El primer encuentro.

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Apenas la luz de la mañana toco el sendero que marcaba el comienzo de los jardines del castillo, se levantó, un par de días habían bastado para hacerla sentir asfixiada, corrió por el pasillo, con el camisón puesto dispuesta a huir, esa noche se llevaría a cabo la cena de compromiso, aquel que definitivamente la sentenciaría a vivir en esa jaula de oro.

La servidumbre la veía pasar pero nadie fue capaz de detenerla, el respeto por su futura reina era demasiado y aún no le tenían la confianza suficiente.

La puerta de servicio se abrió, llegó hasta los establos y tomó el primer caballo que encontró, una yegua blanca con las patas grisáceas que le daban la apariencia de ser hilos de plata también en el crin, sin tomar la silla se montó y salió del castillo.

Su cabello se agitaba tanto como el del animal, ambas podían sentir el viento que lejos de helarle la piel parecía una manta de calma, no tenía miedo de nada más que de volver a su vida común. El bosque parecía sonreírle, los arbustos repletos de bayas y nueces le acariciaban las piernas desnudas, parecía ver cada vez más distante el castillo cuando comenzó a escuchar ligeros pasos sobre las hojas secas en el césped, el caballo se sintió amenazado dio un tras pie y las dos sin separarse llegaron al suelo, Carol logró enfocar bien lo que se acercaba, personas de ropas raídas sin vida en los ojos, las cuencas obscuras y ensangrentadas, la boca de tono violeta hablando lo que le pareció un lenguaje desconocido o quizás simplemente eran sonidos guturales provocados por las gargantas en descomposición, por primera vez en su vida sintió el terror recorrerla, las historias podían ser realmente ciertas y estaba en presencia de los muertos, detrás del primer cuerpo aparecieron dos más con las mismas características, el animal se petrificó cuando sintió el primer mordisco, un chillido y su vida termino, Carol con la pesadez de mirar a la yegua morir se puso de pie rápidamente, su instinto le gritaba que debía salir de ahí cuanto antes, caminaba rápidamente mirando por los costados por posibles caminantes, un tronco partido le corto el paso de regreso sintió la muerte muy cerca, pensó en sus sobrinos, en Rick y después miro al cielo, un hombre se mantenía frente a ella musitando unas palabras, el brillo del sol la cegaba y no podía distinguir el rostro de su salvador, miro al rededor, los caminantes ahora se encontraban inertes.

—Pero cómo lo has hecho —seguía tirada en el césped —esos seres...esos seres parecían estar sin vida.

El hombre la sujetó por ambas muñecas y la ayudo a ponerse de pie.

—Troichean —señaló los cuerpos —los muertos vivientes —la miro fijamente, sus ojos azules casi tan parecidos al color del cielo. —Una mujer como usted no debería bagar sola ni mucho menos en esas ropas.

Carol recordó el camisón que ahora revelaba más de lo permitido debido a su travesía hasta el suelo.

—Lo siento —le devolvió la mirada furtiva.

—El pobre animal no sobrevivirá  —dijo Daryl acercándose al caballo que aún con las entrañas de fuera conservaba un poco de fuerza e intentaba ponerse de pie moviéndose de forma descontrolada. —Los inocentes no deberían morir de esa manera —tomó la daga dorada entre las manos y la colocó sobre el cráneo de la yegua.

—Espera un momento —la mano de Carol tomaba la de Daryl manteniendo el afilado cuchillo alejado.

Cerró los ojos y lo acaricio una y otra vez, el suave pelaje de la yegua se perdía entre los delgados dedos de Carol

*Enomentuvalvë Mára mesta* —fueron las palabras de la mujer, el caballo dejó de agitarse y cayó en una paz que poco a poco se volvió eterna.

The Secret of the Kingdom.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora