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—Felicidades cachetona, ya puedes volver a casa.— La sonrisa de Ana le llegaba de oreja a oreja.— Y mira, te vas casi recuperada del todo. Esos moratones serán historia en uno o dos días.— Acarició mis mejillas con las suaves palmas de sus manos.

—Gracias por todo.— Me acerqué y la estreché entre mis brazos.— Este viernes películas en mi apartamento, no lo olvides.

—¿Yo? ¿Olvidarlo? Tu acusación me duele.— Entrecerró los ojos y fingió una mueca de dolor.— Vete. Te esperan.

—Adiós.— Comencé a caminar hacia la puerta principal del hospital, desbordando felicidad por cada uno de mis poros.

—¡Elena!— Me frené en el segundo que el grito de Ana llegó a mis oídos y me di la vuelta, buscándola con la mirada.— No olvides de que debes venir para que el oftalmólogo te revise antes del viaje.— Asentí y ella me observó de pies a cabeza una vez mas.— Todo estará mejor a partir de ahora.— Tomó mi rostro entre sus manos y apoyó su frente en la mía. Ambas cerramos los ojos, y sin decir palabra alguna, como si las palabras pasaran de su mente a la mía, nos separamos, sonreímos y nos alejamos, yendo en caminos opuestos.

La gran puerta de cristal apareció frente a mis ojos, y la claridad del exterior, me obligó a entrecerrar un poco mis ojos.

—No te conviene meterte conmigo.— Fueron las palabras que llegaron a mis oídos cuando por fin salí de aquel lugar.

—Aléjate de ella.— La ruda y firme voz de James llegó a mis oídos, pero el potente brillo del sol me impidió ver qué era lo que sucedía.

Refregué un poco mis ojos y, luego de parpadear muchas veces, logré acostumbrarme a la luz.

—¿Qué sucede?— Pregunté al ver a Fran y James enfrentados. Ambos dirigieron sus miradas hacia mi.

—Nada.— James suavizó su tono y me miró con cariño.— ¿Verdad, García?

—Nada.— Reafirmó el otro sin siquiera disimular el odio que cargaba su mirada.

—De acuerdo... ¿Qué hacen aquí?— Pregunté cambiando de tema. La tensión en el ambiente era tan grande que seguramente podrías cortar el aire con un cuchillo. Si, era curiosa, pero no estúpida. Los interrogaría luego y por separado.

—Pensaba llevarte a tomar algo.— Contestó apresurado Francisco.

—Me ha quitado las palabras de la boca.— James parecía divertido ante la situación. ¿Que pasaría entre esos dos?

—Oh, ya veo...— Para ser sincera, la situación me incomodaba un poco. Mis dos jefes estaban coladitos por mi, ambos eran extremadamente guapos y, como si fuera poco, parecían odiarse entre ellos.— ¿Y si vamos a cenar los tres hoy por la noche?— No podía decir que si a uno sin quedar mal con el otro, así que era mi única opción. La cara de Fran se descompuso al escuchar mi propuesta, en cambio James pareció divertido.— Lo cierto es que no quiero despreciar la invitación de ninguno, pero ahora mismo lo único que quiero es llegar a mi apartamento, darme una ducha y limpiar el desastre que probablemente haya allí.— Un pequeño suspiro de agotamiento escapó entre mis labios.

—Si quieres puedo acompañarte y mientras tomas una ducha, limpio tu apartamento.— La idea sonaba tentadora, pero el echo de estar a solas con Francisco en mi apartamento, no era lo que me apetecía realmente.

—Si no es mucha molestia, prefiero estar sola.— Contesté con toda la cordialidad que me fue posible.

—¿Dónde iremos a cenar?— Quiso saber James.

—La verdad es que no tengo mucho dinero ahora mismo...— Un millón de dólares, Elena. Me recordó mi subconsciente.— No les molestaría ir a un lugar... ¿Cómo decirlo?

—¿Y si mejor vamos a un club? Podríamos ir con Ana.— James miró a Fran de reojos con una gran sonrisa burlona.

—¡Si! Eso sería genial.

—Preciosa, tienes la cara llena de moratones. ¿Crees que es buena idea?— Fulminé a Francisco con la mirada y James se tapó la boca con la mano.

—¿Acaso me estás diciendo que me veo fea Francisco Gabriel García?— El rostro del susodicho estaba bordó de la vergüenza.

—¿Q-Que? N-No.. Pero si te ves hermosa... Es decir... No hermosa de como que... Me refiero...— No aguanté más y estallé en carcajadas, James me imitó.

—No me importa como me vea la gente, solo quiero divertirme un rato con mis amigos, celebrar que me dieron el alta y mover un poco las caderas.— Hice un suave y fluído movimiento con mi trasero.— ¡Me encanta la idea James! Eres todo un genio.

—Lo sé, pequeña.— Dijo guiñándome un ojo, haciendo que me sonrojara de sobremanera.

—Espera... ¿Qué día es hoy?— Pregunté un poco confundida.— ¿No es miércoles?

—Oh, tienes razón... ¡Que lástima, no podremos ir! Mañana debemos ir a trabajar, Ele. A pesar de que ya me encargué de la gran mayoría de las cosas, te necesito para hacer un par de tareas.— Algo me dijo que Francisco no quería ir a ninguna parte, y no sabía si era por James o por Ana.

—Hay un club que hace fiestas los miércoles, y no tienen que preocuparse por el trabajo mañana, les dejo la mañana libre.— Miré a James sorprendida ante aquel... ¿Cómo llamarlo? ¿Regalo? Que nos estaba ofreciendo.

—¿De verdad harías eso?

—Tú no tienes que ir mañana. Tómate el día para organizar un poco tus cosas.— Me guiñó un ojo y se acercó a mi. Estabamos bajo la atenta mirada de Francisco, quien a demás, escaneaba cada uno de nuestros movimientos y reacciones. James me abrazó y, tras darme un dulce beso en la frente que me hizo derretirme a sus pies, continuó hablando.— Te mandaré la dirección del lugar en cuanto pueda, Francisco. ¿Podrías coordinar con Ana para ir juntos? Yo llevaré a esta hermosa chica a su apartamento y por la noche pasaré a buscarla para llevarla, no te preocupes por ella.— Se adelantó a cualquier excusa posible de Francisco, obligándolo a hacer lo que él decía. Si las miradas mataran, tendría un cadáver entre mis brazos.

—De acuerdo.— Contestó entre dientes.

—Genial, nos vemos por la noche.— Guiñó un ojo a mi amigo y me ofreció su mano para tomarla y así poder irnos.

—Adiós Fran.— Evité la mano de James, dejándolo plantado para correr hacia los brazos de mi querido amigo y abrazarlo. Se merecía demasiado ese abrazo y muchos mas.— Gracias por quedarte conmigo todos estos días, por sacarme interminables sonrisas y por ser un amigo incondicional. Te quiero.— Impactado por mis palabras, no emitió sonido alguno. Cuando por fin logró reaccionar, me cubrió con sus brazos, me elevó en el aire y sonrió, satisfecho.

—Siempre estaré para ti cuando me necesites, preciosa.— Mis pies por fin tocaron el suelo, por lo que pude ponerme en puntillas para darle un beso en la mejilla, en forma de despedida.

—No sé que pasa entre ustedes dos, ni mucho menos qué pasa entre Ana y tu, pero no dejaré que nadie te haga sentir como James acaba de hacerlo. Adiós.— Susurré en su oído antes de alejarme para volver con James.

—¿Qué ha sido eso?— Preguntó James mirándome una vez que ya subimos al coche.

—Una cucharada de tu propia medicina.— Sonreí satisfecha, acomodé mi cabeza para poder tener una buena visión de él.

—Debería estar enojado por lo que has dicho, pero eres tan hermosa que no puedo pensar en otra cosa.— Se acomodó en su asiento de la misma manera que yo y nos quedamos ahí, solo observándonos, admirando la belleza del otro.— ¿Qué dices si te acompaño a tu apartamento y te ayudo a limpiar mientras tú te relajas como la reina que eres?— No podía evitarlo, sus palabras tan tiernas podían conmigo.

—¿Qué te parece si en vez de limpiar tomas una ducha conmigo?— Una gran sonrisa se abrió paso en su rostro.

—No se diga mas.— Se acomodó en el asiento y arrancó el coche mientras yo reía a carcajadas.

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Maratón 1k de leídos.

Parte 1/5.

Todavía no puedo creer que ya tengamos 1k. Los amo demasiado.

~TheDramer~

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