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Estábamos en el coche rumbo a Madrid y era el turno de James de poner música.

—Como debo mantener mi vista al frente, tú tendrás que poner la música, pero deberás poner la canción que yo elija, ¿de acuerdo?— Preguntó mirándome con una gran sonrisa, claramente divertido.

—De acuerdo.— Asentí. Busqué la aplicación de la música y cuando la encontré, luego de abrirla, continué hablando.— ¿Qué canción quieres poner?

—Invierno. Está en la carpeta que dice "Reik".

—Deja que la busque... Oh, aquí está. He de apretar aquí o...— De repente una canción que parecía en ruso comenzó a retumbar en todas las superficies. James me gritó algo que no alcance a escuchar, así que, como no se me ocurrió nada mejor, comencé a presionar todos los botones que veía en la pantalla.—¡¿Por qué tu móvil es tan complicado?! ¿Qué cojones debo hacer?— A pesar de que no podía escucharlo, podía ver como reía a carcajadas. James frenó el coche al borde de la carretera, me pidió su móvil que entregué sin rechistar, apretó dos botones y la música horriblemente aturdidora dejó de sonar.— ¿Qué clase de móvil es ese? ¡He apretado un simple botón y se ha vuelto loco!— La carcajada de James me llenó el corazón de amor. Se veía tan lindo cuando reía.— Ya deja de reírte y vuelve a la carretera.— Le pegué suavemente con el codo en el brazo fingiendo estar enojada, pero mi sonrisa delató que no era así.

—Espera a que ponga la música, porque sino tú vas a dejarme sordo.— Apretó dos veces la pantalla y en los parlantes comenzó a sonar Invierno de Reik.

Llueve afuera llueve además está desierta la ciudad
Mientras tú y yo nos refugiamos en la eternidad
No siento frío cerca de ti
Dentro de mí brilla el sol

—¡Conozco esa canción!— Comencé a cantarla a gritos sin importarme desafinar alguna nota, pero para mi sorpresa él me siguió. A pesar de que me encantaría decir que no, debo admitir que James mucho mejor de lo que esperaba. Digamos que esperaba que cantase como una morsa en celo, pero entonó casi mejor que yo.

Se cae el cielo y que más da
Tenemos nuestro mundo
El día sigue siendo azul
Si estamos juntos

No importa nada mas que aquí
Jamás será invierno, invierno
Tanto ruido tanta soledad gente que corre sin parar
Tras la puerta ese universo de infinita paz
Necesito la calma que tú me das

Se cae el cielo y que más da
Tenemos nuestro mundo
El día sigue siendo azul
Si estamos juntos
No importa nada más que lo que tú me das

La canción estuvo en repeat todo el camino, y no paramos de cantarla ni un segundo. Ambos parecíamos locos gritando la letra (porque definitivamente lo que hacíamos no se podía llamar "cantar", eran gritos ensordecedores) una y otra y otra vez.

—Esta noche luego de ir al club te quedarás en mi casa.— Habló bajando el volumen del estéreo.

—¿Ha sido eso una pregunta o una orden?— Me miró durante unos segundos calculando cual sería la mejor respuesta, lo cual me causó gracia. Ana hacía exactamente eso cuando manteníamos una conversación, su excusa era que culpa de mis "inesperadas reacciones" siempre se fijaba si sus palabras podían ser malinterpretadas por mi "cabeza llena de imaginación".

—Considerando las pésimas condiciones en las que se encuentra tu apartamento,podía decirse que fue una orden.

—Pues me vale. No vas a decidir por mi.— Contesté decidida. Tiene razón repetía mi inconciente. Pues me vale. No decidirán por mi nunca mas pensé.

Dime tu nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora