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Retrocedí al escuchar las palabras que salieron de su boca acompañadas por aquella oscura y siniestra mirada.

-Vale.- Recobré la compostura y sin decir nada más, me retiré de aquel lugar.

¿Pero qué cojones le pasa a este tío? Pensaba mientras salía de su despacho y volvía a mi escritorio. Intenté volver a concentrarme en los archivos, pero fue imposible.

Si lo supieras me odiarías el resto de tu vida.

Aquellas palabras no dejaban de resonar en mi cabeza. ¿Qué podía ser tan grave como para que dijera eso? Lo estaba odiando en esos momentos y no por las razones que él creía. Lo hacía porque la intriga era mi peor enemiga, no podía con ella, muchas veces terminaba dejando mi orgullo de lado por ella y eso me molestaba. Mi curiosidad era tan grande como mi orgullo, solo que en determinadas ocasiones -como esta, por ejemplo- le ganaba por mucho, y eso no me gustaba. No me gustaba nada.

Algún día tu orgullo te hará perder lo más preciado que tengas, corazón.

Y así fue...

La curiosidad es buena, pero a veces puede jugar en tu contra hija.

Las palabras que me había dicho mi padre hace un tiempo volvieron a mi cabeza. Siempre decía que si no fuera por mi curiosidad y lo orgullosa que era, sería perfecta. Pero me apremiaba diciendo que uno no nace perfecto, la perfección debe lograrse.

Una lagrima rodó por mi mejilla, y los recuerdos se hicieron presentes en mi. Mi padre, mi madre, Ana, Marcos, Argentina, Julieta... Mi mundo se dió vuelta con ese nombre, al igual que mi estomago. Siendo conciente de que no llegaría al baño que usaban todos los empleados corrí al despacho de Fran y sin importarme lo que él pudiera estar haciendo o pensando abrí la puerta. Lo único que logré distinguir una vez que entré fue su cara girando rápidamente hacia la puerta para analizar quién la había abierto. Llegué hasta el baño que había en su oficina y solté en el váter aquella deliciosa ensalada mixta que había degustado en el almuerzo. De repente, alguien tomó mi pelo y lo sostuvo en las manos para que no lo ensuciara. ¡Vaya día había elegido para llevarlo suelto! Cuando en mi estómago no hubo mas nada, me levanté, miré a Fran quien ya había soltado mi pelo y lo fulminé con la mirada. Todo esto era culpa suya. Pasé a su lado ignorándolo completamente y salí de su despacho. Cogí el bolso que se encontraba sobre mi escritorio y sin siquiera pensármelo dos veces, cogí un bolígrafo y en un papel escribí:

Bien guapo, no me digas tu gran secreto, pero que sapas que estoy así por tu culpa. Así que créeme, ya te odio.

Dejé la nota sobre mi escritorio y me fui. ¿A dónde? Ni yo lo sabía, solo quería salir de aquel lugar. ¿Por qué? Sencillo: recuerdos. Siempre huía de ellos sin importar que tan lejos tuviera que irme. Nunca sabía qué estado de humor tomaría. A veces, cuando recordaba a mis padres me ponía triste, otras tenía ataques de ira y rompía todo lo que tuviera cerca, incluso había llegado a casi recaer nuevamente con el alcohol.

Pasé por la gran puerta de William Industries respirando el fresco aire del exterior y simplemente sonreí. Lo hice para ocultar mi tristeza, porque odiaba que los demás vieran lo débil que podía llegar a ser, pero sobre todo por aquella sensación de estar completa que me invadió cuando la brisa de verano sacudió mi cabello y chocó contra mi cara entrando en cada poro de mi ser. Del bolso tomé mis auriculares, los conecté al móvil y le puse play a la música. La sensación de felicidad que inundó mi ser era completamente indescriptible. Mi cuerpo se relajó, mi mente dejó de pensar y mi corazón solo sintió las notas del precioso violín de One Republic. Parecía que latía al ritmo de aquella bella canción. Comencé a caminar sin rumbo disfrutando de la melodía de Secrets. Aquél color verde que tenían los árboles sumado a la felicidad que estaba apoderándose de mi, hacían que cada paso que daba se sintiera como si no hubiera millones de personas a mi alrededor, como si fuera la única en el mundo, como si no importara el mañana. Fue un momento simplemente perfecto, indescriptible.

Dime tu nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora