Fieras.

119 24 21
                                    

El jardín trasero era muy amplio, lleno de árboles frutales y flores que a pesar del clima frío nacían para adornar el lugar, Carol busco entre los arbustos algún guardia dando la ronda, pero afortunadamente no se topó con ninguno, la noche estaba llegando, comenzó a buscar con los ojos entre la maleza al hombre pero no aparecía ni un rastro.

La mano cálida sobre su antebrazo le golpeó como una vara encendida, dio media vuelta y lo encontró, de pie frente a ella Daryl con los ojos escondidos entre el cabello la miraba fijamente.

—Creí qué...dude por un momento.

—Qué es lo que quiere de mí —no tardó en hablar —porque insiste en buscarme, necesita algo...

Carol sintió un rayo eléctrico recorrerla, escuchar la voz de Daryl siempre había sido como un incentivo que le provocaba querer saltar sobre de él, besarlo, estar más cerca.

—No hay un motivo —dijo la mujer —no uno en particular.

Se miraban en silencio, sus respiraciones se habían acoplado, quizá sus corazones también pero no lo notaban en ese instante.

—Mejor me voy antes de que me vean, mi presencia aquí no parece ser grata.

Carol lo tomo rápidamente de la mano, sus dedos lo buscaban desesperada, no podía permitir que se fuera y ni siquiera sabía el por qué, porque no podía alejarse de aquel tipo, si no podía haber nada entre ellos, si no podía ser suyo.

—Daryl...—negaba con la cabeza, su respiración se agitó, quería gritarle tantas cosas pero no sabía si debía hacerlo. —solo quería agradecerte, lo de esta mañana, sino fuera por ti...

—Él te hubiera encontrado a tiempo, si yo no te hubiera encontrado, él lo hubiera hecho, no me debes nada, lo haría por cualquiera no creas que eres especial solo por eso —titubeo —claro lo eres, muy especial, mi futura reina, la mujer que debería estar en el trono y no hablando con un delincuente —la tomo con fuerza de los brazos —por qué eso soy su alteza, soy un delincuente que solo está buscando la mejor forma de saquear los palacios de acabar con la gente de estos lugares que apestan, de la gente que te mira para abajo y acaba con tu tierra.

Carol intento liberarse, comenzaba a sentirse temerosa, temía que alguien los descubriera, temía por él, Daryl subía el tono de voz y parecía que sus ojos brillaban sin razón, suspiró un momento y se descubrió sujetando a Carol cada vez más fuerte.

—Lo siento. —Dijo y salió corriendo del jardín.

Sigiloso sin ser visto, atravesó la muralla, estaba molesto consigo mismo, por haber lastimado a Carol sin razón, pero que más podía hacer podía notar el interés que tenía en él y no era bueno para ninguno de los dos, ella se casaría con el rey, él simplemente tenía que volver a su tierra, a lo que siempre había sido, un saqueador que intercambiaba sus artículos por alimento, esa era su vida, no la de un rey con lujos y guardias, no podía enamorarse de la reina, no la pondría en peligro a él le daba igual la horca, la guillotina o la carcel, pero Carol le importaba, notaba que valía demasiado para condenarla alguno de esos castigos crueles que sin duda Ezequiel usaría si le cometiera traición, Daryl no se tragaba el cuento del rey bueno y noble, algo no terminaba de gustarle, pero nadie lo notaba aparte de él.

Corrió colina abajo, Glenn se había ido con Dale en el carruaje, a Daryl no le importaba caminar, le gustaba hacerlo le ayudaba a meditar sobre su vida. Las prendas le pesaban y parecían ahora una carga inútil, pero debía regresarlas pues eran un préstamo de Dale.

Continuó hasta llegar al mesón, las mesas se encontraban llenas pero logró divisar un lugar cerca de la barra, pidió un trago fuerte, el ron era para la nobleza, el pueblo tenía que conformarse con el licor de malta y el anís de pino que enviaban de Alexandria.

The Secret of the Kingdom.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora