Promesa imposible.

87 15 10
                                    

Carol acariciaba al caballo mientras andaba, paso a paso el trote ligero de regreso hasta el reino, de pie a un lado de ellos Richard los seguía con la espada desenvainada "solo por si acaso" fue lo que dijo cuando comenzaron el regreso.

El gendarme no se creía eso de que se habían perdido en el bosque, pero le daba igual lo que había presenciado eso no podrían ocultarlo.

—Pasa usted bastante tiempo con el escudero de su sobrino no lo cree usted así su alteza.

Carol intentó hacerse la despistada y no respondió.

—Acaso tiene usted interés en las armas también.

—Richard si te contara lo que se de armas —río un poco — te aseguro que podría ganar un duelo.

Noto la incredulidad de Richard en el rostro. —En Alexandria teníamos muy buenos profesores de esgrima, Rick no fue el único adiestrado en aquella arte, yo aprendí mucho mejor y más aprisa que él, pero nuestro maestro falleció poco después de la muerte de mi madre y ya nadie más siguió con nuestro entrenamiento, así que Carl necesita un buen maestro.

—Y cree usted que Daryl Dixon lo sea —torció la boca al pronunciar el nombre.
—No lo sabremos hasta ver a Carl combatir —hizo una larga pausa —espero que así sea por el bien de todos.

—Por su propio bien supongo también, Lord Grimes lo dejó claro cuando hablo con su majestad el rey, si el escudero de su hijo no es lo que dice que es y el joven Carl pierde el encuentro la horca le espera al señor Dixon.

Carol miro a Richard en seguida, quería leer el lenguaje corporal saber si aquello que decía era cierto. Pero no noto que mintiera, pensó de inmediato en Rick haría cualquier cosa por darle un escarmiento a su hijo aunque eso fuera acabar con la vida de alguien, pero no podía permitir que alguien tocará a Daryl, de ninguna manera lo permitiría, se sacrificaría a ella misma si fuera necesario hacerlo.

Richard guardó la espada al entrar al pueblo, los transeúntes le sonreían a Carol al pasar y le hacían reverencias llenas de respeto, incluso podía escuchar gratos cumplidos que le eran susurrados. Pasaron a lado de la casa de los Greene aún no había nadie, debían seguir en el entierro, era un pueblo tan tranquilo y apacible, se imagino viviendo ahí, en una de las pequeñas casas de las que salía un ligero humo con olor a madera y frutos que le enamoraba, deseaba tanto estar ahí vivir como una mujer normal y sencilla.

Benjamín se encontraba en la entrada, se le veía nervioso caminando de un lado al otro con las manos unidas al frente y la frente arrugada. Richard pasó a su lado sin decirle nada pero le dio un empujón de hombros tan fuerte que lo hizo retroceder, Carol lo miro preocupada pero el caballo siguió hasta llegar a la puerta del castillo.

—El rey debe estarla esperando —la miraba con cuchillos en los ojos —debería ir a su lado en donde siempre debe estar. —Reverencio y se dio media vuelta.

Carol tomó aire y continuó subiendo las escaleras hasta la habitación real, Ezequiel se encontraba ahí, sentado sobre un elegante banquillo mientras miraba por el gran ventanal de cortinas color vino, al escucharla entrar volvió los ojos a ella, le sonrió de forma tierna, Carol noto de inmediato como le regresaba el brillo a los ojos al hombre, le ocurría aquello siempre que la veía llegar.

Suspiro y siguió caminando hasta llegar a él. —Lo siento su alteza —agacho el rostro —me he marchado todo el día y me he olvidado de mi deber con usted, le ruego me perdone.

La mano de Ezequiel busco su barbilla y le levantó el rostro, los ojos de Carol estaban vidriosos y pensó que el llanto podría acercarse a ellos en cualquier instante.

—No debes disculparte luna mía —la miro a los ojos y sonrió —como buena reina quieres compartir con tu pueblo, me han contado que has ido a un funeral no es así, cuéntame mi reina, como te a parecido, te a gustado el pueblo, su gente.

Carol no podía pensar mas que en estar molesta consigo misma, ella se había ido sin avisar, había ido al bosque y había hecho el amor con un hombre al que amaba, ahora frente a ella se encontraba su esposo, el rey a quien se suponía debía respetar y él en vez de reprocharle algo simplemente la mimaba y le preguntaba cómo había ido su día.

—Todo a sido perfecto —dijo y dio media vuelta. —Es un lugar hermoso, con gente cariñosa. Gente como tú.

—Y como tú —Ezequiel le busco el rostro. Carol sabía lo que vendría ahora, las caricias y después el lecho, la pasión que se desbordaba de él mientras ella apretaba con fuerza los ojos, tendría que resistirlo una vez más.

Pero esta vez Ezequiel no la toco, le beso tiernamente los labios como si simplemente quisiera rozarlos.

—Sabes que me gusta más de ti aparte de tus ojos —dijo Ezequiel alejándose un poco de ella. —Tu sonrisa, pero cuando es genuina Carol y me parece que desde que llegaste aquí solo te he visto sonreír de esa manera una sola vez, la vez del baile real, te veías tan divertida y relajada, contenta con lo que hacías, contenta con aquel hombre que llevaba tu compás.

Carol se sintió nerviosa, que Ezequiel hablara de Daryl le ponía los nervios de punta , no había nada peor como eso, oírlo decir esas cosas que ella sabía que eran ciertas pero que se suponía el rey no debía de saber jamás, por qué los ponía en riesgo a todos, se sintió tan culpable.

—Tú rostro estaba aún más radiante —volvió acercarse a ella —dime, luna amada, que es lo que debo hacer para lograr aquello, para lograr que me mires de esa manera y hacer que tu rostro se ilumine, que tus pupilas se dilaten como lo hacen las mías al tenerte cerca, dime amor mío, que necesito por qué aún teniéndolo todo si no te tengo a ti es como no tener nada y me siento tan vacío cada noche después de que te poseo y me doy cuenta de que puedo tener tu cuerpo cuando yo quiera, pero no puedo obligarte a que me des tu corazón.

—Ezequiel es que yo...
La interrumpió colocando el índice sobre sus labios.
—No mientas mi luna, no necesito que me tengas compasión, ni necesito explicaciones, sé que te has casado conmigo sin sentir algo por mí y aún así te agradezco que me hayas elegido.

Tomó sus manos —eres mi señora y no te dejaré, luchare por ti y por tener tu amor, podrás llegar a amarme como te amo yo.

La miraba de frente, Carol solo quería echarse a llorar y desaparecer estaba muy avergonzada, como decirle que aunque le diera una oportunidad estaba fuera de toda consideración, por qué ella no quería a alguien más que no fuera Daryl, por qué ya estaba completa y nadie la haría cambiar de parecer, como decirle a ese hombre que tanto la amaba que nunca en su vida aunque fuera siempre su esposa no tendría su corazón, por qué le pertenecía a alguien más.

Afirmó con la cabeza y se acercó a él, pasó los brazos por sus hombros y lo abrazo con fuerza, se mordió la lengua con fuerza para no llorar.

—Tomaré eso como mi oportunidad —acaricio su mejilla — prometo que ganare tu corazón.

The Secret of the Kingdom.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora