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Ya habíamos vuelto de nuestra caminata y yo me encontraba, bajo orden de James, aguardando en el cuarto blanco. Me recosté en la gran cama con mi cabeza llena de preguntas.

¿Que haré? Tengo que decirle mi nombre. Tiene derecho a saberlo.

¿Y si no quiere nada conmigo después de saberlo?

Si no se lo digo ahora, podría ser peor después.

¿Y si me cambio el nombre? Demasiado complicado.

Ya basta. Haré de tripas corazón y cuando entre por esa puerta se lo diré. Tiene que saberlo. ¿De verdad me gusta? No se puede armar una relación si se empieza con mentiras. Espera... ¿Dije relación? Joder. Estoy jodida.

—¿En qué piensas tanto? ¿Está todo en orden?— Su voz me sacó de mis pensamientos y me trajo de vuelta a la realidad. "...De tripas corazón..."

—Emm... Si... Creo que si... Si.— Bofetada mental.

—No pareces muy segura.— Se acercó a la cama, aumentando aún más mis nervios. Estar en una cama a solas con James no parecía algo que fuera a terminar del todo bien. Atacado por la curiosidad, se acostó de tal manera que su cabeza quedó apoyada en mi estómago, impidiéndome huir. Mi mano pareció dirigirse sola a su negro cabello enmarañado.

—James.. Yo... Tengo algo que decirte.— A pesar de que no podía verlo, noté como su cuerpo se tensó.

—Puedes decirme lo que quieras.— Contestó casi al instante.

—Es que... No es tan fácil...

—¿Es algo muy grave?

—No es lo que yo llamaría grave... Pero si importante.— Sus músculos se relajaron al instante.

—Si no es grave, ¿por qué tan nerviosa?

—Es solo...— Suspiré.— Lo diré de una vez. Yo...— Un móvil comenzó a sonar. James dirigió la mano al bolsillo trasero de su vaquero, sacó el causante de la interrupción e hizo una mueca de disgusto, acompañada de un suspiro, al ver el nombre en la pantalla.

—Disculpa pequeña, será solo un segundo.— Asentí y el se puso en pié para retirarse de la habitación y poder hablar en paz.— ¿What do you want this time, Angelina?— ¿Qué quieres esta vez, Angelina? ¿Quién era esa tal Angelina? James salió de la habitación y cerró la puerta detrás suyo. ¿Acaso sería otra chica a la que le dice palabras bonitas? ¡Sabía que no tenía que confiar en sus palabras! ¡Sabía que eran promesas vacías! James volvió a entrar luego de unos cinco minutos y se acercó a la cama para volver a la misma posición de antes.— Lo siento. ¿Qué decías?

—Nada. Olvídalo.

—¿Estás segura? Has dicho que era importante.

—Y ahora te digo que lo olvides.— Estaba furiosa. Pero no con él, estaba furiosa conmigo por casi haber caído en su estúpido juego.

—De acuerdo, dime qué te sucede.

—Nada.

—Hace cinco minutos no tenías ese humor, ¿qué ha pasado?— No contesté, solamente rodé los ojos.— ¿Ha sido porque te he interrumpido con la llamada?— No, ha sido LA LLAMADA lo que me molestó, imbécil.— Espera... ¿Estás celosa?— Las comisuras de sus labios comenzaron a elevarse. La situación lo estaba divirtiendo.

—No lo estoy.— Comencé a retorcer mi pelo con mi dedo índice, claro signo de que mentía.

—Si lo estás.— Lo fulminé con la mirada y él se calló.— Haces eso con tu cabello cuando mientes.

Dime tu nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora