El idiota de Max se pensaba que yo iba a salir de la cama para verle já, pobre iluso.
Me desvelé y no conseguía coger el sueño ya que había dormido durante todo el día, encendí la televisión y comencé a hacer zapping. - nada interesante – pensé.
Creo que pasó una media hora y mi teléfono volvió a sonar, no había apuntado el número en la agenda pero supuse que era Max, rechacé la llamada.
Volvió a sonar y sonó un claxon en la calle, decidí descolgar el teléfono.
-. ¡Estás loco! Vas a despertar a mis padres.- le dije con rabia
-. Te advertí Len, baja ahora si no quieres que el maldito claxon vuelva a sonar.- me colgó.
Perfecto, parecía que hoy no era mi día. Me quité el pijama y me puse unos shorts ya que la noche estaba calurosa y una blusa negra sin mangas metida dentro del short, sacándola un poquito para que quedase holgada y me calcé mis vans negras. ¿Os habéis percatado de que me encanta el negro para la ropa?
Mi pelo lucía más ondulado de lo normal pero me veía bien, sin más demora cogí mi móvil y las llaves, cuando salí de mi habitación recé por no encontrarme a nadie despierto por la casa.
Gracias a dios tuve suerte y pude salir sin ser descubierta, casi eran las dos de la mañana.
Cuando salí las luces de un coche se iluminaron y supuse que sería Max, entré en el coche y cerré la puerta de un porrazo.
-. Que mal humor trae la bella durmiente.- rió.
-. ¿Qué quieres? No tengo mucho tiempo - dije sin mirarle a la cara.
-. ¿Tienes algo mejor que hacer que estar conmigo? – noté sus ojos clavados en mi.
-. Claro, millones de cosas. Hasta cazar hormigas es más interesante que estar contigo.
Max rió y puso en marcha el coche.
-. ¿Dónde vamos? – pregunté.
-. ¿Dónde quieres que te lleve? – preguntó y frenó de nuevo.
-. A la cama. – respondí
-. ¿En serio? Si que eres directa, ni un besito ni nada… ¡pero si insistes! – comenzó a tocarme la pierna desnuda.
¡Joder! No me había percatado de lo que había dicho.
-. No quiero ir a la cama contigo, quiero volver a mi cama y seguir durmiendo. – retiré su mano de mi rodilla y me agarró la muñeca.
-. Bueno seguro que acabarás cambiando de opinión, ahora tenemos que hablar.
-. Escúpelo. – dije impaciente, ¿Qué quería ahora?
-. ¿Diego sabe algo de lo que pasó entre nosotros?
-. Entre nosotros no pasó nada.
-. Sí que paso Len, en mi casa el día de la cena te besé y Luís nos vio de forma extraña en la cocina. – me acarició la mano.
-. El beso fue un error, un accidente y en la cocina no ocurrió nada. Además, no veo a Diego desde hace dos días, ni he hablado con él.
-. En casa ha estado muy raro, distante. Luís me juró que no le diría nada y realmente le creo, él siempre ha sido mi confidente.
-. Entonces no sabe nada. – logré soltar mi mano de la suya. - ¿ya me puedo ir?
-. No, aún no. Cuéntame algo sobre ti.
No pude evitar reírme, mi vida era un aburrimiento, aunque últimamente solo tenía problemas.
-. Vivo con un padre que solo le interesan los negocios, una madre que no me comprende nunca, una sirvienta que ejerce de madre, mi único y mejor amigo está con Tom y ya no hablamos apenas, tengo un novio que lo conozco de hace dos semanas y éste tiene un hermano que es como un grano en el culo.
-. Gracias por el alago Len, ¿no estudias?
-. De nada, no, no estudio pero me encantaría estudiar o al menos trabajar, quiero sentirme útil. –me crucé de brazos.
-. ¿Por qué no lo haces entonces?
-. Mi padre me convenció que no me serviría de nada ir a la universidad, según él tengo todo lo que necesito y respecto al trabajo, realmente no lo he buscado, pero mañana me pondré las pilas con ello.
-. Ajam. –exhaló aire y me volvió a mirar- ¿Sabes? Yo estaba buscando una secretaria para que me ayude con mi trabajo, es muy pesado ya que tengo que contactar con miles de revistas, contestar millones de mails y llamadas de teléfono, créeme que es agotador.
-. ¿Me estas ofreciendo trabajo? – lo miré inquieta.
-. Se podría decir que sí. –me sonrió.
-. No creo que a Diego le haga mucha gracia. – bajé la mirada.
-. No te preocupes por Diego yo me encargo de decírselo y si se opone le partiré la cara por imbécil.
-. Oye, el único imbécil que hay aquí eres tú. – me reí al ver su cara.
-. Oye, un respeto a tu jefe pequeña. – me cogió del mentón y se acercó a mí. –¿Aceptas el trabajo?
Por un momento dudé, pero quería probar a sentirme útil en la vida.
-. Creo que sí. –susurré, cada vez se acercaba más.
-. Perfecto, mañana a las nueve te veo en la oficina. –hizo una pausa- ah, y quiero una secretaria sexy, así que cuida tu vestuario pequeña Len. – me guiño un ojo, aún con su mano en mi mentón.
-. No me hagas romper el contrato antes de firmarlo, Brummer. – me separé de él para no rozar sus labios. ¡casi!
-. Te aseguro que cuando trabajes para mí no querrás probar suerte en otro trabajo, Celotti.
-. Es hora de irme, mañana madrugo. Buenas noches señor Brummer.
-. Buenas noches pequeña Len. – escuché mientras salía del coche y me dirigía a casa que quedaba a unos pasos. Cuando entré dentro escuché el motor rugir y supe que ya se había ido.
Me puse de nuevo el pijama y me puse la alarma a las 7:00h a.m, no quería llegar tarde mi primer día de trabajo.
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No Pretendo Enamorarte
Roman d'amour"Yo no pretendo enamorarte, no quiero que le pongas nombre a lo que hacemos por placer." Helen Celotti, hija única de padres millonarios con poco tiempo libre para su única hija. Tan sólo dieciocho años recién cumplidos, con un cuerpo envidiable par...