-¡¡Elena!!- Gritó Ana.
-¿Qué sucede?- Dirigí mi mirada a ella y al hombre a su lado que me observaba un tanto exasperado.
-El chico ha estado preguntándote cerca de 10 minutos qué es lo que vas a pedir.
-Lo siento.- Dije sonriendo avergonzada al mesero que parecía tener cerca de 24 años. Era alto, rubio, hermosos ojos verde esmeralda. Hubiera sido perfecto de no ser por su ceño fruncido y notable mal carácter.- Ensalada clásica.
-¿Y de beber?- Miró a Ana.
-Para mi agua.- Rápidamente quitó su vista de ella y la dirigió a mi. Antes de que yo pudiera decir una palabra, Ana respondió por mi.- No gastes más tiempo. Para ella una fanta.- Sin decir más, lo anotó en su libreta, dió media vuelta y se fué.
-Tres cosas.-Dije mirando a Ana y enseñándole el dedo índice.- Uno: No vuelvas a gritarme.- Levanté una ceja y luego de que ella asintiera levanté otro dedo.- Dos: No vuelvas a elegir por mi.- Sin esperar respuesta levanté otro dedo.- Tres: El servicio de este lugar está cada vez peor.- Ana soltó una carcajada.
-No lo culpo, si me hubieran tenido tanto tiempo esperando como lo has tenido tú a él, hubiera reaccionado incluso peor.- La de la carcajada esta vez fuí yo. Ana no serviría para un trabajo como ese.
-Totalmente de acuerdo.- Ambas reímos.- Bien. Gracias a tu capricho que podría cargarse mi trabajo- Dije mientras bajaba la vista a mi móvil que estaba apoyado sobre la mesa.- tenemos 20 minutos para almorzar.- Dirigí mis ojos hacia ella.- Si en diez minutos no nos traen la comida, lamento decirlo, pero tendré que comprar un emparedado en algún negocio y llevarlo para comer en la oficina. Si tu te quedas o no, es cosa tuya.
-Lo se, lo se.- Dijo rodando los ojos.- Así que... Cuéntame de anoche.
-¿Qué quieres saber?- Pregunté tratando de no tocar el tema de James.
-Todo.- Contestó ella.
-Tú siempre tan específica, Ana.-No pude evitar que una sonrisa se asomara a mis labios.
-De acuerdo.- También ella sonreía.- Dime ¿Cómo fué que el dueño de la empresa para la que trabajas terminó en tu apartamento consolándote?
-Larga historia.- Dije en un vano intento de evadir su pregunta.
-Según tus cuentas, tenemos 20 minutos.- Su sonrisa se ensanchó.- Tenemos tiempo.
-Maldita mi puntualidad.- Ambas reímos antes de que Ana me obligara a contestar.- De acuerdo.- Suspiré.- Salí del trabajo y me subí a mi coche. Resulta que no funcionó, y como supongo que sabes, llovía. Me puse mis auriculares y me dispuse a ir caminando. Al poco tiempo alguien me agarra el brazo.- Los ojos de Ana brillaban de expectación.- James.- Su sonrisa no podía ser mas grande.- Me estaba llevando a casa cuando vi por la ventana a un cachorrito en la calle, todo mojado y temblando.- Sonreí ante aquel recuerdo.- Salí del coche, corrí a través de la calle y lo cogí. Me estaba levantando con el cachorro en brazos y tapado con mi chaqueta cuando señor gruñón apareció, me reprendió y nos llevó a casa.
-Espera.- Dijo con el ceño fruncido y notablemente intrigada.- ¿Has dicho- Hizo una pausa antes de continuar.- nos?- Sonreí ante aquella pregunta. Era entendible que no hubiera visto al cachorro cuando estuvo esa mañana en mi apartamento. Probablemente se haya quedado acurrucado en un rincón asustado.
-Lo he adoptado. ¿No lo has visto hoy?
-No lo he notado en absoluto.- Parecía sorprendida. No logré entender el porqué. Yo siempre he sido muy de los animales, no soporto verlos sufrir. Por eso siempre he estado en contra de las corridas de toros.- Un día de estos me daré una vuelta por tu apartamento para conocerlo.- Una enorme sonrisa se formó en su rostro. Un camarero pasó a nuestro lado y sus ojos se dirigieron automáticamente a su trasero.- Mamasita.- Logró despegar sus ojos de aquel hermoso trasero solo para mirarme.- Eso es algo de lo que una mujer podría agarrarse en la cama.- Una risa escapó de mi boca. Ana tapó su boca con las manos en un vano intento de contener la risa. Una vez que las dos nos calmamos, prosiguió con nuestra conversación.- Bien, sigue contándome.- Dijo moviendo sus cejas sugerentemente.- ¿Qué pasó en tu apartamento?
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Dime tu nombre
Literatura FemininaElla era todo lo que él quería. Él era todo lo que ella quería evitar. El jefe y la secretaria. Cliché. Pero ¿qué pasa cuando su historia empieza sobre una mentira? ¿Es posible ser feliz viviendo en una? No es tan sencillo como crees... Todos los de...