera, agaché la cabeza para tomar aire y la volví a subir, le encaré, le miré fijamente a los ojos.
-. ¿Noche divertida la de ayer a las cuatro de la mañana, verdad?
No sé como pero simplemente se lo solté. Me miró divertido.
-. Podría haber estado mejor. – Él también posó sus manos en la mesa, sus dedos rozaban las puntas de los míos y su cara quedaba frente a la mía.
-. Pues a Kate parecía que le gustaba bastante.- Debería haberme callado, lo sé.
-. Me encanta que te pongas celosa, tu rostro es demasiado expresivo. – se acercó a mis labios y soltó una leve risa, de éstas que intimidan.
-. ¿Celosa? No sueñes Maximiliano, sólo te doy un consejo, bajen la voz, la gente quiere dormir.- Dije con indiferencia, separando las manos de la mesa y sentándome en el sillón que tenía tras de mí.
-. Cuando pases una noche en mi cama no querrás dormir, te lo aseguro Helen.
Y después de soltar eso se sienta en su asiento, como el que ha dicho un simple buenos días.
-. No pasaré ninguna noche contigo, ni en tu cama. ¿Podemos hablar del contrato? Es a lo único que he venido.
-. ¿No vas a ver a mi querido hermanito? - se cruzó de brazos.
-. No te importa lo que haga. ¿Dónde tengo que firmar?
Cada vez me irritaba más.
-. Relájate, te veo un poco tensa Celotti. – Max se levantó y se sentó en el sillón que estaba a mi lado.- aunque tengo que reconocer que me pones demasiado con esa actitud.
-. Y tú, tú también me pones, pero histérica. O firmo ahora o me voy.
-. Está bien, no insistiré más pero luego vendrás rogándome. Y créeme, hasta que no me ruegues no pienso tocarte, aunque tenga que controlarme.- Se levantó y camino de nuevo a su sillón de cuero, ahora su sonrisa había desaparecido y se mostraba con una actitud seria.
Me limité a callarme, no quería sentir la necesidad de rogarle. Imprimió varios papeles los cuales me pasó y ni si quiera los leí, simplemente los firme.
-. Ya está, te puedes marchar señorita Celotti.
Me levanté y me dirigí a la puerta pero antes de salir hablé:
-. Adiós Maximiliano Brummer.
Y sin mirarlo cerré la puerta y me marché de allí para dirigirme a la oficina de en frente, que era la de Diego. La puerta estaba abierta, Diego estaba sentado en un sillón similar al de Max, me acerqué a él y le bese los labios, el me sentó en sus rodillas.
No sé cómo, pero le quité la camiseta a Diego y comencé a besar su torso desnudo, él me recostó sobre la gran mesa sobre algunos papeles, comenzó a quitarme la blusa y los jeans mientras me llenaba el cuerpo desnudo de besos, cuando pude darme cuenta ya me había penetrado de una sacudida.
-. No sabes las ganas que tenía de estar así contigo, cielo.- me susurraba al oído mientras me embestía.
Y yo simplemente me limité a disfrutar, sin pensar el lugar ni que nos pudieran escuchar.
Solo puedo deciros que creo que gemí demasiado alto cuando alcancé el orgasmo…
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En el próximo capítulo narrará Max!
Dejen sus comentarios, así sabré si os gusta y si tenéis alguna crítica constructiva y también podéis darme idea.
¿Creéis que Max siente algo por Helen?
¡Millones de gracias por los votos!
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No Pretendo Enamorarte
Romance"Yo no pretendo enamorarte, no quiero que le pongas nombre a lo que hacemos por placer." Helen Celotti, hija única de padres millonarios con poco tiempo libre para su única hija. Tan sólo dieciocho años recién cumplidos, con un cuerpo envidiable par...