Capítulo 1

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-¿Cómo conociste a Peeta? –Me pregunta Cressida y sé que si no hago esta voy a enloquecer esperando noticias del rescate de Peeta.

-Cuando conocí a Peeta, yo tenía once años y estaba casi muerta.

Hablo sobre aquel terrible día en que intenté vender ropa de bebé bajo la lluvia, sobre cómo la madre de Peeta me echó de la puerta de la panadería y sobre cómo él se llevó una golpiza por llevarme los panes que nos salvaron la vida.

-Nunca habíamos hablado. La primera vez que hablé con Peeta fue en el tren a los juegos.

-Pero él ya estaba enamorado de ti –dice Cressida.

-Supongo –respondo, esbozando una sonrisita.

-¿Cómo llevas la separación?

-No muy bien. Sé que Snow podría matarlo en cualquier momento, sobre todo desde que advirtió al 13 del bombardeo. Es horrible vivir con algo así...

Continuamos con la entrevista, hasta que pasan a Finnick y Haymitch. Escucho atentamente como Finnick empieza a relatar sobre lo que Snow lo obligaba hacer, sobre cómo lo hacían prostituirse sin derecho a negarse, no puedo imaginar lo que debió sentir él y todos los demás vencedores. ¿Peeta y yo hubiéramos terminado igual? ¿sólo era cuestión de tiempo para que nos vendieran? No puedo ni imaginar que nos hubiera pasado.

Una vez hecho nuestro trabajo, no nos queda más que esperar. Intentamos ocupar los largos minutos en Defensa Especial, haciendo nudos, dándole vueltas a la comida en los cuencos y volando cosas en pedazos en el campo de tiro. Después de un rato no nos dejan quedarnos aquí a Finnick y a mi así que acabamos esperando noticias en la sala de los colibrís. Pasamos toda la noche aquí y cuando amanece Haymitch abre la puerta.

-Han vuelto. Nos reclaman en el hospital –dice, abro la boca para hacer un aluvión de preguntas, pero él me corta con un -:Es lo único que sé.

Aunque quiero salir corriendo, Finnick esta muy raro, como si no pudiera moverse, así que le doy la mano y lo conduzco como si fuera un niño pequeño. Atravesamos Defesa Especial, subimos al ascensor que va para allá y para acá, y llegamos al ala del hospital. Es el caos, hay médicos gritando órdenes y heridos que trasladan en la camilla por los pasillos.

No pasa de largo una camilla en la que llevan a una joven inconsciente con la cabeza afeitada; tiene moretones y costras supurantes: Johanna Mason, la que sí conocía secretos de los rebeldes, al menos el mío. Y así es como lo ha pagado.

A través de una puerta veo de reojo a Gale, desnudo hasta la cintura y sudando a chorros mientras un médico le saca algo del omóplato con unas pinzas muy largas. Herido, pero vivo. Lo llamo y empiezo a caminar hacia él hasta que una enfermera me empuja y me grita que me largue.

-¡Finnick!

Y, de repente, es como si no existiera nadie más en el mundo que estas dos personas que atraviesan el espacio para encontrarse. Chocan, se abrazan, pierden el equilibrio, se dan contra una pared y allí se quedan, convertidos en un solo ser indivisible.

Noto una punzada de celos, no por Finnick ni por Annie, sino por su certeza. Viéndolos, nadie dudaría de su amor.

Boggs, que tiene peor aspecto que antes, aunque parece ileso, nos encuentra a Haymitch y a mí.

-Lo sacamos a todos salvo a Enobaria. Sin embargo, como es del 2, dudo que la estuvieran reteniendo. Peeta está al final del pasillo. Los efectos del gas empiezan a desaparecer. Deberían estar allí cuando despierte.

<<Peeta>>

Sano y salvo. Bueno, quizá no tan sano, pero al menos a salvo y aquí, lejos de Snow. A salvo. Aquí. Conmigo. Podré tocarlo dentro de un minuto, verlo sonreír, oír su risa.

Haymitch me sonríe.

-Vamos, vamos –dice.

Casi floto de felicidad ¿Qué le diré? Oh, ¿qué más da? Peeta estará encantado le diga lo que le diga. Seguramente me besará de todos modos. Me pregunto si será como aquellos últimos besos en la playa de la arena, que ni siquiera me había atrevido a analizar hasta ahora.

Peeta ya está despierto, sentado en el borde de la cama, mira con desconcierto a los tres médicos que lo tranquilizan, le miran los ojos con linternas y le comprueban el pulso. Me decepciona que mi cara no sea lo primero que vea al despertarse, pero acaba de verme ahora mismo. Primero parece incrédulo y después expresa algo más intenso que no soy capaz de interpretar. ¿Deseo? ¿Desesperación? Seguramente las dos cosas, porque aparta a los médicos, salta de la cama y avanza hacia mí. Corro hacia él para fundirnos en un abrazo.    

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Como veran este capítulo es parte del libro de sinsajo. Espero les guste y comenten.. Y si no tambien comenten 😀😀

Katniss Y Peeta--Sinsajo--Historia AlternativaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora