Mientras el lobo no esta.

106 18 12
                                    

Jessie no dejaba que nadie entrara a la habitación, el médico del reino había revisado a Ron, había perdido demasiada sangre pero con el reposo suficiente se repondría quizá en unas semanas. Carol seguía aferrada a la perilla pidiendo disculpas que quizá ella no debería pedir, pero que hacía en nombre de su hermano, incluso tal vez en nombre de Carl sin recibir respuesta alguna, no culpaba a su amiga sino al contrario se ponía en su lugar y pensaba que haría ella de estar en su situación, después de unos minutos sin conseguir nada más que reclamos y peticiones de que se largara decidió dejarla en paz.

Caminaba de regreso a su aposento cuando lo vio salir corriendo con sus pertenencias en el hombro, Daryl se marchaba, ella sabía bien que tenía que dejarlo ir.

—Me pidió que te despidiera de él —apareció el rey dándole un sobre salto —ese hombre es duro como él solo me sorprende que se haya vuelto tu amigo.
—Daryl...—espero —...es decir el escudero, no es mi amigo —perdió la vista en su ausencia —simplemente era quien entrenaba a mi sobrino, que si era importante, no lo sé, quizá si de no haberle enseñado bien a usar la espada sería yo quien llorara por su posible deceso —dio unos pasos más a la escalera —pero le enseño bien no es así, mi señor.

Ezequiel asintió con la cabeza y se acercó a su reina —te extraño —pasó la mano detrás de su cabello —cada noche que has pasado lejos de mi.

Carol suspiro y miro de nuevo el rastro de los pasos de Daryl, no quería mentir diciendo que sentía lo mismo cuando no era así. —Su alteza me siento agotada ahora sí me permite me gustaría retirarme a mi alcoba para dormir.

—Mi luna —Ezequiel sostenía el rostro de Carol entre sus manos —Carol...sabes que estoy tan enamorado de ti, que te di tu tiempo, pero dime tú como puedo hacerle yo para esperarte cuando solo quisiera estar contigo.
—Ezequiel yo...no sé qué debo decirte, sabes que te aprecio pero...

Ezequiel la beso enseguida en los labios para no dejarla terminar lo que decía por qué sabía la respuesta.
Le sonrió abiertamente, no había dejado de amarla ni un solo día. —Puedo entonces acompañar a mi reina hasta su alcoba.

Carol asintió y colocó la mano entre el brazo que Ezequiel le ofrecía, subieron las escaleras en silencio, el rey volvió a besarle los labios a su mujer antes de continuar hasta donde él descansaba, Carol dejaba que lo hiciera.

Se acercó a la ventana una vez cerrada la puerta a sus espaldas, sabía que no encontraría a Daryl pero su esperanza le gritaba lo contrario, la necesidad de tenerlo, de decirle tantas cosas le comenzaba a llenar el pecho y casi le impedía respirar, como se había atrevido a pedirle que no la buscará más, estaba arrepentida ahora, necesitaba el calor de sus brazos, la sensación de su boca en la suya, necesitaba escuchar su voz amortiguando el dolor que podría existir en su vida, sentir el calor que solo Daryl podía brindarle, esa luz que en ese instante parecía muy apagada, no había más ilusiones para ella si él había decidido irse, se sintió culpable de todo.

En un nuevo arranque de su conciencia bajo corriendo la escalera y no le importaron los guardias, el viento le acarició el rostro cuando pasó corriendo por la enorme puerta de madera que por fortuna encontró abierta y no se detuvo hasta bajar la colina, no había voces persiguiéndola, los guardias quizá no la vieron pasar todos estaban aturdidos aún por lo sucedido ese día, todos murmuraban y decían cosas de Rick, de Carl, de los Grimes, quizá de ella también pero no le importaba, siguió bajando cada vez más aprisa, sabía en dónde buscar, tenía que encontrarlo.

El pueblo le recibió con las pocas luces encendidas dentro de las casas que se preparaban para descansar, pero ella no descansaría hasta verlo de nuevo, gritarle que estaba arrepentida de todo, que la tomara y la reclamará como suya, por qué lo era.

The Secret of the Kingdom.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora