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Habían pasado dos semanas desde que James se había ido, y no había tenido noticias de él. No lograba descifrar si eso me resultaba bueno o malo. Por otra parte, no había sabido nada más de Marcos, parecía que James lo había asustado como nada lo había hecho antes.

En mi trabajo había vuelto todo a la normalidad, pero claro, era lo que pasaba siempre que el jefe se iba, todos dejaban de esforzarse. Fran y yo ya estábamos más relajados con respecto a esto porque habíamos terminado con todos los problemas que se formaron debido a una semana completa faltando al trabajo.

—¿Esta noche saldremos, verdad?

—Claro que si Ana. Ya deja de preguntarlo. Has estado preguntándomelo toda la semana cada vez que me veías.— Le contesté por décima vez en los últimos 10 minutos.

—Tienes prohibido cambiar de opinión en lo que yo me voy a casa ¿Entendido?— Me miró enarcando una ceja. Suspiré.

—Que pesadita estás hoy Ana.

—Iré a por mi ropa y volveré para maquillarte. Tú me peinarás ¿verdad?

—Que si, ya vete.

Ana me tiró un beso desde la puerta de mi habitación y escuché que dijo antes de cerrar la puerta de entrada con estruendoso golpe:

—Date una ducha que estás del asco.— Y sin más, todas las paredes de mi apartamento temblaron cuando ella se fué. Joder, que bruta es.

Haciendo caso a lo que mi amiga me había ordenado, me dirigí al baño y abrí la ducha. Comencé a sacarme la ropa cuando mi móvil sonó. Era un mensaje. No le di mucha importancia, seguro era Ana recordándome que no podía cancelar nuestros planes. Sin más, me duché. Disfruté cada segundo de esa ducha. Era la primera vez en mucho tiempo que tenía tanta paz, paz con el mundo, paz conmigo misma. A pesar de que el agua estaba helada, cualidad que únicamente amo en la lluvia, disfruté cada segundo debajo de ella.

Al darme cuenta de que había estado más de media hora, decidí salir. Luego de secarme bien, envolví mi cuerpo con la toalla y me dirigí a mi cuarto. Revisé mi armario en busca de algo que ponerme y no encontré nada. Nada de nada. Toda mi ropa me parecía sosa y aburrida, esta noche me sentía atrevida y tenía ganas de pasar un buen rato. Entre toda la ropa colgada en perchas, algo llamó mi atención. Un vestido color rojo oscuro, más corto de lo que yo usaría, con un gran escote en el pecho, la espalda completamente descubierta decorado con lentejuelas. Llegué a la conclusión de que no era mío, así que supuse que era de Ana. Ninguno de mis vestidos era así. Entonces mi móvil volvió a vibrar. Dirigí mi vista hacia mi mesa de noche, que era donde se encontraba, y lo tomé.

Cachetonaaa! Espero que estés lista. En 20 te busco. Besoss.

Sonreí. Habían pasado más de 40 minutos desde que había mandado ese mensaje. Como siempre, Ana estaba siendo impuntual.

Preciosa, ¿a dnde iremos esta noche? Ana olvidó dcirme. Bss.

Justo cuando terminé de leer el mensaje, me entró uno nuevo.

Ele, olvidé decirte: Invité a Fran. Me lo agradecerás luego. En 5 paso por ti.

Sonreí. Ana quería llegar a algo con Fran. Me había contado hace unos días que su amigovio, cuyo nombre ya no recuerdo, la había dejado por otra. Ni corta ni perezosa Ana inició su nuevo plan para conquistar a Fran. Rápidamente contesté a mi querido amigo con la dirección del lugar y lo envié. Luego redacté un rápido mensaje para Ana.

Dime tu nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora