El objeto de su deseo.

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La corriente eléctrica que entre los dos había no se podía ocultar, pero a Carol no le importaba quién pudiera estar la viendo, Daryl por su parte no conocía a nadie más que a Glenn que más le daba.  

Le reverencio bajando la cabeza, Carol respondió de la misma manera pero con una amplia sonrisa mientras extendía la mano para que Daryl la ayudara a bajar ese último peldaño que los separaba, Daryl tomó de forma delicada su mano y la pasó ligeramente por sus labios, la piel de Carol llevaba un aroma a flores que volvió a despertar el instinto aquel de tenerla más cerca.

—Qué gusto volver a verlo mi Lord —le sonrió un poco al hablar.

—No me llame así —le beso con discreción la mano.

—No creo que llamarte solo Daryl este bien visto, no dentro de estas paredes. —Continuó Carol mientras daba unos pasos a su lado.

Daryl sonrió un poco, recordaba su nombre, intentaba parecer un caballero estando a lado de la mujer más importante en el reino no podía parecer un simple saqueador del sur.

—Él es Glenn —presentó al chico a su lado.

—Es todo un placer conocerte Glenn —Carol parecía despreocupada.

—Al contrario mi señora el honor es el que tengo yo de poder conocerla. —Dijo nervioso.

Se detuvieron un segundo antes de llegar al salón del trono, sabían que a partir de ahí tendrían que tomar caminos separados, se miraron, ahora eran cómplices de algo que sólo ellos sabían.

Carol sonrió, Daryl simplemente torció un poco la boca y continuaron.

La gente guardo silencio al verla entrar, todas las miradas se habían ubicado sobre Carol y el deslumbrante vestido rojo que lograba hacer brillar su piel blanca, los labios eran de un color tan carmín como las telas de su ropa.

Ezequiel se levantó del trono y camino hasta su futura mujer, Carol jamás antes había visto la enorme Corona que llevaba sobre la cabeza y que sin duda era del mismo tono que el vestido que ella llevaba, al igual que la capa de Ezequiel que le caía sobre los hombros como una cascada de sangre fresca, a su costado una enorme espada plateada le colgaba de la cintura; la tomo de la mano hasta llegar en donde el trono se encontraba, una silla bien arreglada con cintas doradas y terciopelo la esperaba, Daryl la miro alejarse de la mano del rey, un nudo en la boca del estomago estaba creciendo, no quería odiar al hombre pero no podía evitarlo.

La fiesta continuó luego de que Ezequiel la presentará ante la corte y de anunciar el día del enlace matrimonial.

Empezó a sonar la música y los presentes armaban el baile tradicional del reino, Ezequiel los seguía con la mirada y la mano con los dedos entre lazados con los de Carol quien simplemente se deleitaba mirando a los presentes bailar.

Ella era una excelente bailarina, su madre los había enseñado bien a ella y a Rick, lo notaba a lo lejos, su hermano disfrutaba del baile, ella solo movía los pies bajo el vestido tratando de no ser descubierta llevando el compás de cada melodía.

—Usted no bailara mi señor —se animó a preguntarle al hombre a su izquierda.

Ezequiel le sonrió, llevo su mano a sus labios y la beso.

—No soy bueno bailando mi luna, si lo hago corro el riesgo de verme en un gran ridículo y la corte jamás me dejaría olvidar aquello —Carol desvío la mirada y él lo noto —pero si la reina desea bailar puede hacerlo —le tomó el rostro por la barbilla para mirarla fijamente —ve y diviértete un poco.

The Secret of the Kingdom.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora