Daryl.

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Nunca se había sentido atraído así por nadie, el fulgor de los ojos azules de la mujer le perseguía a donde quiera que mirara, las manos acallando el dolor del ser que partió al otro mundo entre sollozos y la amplia sonrisa que le dedico al platicarle de sus deseos de escapar, pensaba en ella como si pensara en el objeto más valioso resguardado por el universo y no podía hacer otra cosa que imaginar el escenario en donde la tomaba entre sus brazos y escapaba con ella hasta un nuevo mundo, el también deseaba aquello.

    Sus pensamientos volaron más haya de su camisón de seda satinada que dejaba ver sus muslos torneados y amarfilados y por un instante recordó el tono rosáceo que alcanzaba a notarse debajo de la tela que cubría sus senos, pasó su mano discretamente por la cremallera debía tranquilizar sus ansias de poseerla aunque fuera en su imaginación.

    —La invitación del rey está como caída del cielo —escucho la voz de Dale acercándose —es la oportunidad perfecta para que puedas conocer con exactitud en donde se encuentra ese objeto importante del que te hable.

    —Lo sé —respondió Daryl perdiendo de vista el rostro de Carol que se desvaneció en su mente —iras conmigo cierto.

    —Yo no e sido invitado a demás soy demasiado viejo para fiestas —río con fuerza —pero conozco al acompañante perfecto, le diré a Glenn que vaya contigo.

    —Pero acaso no eres tú quien conoce en donde está la flecha.

    —Créeme muchacho, no necesitarás que alguien te la muestre, la verás por ti mismo. —Lo observaba detenidamente —pero sin duda lo que si necesitaras es algo más decente que vestir, irás con el rey no a un baile de pueblo.

    —No puedo comprar algo decente lo sabes

    —No gastaras nada, se de alguien que me prestara el traje que quiera sin un solo centavo, tú date una ducha bien dada y yo me encargo de lo demás.

    Dale salió tarareando una rítmica melodía, parecía más emocionado que el mismo Daryl en persona. Tomo un poco de té frío, acaricio al perro y preparó su ducha, el agua tibia le ayudó a calmar las ganas y la mente, no podría acercarse a Carol demasiado o tendría un motivo para ser encarcelado, los guardias no parecían ser nada amistosos, por otra parte Ezequiel aparentemente era tan bondadoso que le parecía una farsa bien planeada para tener dominado a un pueblo o a varios por completo sin necesidad de violencia, pensó en la forma de hablar de los caminantes "se están acercando" había dicho, como si conociera muy bien a lo que podría enfrentarse, claro que lo sabía, no había sido el y su padre los encargados de robarle todo en su tierra, de relegarlos a la parte más árida del sur, Ezequiel lo había hecho, por un momento sintió ira y ganas de vengar a toda la gente que murió por culpa de los del norte. Pero que podía hacer solo él contra el enorme ejército del rey, suspiro y dejó que todo aquello saliera de él con las gotas que caían hasta sus pies lentamente.

    Jamás había vestido algo como aquello, piel fina y gamuza, bordados y acabados perfectos, podría casi lucir como cualquiera de los duques y condes que toda esa tarde estuvieron paseándose por las calles y plazas del reino. Aunque todo era demasiado ostentoso Daryl lo seguía portando con rudeza su cabello alborotado se negaba a quedarse detrás de los oídos cayéndole de nuevo sobre la frente y alcanzando a cubrir sus ojos, era su forma de defensa, un escondite perfecto para poder mirar a sus anchas a quien fuera sin tener que disculparse por hacerlo.

    Glenn lo esperaba afuera vestido casi de forma similar a lado de una carroza convencional que el mismo Dale conduciría hasta la puerta del castillo solo para cumplir con las normas estipuladas de los invitados y su rigurosa etiqueta.

    —Somos un par de bufones —dijo Daryl mientras subía a la carroza —esto me pica hasta el culo no sé cuánto lo pueda tolerar.

    —Eh esa forma de hablar te sacara del banquete calma tus insultos para después —replicó Dale cerrando la puerta detrás de él.



    Las calles empedradas hacían que las cabezas de los hombres dieran ligeros brincos cada que el caballo daba un paso más adelante. Gleen miro un reloj de bolsillo que al parecer no funcionaba correctamente pero que sostuvo de forma nerviosa por varios minutos.

    —Maggie a estado enferma últimamente —dijo dándole la doceava vuelta a su aparato —solo espero que el niño este creciendo bien

    —Lo está —respondió Daryl echándole un vistazo —no tardaremos sé que lo que deseas es pasar todo el tiempo con ella.

    —Está bien un poco de distracción no cae mal, además está con su padre y su hermana —torció la boca al mencionar a Beth —por cierto me pidió que te dijera que espera volver a verte pronto. —Daryl intentó no dar importancia a aquel comentario.

    El caballo relincho y se detuvo de pronto, la compuerta se abrió y dos hombres de armaduras se acercaron para ayudarles a bajar, Daryl de inmediato los reconoció, eran los guardias de Ezequiel los que lo habían detenido sin motivo, levantó una ceja imitando el desdén de alguno de los duques al pasar, ahora vestía de gala nada le impediría jugar a creerse ser alguien más por un rato.

Camino con seguridad, a su lado Glenn parecía más tímido, traspasaron la puerta del castillo y lo contemplaron, las paredes de mármol color ocre, los pisos tallados, los pilares elegantes, candelabros grandes sobre sus cabezas, iluminaban con cientos de velas a los presentes. Una mesa se alzaba al fondo con platones llenos de banquetes que desprendían el más exquisito aroma, el jardín estaba adornado con listones azules del mismo tono de los ojos de Carol, y una escalinata al centro, levantó la mirada y ahí fue en donde la encontró, frente a la enorme pintura de Ezequiel en el trono custodiado por un inmenso tigre blanco, ahí estaba ella, con un vestido rojo y una pequeña tiara en el cabello, miraba ir y venir a los invitados sin decidir si bajar o quedarse ahí parada el resto de la noche, sus ojos se encontraron de pronto, una conexión invisible los atrajo y lentamente sin decir nada fueron acercándose hasta encontrarse al pie de la escalinata, el corazón de Daryl parecía estar por estallar, mientras que el de Carol gritaba cada vez más fuerte quiero estar contigo.

The Secret of the Kingdom.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora