El nacimiento del Dragón.

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El camino era más largo de lo que Daryl esperaba, el recorrido por la montaña nevada y el frío que les calaba los huesos, el primer trayecto había sido sencillo, sin bloqueos y sin contratiempos, Michonne ya conocía bien lo que les deparaba, caminantes el resto del camino.

La katana afilada hacía volar las cabezas de los muertos con facilidad, Daryl se ocupaba a su tradicional forma lo cual su compañera admiraba ya que tenía que acercarse bastante a ellos.

Cuando la tierra se volvió más árida, aquellos seres no estaban más, solo quedaba una nube de polvo grisácea sobre el ambiente que calaba los ojos al primer toque, esa era ahora la tierra de Michonne aquella que Carol había descrito como una de las más hermosas, ahora no quedaba más que cenizas y polvo por doquier, el templo era lo único que había permanecido en pie, ella y su maestro se encargaron de resguardar a los sobrevivientes ahí durante el saqueo de los obscuros no teniendo otra opción.

Daryl observaba aquel lugar con melancolía por alguna razón le recordaba a su hogar, todo aquello que jamás había apreciado no por qué fuera bello, sino por qué lo había acogido, era la tierra de sus padres, de él, en donde se sentía seguro y a salvo de toda amenaza, la tierra que le enseñó a defenderse sin saber si quiera que lo estaba preparando para lo que venía.

Michonne abrió la puerta del templo, el lugar olía a esencia de Kadupul mezclado con madera vieja, apenas podían notar por donde caminaban pues las velas estaban por extinguir sus llamas y no alumbraban lo suficiente, el sonido del viento colándose por las pequeñas rendijas en el techo era lo único que se escuchaba aparte del sonido pesado de las botas de Daryl cada que daba un paso más.

Detrás de un pequeño altar en donde descansaba un cofre dorado con piedras Rojas estaba un hombre de rodillas, meditaba con los ojos cerrados y los brazos perfectamente bien estirados, sobre las palmas de las manos una vara de madera fina y tallada con dibujos de dragones reposaba ligero.

Michonne se colocó frente al hombre e imito la posición sobre sus rodillas, cerró los ojos un momento e inclinó hacia delante la cabeza intentando una reverencia respetuosa.

—Eh acudido maestro a donde me lo pediste, él ha venido conmigo desde el reino, confió en que a escogido bien puesto que lo he visto, parece ser honorable y fiel, fuerte y noble a la vez, duro y compasivo, amante y buen amigo, las cualidades que me describió todas son parte de él, es quien dice que es aunque no lo cree del todo aún.

—Tendrá que creer —se escucho la voz del maestro aún sin abrir los ojos. —Si no cree jamás logrará convertirse en lo que es, si no cree se morirá todo aquello que ama y protege, aquello que hecha de menos será reducido a cenizas peores de las que a notado al entrar a este lugar.

Lo he visto a través de tu espíritu, me lo has mostrado ya —abrió los ojos —Michonne tu misión apenas a comenzado, sin embargo te pido vayas a descansar, que antes de que continúes, tengo que hacer mi labor.

Michonne se puso de pie, agradeció y los dejo solos.

El maestro dejo la vara en su regazo y le indicó a Daryl que tomará el lugar que la mujer había ocupado, lo hizo sin reparos.

—Dame lo que traes contigo

Daryl no dijo nada, dejo frente a él la flecha y el huevo, al sentirlos de nuevo en las manos recordó de forma inmediata a Carol, apenas unos días antes lo había visitado en su alcoba en el reino, escondidos bajo la bella falda de seda llevaba aquellos artefactos: «esto es tuyo, parece que  tuvieran vida propia, puedo jurar que sentí algo al tomar esto» colocó el huevo escamoso en su mano y crujió con fuerza, ambos se sorprendieron pero de alguna manera sabían que eso tenía que suceder.

The Secret of the Kingdom.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora