—¿Qué...?— Mis piernas se sentían débiles y flojas, y no podía apartar mis ojos de aquel vídeo que se reproducía una y otra vez en el móvil de Fran.
—James ¿Qué haces aquí?
—Estoy aquí por tí.— Acercó su mano a la mía, pero la alejé rápidamente.
—¿Pero tú que crees, tío? La vida no es un cuento de Disney. No soy la princesa que necesita ser salvada por un príncipe azul.— El intentó acercarse, pero yo me alejé dando dos pasos hacia atrás.— Lo único que falta ahora es que digas que te has enamorado de mi luego de dos simples revolcones.— Grité fuera de mis casillas.— Pero si es que ni siquiera sabés mi nombre. He vivido toda mi puta vida de esta manera, y no has logrado hacer nada más que empeorarlo.— Las lágrimas se acumulaban en mis ojos.— Vete por el mismo lugar por el que has venido y déjame en paz de una buena vez.
—¿Sabes?— Su mirada estaba clavada en el suelo.— El sigue ahí arriba.— Mis ojos se abrieron de par en par.— Suerte.— Se alejó de mi.
Aquella corta discusión fuera de mi apartamento había sido grabada por los chismosos que vi amontonados a nuestro alrededor justo después de que él se fuera.
Mis piernas temblaban cuando por fin comprendí la razón por la cual todos me veían hoy cuando entré por la gran puerta de cristal.
Todos lo saben.
La sangre dejó de fluir por mis venas, mi cabeza fue invadida por millones de pensamientos, mis ojos estaban cristalizados haciendo mi vista borrosa y, como si fuera poco, mis piernas empezaron a temblar cual gelatina, provocando así que cayera. Para mi suerte, caí sentada en uno de los cómodos sillones que había frente al escritorio de Fran.
—¿Cuando...— Mi voz era un susurro inaudible incluso para mí misma. La angustia y los nervios que invadieron mi cuerpo eran tan grandes como el nudo que se había formado en mi garganta, el mismo que no me dejaba expresar lo que sentía.— ¿Cuándo han publicado eso?— Estaba nerviosa. Sabía que lo que le había dicho a James era horrible, pero no fue hasta que vi ese video que noté el dolor que le causaron mis palabras. Ver su rostro en aquel momento una vez más, me lo dejó más que claro.
¿Pero qué mierda pasa entre nosotros?
Solo habíamos tenido relaciones dos veces, pero sentía que éramos íntimos amigos. Incluso podría llegar a decir que le apreciaba. Pero ¿por qué? Solo nos habíamos visto ¿cuántas...? ¿Tres, cuatro veces?
—Lo he buscado en Google y... Una página no muy conocida administrada por un adolescente, probablemente el mismo que grabó el video, lo había publicado ayer por la tarde. Las personas que leyeron aquel artículo empezaron a compartirlo en sus redes sociales, haciendo que todo el mundo se enterara de ello. La noticia se expandió sorprendentemente rápido, incluso llegó a ser trending topic en Twitter en las últimas tres horas.— Me miró con pena. Rodeó su escritorio y se acercó lentamente a mi. Estaba en cuclillas a mi lado acercándose más a cada segundo, haciéndome sentir muy incómoda. No era momento para eso, y tampoco lo quería tan cerca. Mi móvil comenzó a sonar justo cuando él estaba a punto de abrazarme y yo sonreí satisfecha.
—¿Si?— Dije recobrando la compostura y poniéndome en pié.
—¿Lo has visto?— Suspiré al oír la preocupada voz de Mónica. El hecho de que ella también lo supiera me puso los pelos de punta. ¿Es que acaso todo el mundo había visto ese video?
—Si.— Recordé mi entrada en el edificio unos minutos antes y un escalofrío me recorrió la espalda.
"Lo único que falta ahora es que digas que te has enamorado de mi luego de dos simples revolcones."
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Dime tu nombre
Chick-LitElla era todo lo que él quería. Él era todo lo que ella quería evitar. El jefe y la secretaria. Cliché. Pero ¿qué pasa cuando su historia empieza sobre una mentira? ¿Es posible ser feliz viviendo en una? No es tan sencillo como crees... Todos los de...