—Entra y prepara todo, voy a saludar a alguien y vuelvo.
—No tardes.— Besé su mejilla antes de que entrara al apartamento.
Golpeé la puerta del apartamento 16B con una gran sonrisa en mi rostro. No había visto a Mónica en 5 días, debía agradecerle por haberme cuidado en el hospital.
La puerta se abrió y mi rostro empalideció.
—Emm... H-Hola Franco.—Mis nervios crecían segundo a segundo. Ese chico me daba miedo.— ¿Está acaso tu madre?— Pregunté recobrando un poco la compostura.
—¿Qué?— Una risa burlona salió de lo mas profundo de su ser.— ¿Acaso tu novio te golpeó de nuevo?— Señaló los moratones de mi rostro. Aquel comentario me hizo sentir tan mal que, por instinto, los tapé con mi mano.— Ah, no me digas. Necesitas otros 100 euros, ¿verdad?— Me escaneó de pies a cabeza y luego me miró directo a los ojos con su mirada irradiando desprecio.— ¿Por qué no nos haces un favor y te alejas de esta familia? ¿No te das cuenta que solo nos has traído más problemas de los que ya teníamos?— No pude evitar que las lágrimas cubrieran mi rostro. Aquellas palabras eran tan ciertas. A todas las personas que se acercaban a mi, que se encariñaban conmigo, siempre terminaba lastimándolas.— ¡Oh! La niñita de mamá está llorando. Pobrecita.— Fingió que se secaba una lágrima y sonrió satisfecho al ver que había logrado lo que quería, había logrado hacerme sentir una escoria.
Has dejado que te humillen desde hace años, no has parado al imbécil que te maltrataba, has terminado en el hospital mas veces de las que puedes contar, has lastimado a todos lo que querías por ser una cobarde... ¿Seguirás haciendo eso? ¿Seguirás dejando que te humillen y te hagan sentir que no vales nada, Elena?
No.
¿Qué?
No.
¡¿QUÉ?!
—¡NO!— Grité, y antes de que pudiera siquiera pensarlo, mi mano comenzó a moverse sola en dirección al rostro de aquel adolescente. El joven se llevó la mano a la mejilla, frotándola, intentando calmar el dolor de la fuerte bofetada que le había dado.— Escuchame niño malcriado, yo no te he hecho nada a ti y tampoco a tu familia. Espero que sepas que mi ex novio me maltrataba, he salido del hospital después de una semana internada porque él me golpeó, no dejaré que nadie mas me menosprecie, y mucho menos por cosas que ni siquiera son del todo mi culpa. ¿Sabes? Yo no pedí que mi novio fuera un golpeador, porque antes no lo era. Tampoco pedí que tu madre se acercara a mí ese día en que mi ex novio me secuestró y tampoco pedí que ella me preguntara si todo estaba bien. No pedí que mi novio me diera la paliza del siglo y me internara, no pedí nada de lo que pasó, así que no dejaré que un imbécil como tú hable sobre mi vida sin saber nada al respecto.— La cara del chico no tenía precio, había quedado impactado por la bofetada, pero a la vez también por mis palabras. El silencio se instaló entre nosotros, pero no estaba dispuesta a permanecer allí parada esperando a que aquél idiota se decidiera a decir algo. Metí la mano en el bolsillo trasero del jean que llevaba puesto y le arrojé lo que tenía en él.— Allí tienes los malditos cien euros, maldito idiota.— Me di la vuelta para irme, pero recordé algo que había olvidado decirle.— Ah, y para que lo sepas, los cien euros los pedí para escapar y no poner en riesgo a tu madre, a tu hermana o a ti. Mi ex novio quería matarme. Tu madre me ofreció quedarme aquí, pero no quería que a ustedes les pasara nada. Ojalá aprendas a no juzgar a la gente sin conocerla, imbécil.
—¿Pero qué pasa aquí?— Mónica salió del interior del apartamento con el ceño fruncido.— ¡Elena!— Sorprendida al verme allí, se acercó y me abrazó.— Que alegría verte aquí.— Se separó de mi y al ver mis lágrimas, su rostro cambió completamente. Miró todo a su alrededor, completamente anonadada, y quedó atónita cuando contempló la escena completa: Su hijo frotándose la mejilla, cien euros en el suelo y yo llorando.— ¿Pero qué ha pasado aquí?
—Pregúntale a tu hijo.— Contesté hecha una furia.— Lo siento Mónica.— Levanté los cien euros del suelo y se los entregué en la mano.— Sabes que te aprecio mucho, pero tu hijo es un completo idiota.— La abracé y, luego de secarme las lágrimas, continué.— Ahí tienes de vuelta los cien euros que me has prestado. Adiós.— Y sin más, me alejé de esos dos.
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Maratón por 1k de leídos.
Parte 2/5
~TheDreamer~
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Dime tu nombre
Chick-LitElla era todo lo que él quería. Él era todo lo que ella quería evitar. El jefe y la secretaria. Cliché. Pero ¿qué pasa cuando su historia empieza sobre una mentira? ¿Es posible ser feliz viviendo en una? No es tan sencillo como crees... Todos los de...