Daryl.

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Los muros eran tan altos que le fue difícil pensar en la manera en que los tres hombres a los que acompañaba hubieran podido saltar, debieron haber tenido alguna muy buena maña para lograr trepar hasta la cima y después para descender en una sola pieza y hasta entonces desconocía la razón por la cual habían salido.

    —No pensarás que treparemos esa cosa cierto —se le acercó Dale hablando tranquilo mientras caminaba usando la vara de bastón.

    —Entonces cómo entraremos, acaso salieron caminando por la puerta.

    —De hecho así fue —por fin hablo el menor de los hombres —salimos a cazar un poco, tenemos permisos reales. —Dijo con una sonrisa eufórica.

    —Sí, pero aquel día aparecieron unos tipos extraños y nos alejamos más de la cuenta te confieso que sin tu ayuda el regreso hubiera sido bastante pesado —concluyó Glenn y siguieron caminando.

    —Como entrare yo, no tengo permiso, ni dinero. —Daryl parecía realmente angustiado.

    —Calma muchacho, todos me conocen muy bien, tú solo déjalo en mis manos.

    Vieron cómo Dale se alejaba de ellos para aproximarse a los guardias que se encontraban postrados en la puerta con escudo y espada en las manos.

    El viejo saludo tranquilo a los hombres, les contó un par de chistes y después simplemente abrieron las puertas sin prestar atención a los que entraban; Daryl agacho la cabeza al pasar a lado de un custodio.

    —Debiste traernos una Dale —le gritó un guardia —para la próxima lleva una red más grande.

Caminaron los cuatro rápidamente hasta llegar al centro del pueblo.

    —Esos bastardos apenas alguien menciona una bella mujer y ya esperan tirársela —Dale noto a Daryl que atento miraba aquella plaza como si fuera un nuevo mundo, uno completamente diferente al de él. —Oye chico acaso te impresionó este lugar.

    —No, no, es solo que me parece tan vacío el comercio de pieles y joyería —caminaban por entre los puestos —en mi pueblo jamás veremos algo así, todos deben tener bienes, no es así.

    —No estarás pensando en robar las tierras de la montaña Daryl podríamos invadir tu territorio y no creo que Merle parezca contento con aquello.

    Por un segundo recordó a su hermano, seguramente perdería la razón al ver todo aquello tan al alcance de su mano, se iría del lugar con las manos y los bolsillos más que llenos, pensó en saquear algunos puesto, pero hasta ese momento todo estaba tan tranquilo que comenzar una trifulca no le daría buena fama y aunque no la deseaba prefería conocer primero su territorio.

    Llegaron a una humilde casa, con la chimenea humeando y las ventanas empolvadas, Glenn corrió hasta la cocina para encontrarse con su esposa de vientre abultado, un hombre aún más anciano que Dale le hacía compañía, y una bella joven de cabellos dorados que tomó la mano de Noah con cariño.

    —Tardaron en volver, el bosque esta espeso —pregunto el anciano.

    —No, fue que —Glenn dudó un momento en continuar, miraba a Dale de reojo.

    —Fue solo que mi vieja brújula ya no funciona como antes —intervino Dale —debimos llevarnos la tuya Hershel —soltó una fuerte carcajada.

    —Y este hombre, de donde lo sacaron, de alguna cueva. —Los ojos de Hershel se habían clavado en Daryl

    —Sí —solto Noah y Glenn de inmediato le propinó un fuerte codazo en las costillas.

The Secret of the Kingdom.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora