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La ducha fue normal, como si no hubiera pasado nada, manoseo por aquí, manoseo por allá, pero yo no podía quitarme de la cabeza sus palabras.

Salimos de la ducha, James me cubrió con una toalla y, tras ponerse una rodeándole la cintura, tomó mi mano y salimos del baño. Pasamos por el pasillo y entramos al cuarto.

—Han traído la ropa que compramos hoy a mi closet. Es esta puerta de aquí.— Dijo guiándome sin soltar nunca mi mano. Abrió una puerta que estaba frente a su cama y guau. Simplemente... guau.

—Pero este cuarto es mas grande que mi apartamento.— Di una vuelta para admirar todo mejor. A la derecha habían colgado y guardado toda mi ropa, y del otro lado estaba perfectamente ordenada la ropa de James.

—Si, las ventajas de ser millonario.— Contestó sarcástico.

Estaba por quitarme la toalla cuando un sonido a mis espaldas me sobresaltó.

Alguien carraspeó detrás nuestro por lo que James y yo volteamos para ver de donde provenía el sonido y... ¡Vaya sorpresa me llevé al encontrarme con un una niña de unos dieciséis años parada en la puerta del closet! Agarré con mas fuerza la toalla que me envolvía por miedo a que se me cayera.

—Sabrina, ¿qué haces aquí? Pensé que llegarías mañana por la mañana.— La muchacha lo miró y luego a mi, pero en ningún momento emitió una palabra, se limitó a señalarse a ella misma con las manos, dar media vuelta y salir.

—De acuerdo... Preguntaría quién es, pero creo que tienes asuntos mas importantes que mis preguntas.— Le tiré un beso y comencé a buscar mi nueva ropa interior entre tantos cajones.

—Gracias.— Un cálido beso fue depositado en mi mejilla. Se puso unos boxers, un vaquero encima de ellos y salió de aquel cuarto... O closet.

Luego de ponerme un sujetador blanco de encaje y unas bragas a juego, comencé a ver entre todos los vestidos, cual sería el que utilizaría esa noche. Supuse que, antes de encontrarnos con Ana y Fran, cenaríamos juntos, pero con la llegada de "Sabrina" nuestros planes habían cambiado. Considerando que la muchacha tenía cerca de dieciséis años, debe de ser la hermana de James, o bueno... Hermanastra, al igual que Angelina. En el caso de que esto fuera cierto, aún podríamos cenar juntos, podríamos invitarla.

Unos brazos rodearon mi cintura y una pelvis se apoyó en mi trasero.

—No soy pedófilo ni me gusta el incesto. Pensé que ya lo había dicho.— Una suave risa hizo vibrar su desnudo pecho que, al estar apoyado sobre mi piel, me hizo vibrar también.

—No pensaba en eso.— Volteé para poder verlo a los ojos.— La invitarás a cenar con nosotros, ¿verdad?

—Le acabo de dar dinero para que vaya a hacer lo que quiera esta noche.

—¡¿Que has hecho qué?!— Para ser una persona tan protectora, me sorprendió sobremanera la despreocupación con la que había dicho eso.

—Tranquila, irá acompañada por tres de mis guardaespaldas.

—¿Le has dado dinero a una adolescente para que ande por su cuenta por Madrid? ¿Pero estás tonto o qué?

—Mi padre me ha llamado hace unas horas diciéndome que ella se había escapado de casa y que no sabía donde estaba, luego se enteró que había tomado un vuelo hacia aquí y que llegaría mañana por la mañana. ¿Es mi culpa que ella no haga lo que le dicen? No pienso cancelar tu primera noche fuera del hospital por eso.— Lo miré con el ceño fruncido.— A demás, no irá sola. Ella es madrileña, tiene amigas aquí. Mis guardaespaldas son los mejores en su trabajo, ellos la cuidarán.— A pesar de que en cierto modo me tranquilizaba, no pensaba separar a esa familia. Si yo no estuviera ahí, pasarían la noche juntos, así que esa niña cenaría con nosotros quisiese James o no.

Dime tu nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora