Carol y Daryl.

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No se atrevía a mirarla a los ojos, apenas alcanzaba a distinguir la punta de su zapato que sobre salía ligeramente por el filo de su vestido, no se movían, parecían un par de niños recién regañados esperando la autorización de su madre para poder reanudar la marcha.
Pero nadie más que el podía sentirse tan avergonzado después de haber salido corriendo asustado justo después de insultar a la mujer que le robaba el pensamiento y ahora estaba ahí, de nuevo frente a él que simplemente no se atrevía a mirarla fijamente.

—Vas a quedarte ahí parado sin decir nada —cuando escucho su voz fue ineludible seguirla evitando. —Como fue que mi sobrino termino contigo, lo convenciste de salir del palacio, qué pretendías con todo esto, sabes que podría morir.

Carol buscaba la mirada de Daryl de todas formas. —Es solo un niño.
—No fue mi idea —respondió —el chico me lo pidió yo solo fui amable.
—Y esa promesa que te hizo, con quien querías hablar. —Por fin sus miradas se encontraron.
Daryl guardó silencio mientras la observaba, el vestido ceñido a su cintura, el escote que mostraba el exquisito par de senos que se mostraban firmes y el rostro, los labios rosados y delgados que se entreabrían esperando una respuesta que en ese momento no le llegaba a la mente por qué solo podía pensar en lo hermosa que era.

—Contigo...

Fue lo único que soltó, Carol se sorprendió y de repente las manos comenzaron a sudarle y sus palabras se confundían un poco, la noche anterior había llorado por diez minutos después de su partida, realmente le gustaba pero se veía tan menos para él, no soportaba la idea de no volver a verlo y cuando lo vio llegar con su sobrino la sangre le volvió a hervir en las venas, que podía decirle que no fuera un reclamo por haberla dejado sola.

Respiró con fuerza y se acercó a Daryl, con sus manos le acicalo el cabello y lo colocó detrás de sus oídos, Daryl dejaba que lo tocara, le gustaba sentir aquella calidez de su piel, el aroma que siempre le seguía. Carol froto sus mejillas, sus párpados, lo miraba como si fuera una obra de arte, algo perfecto aún con el rostro sucio y la piel áspera, continuó el recorrido pasando los dedos por sus labios, ahí la piel era muy tersa, Daryl llevó su mano derecha hasta la de Carol que seguía en su rostro y le beso ligeramente la palma, ella cerró los ojos para sentir ahora las manos de Daryl subiendo suavemente por sus caderas, se estremeció, la piel le ardía de deseo.

—Por qué me atraes demasiado —susurro a su oído —por qué no puedo dejar de pensar en ti —volvió a decir mientras mordisqueaba el lóbulo del oído de la mujer —por qué eres lo único que deseo tener.

Carol lo miro a los ojos fijamente, le gustaba el color zafiro que brillaba como un millón de luciérnagas volverse obscuro cuando sus pupilas se dilataron, no sentía su respiración entre cortada ni el vuelco que su corazón dio al escucharlo hablar con tanta pasión, solo podía sentir cómo se elevaba lentamente.

—Lo siento no debí venir —Daryl dio media vuelta al notar el desconcierto de Carol, pero antes de verlo salir lo detuvo tomando su mano con fuerza, Daryl retrocedió un paso hasta estar de nuevo frente a ella, Carol lo sujetó con fuerza de los brazos y se acercó más, Daryl dudo un segundo en tomar a la futura reina pero algo en su interior le gritaba con más fuerza que sus pensamientos simplemente se volvían ecos casi inaudibles a los que con facilidad podía ignorar.

—Yo siento exactamente lo mismo —dijo Carol atrayéndolo hacia ella, sus labios se tocaron primero levemente, un roce casi imperceptible, pero continuó cuando abrió los labios para dejar pasar la lengua de Daryl que comenzó la aventura en la cálida boca de Carol, ella se sintió como una niña de nuevo, inexperta y tonta, no sabía qué hacer, Daryl la afianzó a su cuerpo fue cuando ella se dejó llevar por el instinto que le gritaba en su interior pidiendo ser liberado.

Una a una las prendas fueron cayendo al suelo de caoba fina, Carol recorría el cuerpo de Daryl de forma delicada, observando cada marca, cada cicatriz, las besaba, recorría con su lengua cada una, Daryl sostenía la nuca de Carol mientras está hacia su travesía. Le llego su turno a él, pasaba ambas manos por la fina silueta de Carol, el vientre perfecto, las piernas definidas, los pechos que tanto deseo probar ahora eran su manjar y él lo disfrutaba, beso el largo de su espalda, y después cada rincón de su cuerpo en tanto que Carol estallaba de placer, mordiendo el interior de su mano para no gritar.

Tomo entre las manos a Daryl, aquella parte suya que necesitaba ser liberada y la llevo a su boca, su lengua supo de inmediato como saciarlo, moviéndose de arriba a bajo, despacio y después con intensidad, lo veía disfrutar de aquello, queriendo explotar de placer.

Pasó las piernas sobre su cintura y se aferró a Daryl, dejo que su instinto la guiará y se sintió penetrada en seguida, todo cobró sentido en ella, podía escuchar la melodía más hermosa en sus oídos aquella que simplemente era la voz de Daryl diciéndole lo perfecta que era, lo bien que se sentía.

Carol volvió a besarlo esta vez con más pasión que antes mientras el va y ven de las caderas de Daryl subía la intensidad del movimiento, le tomó el seno derecho y lo estrujo entre su mano, Carol quiso gritar del placer pero se contuvo, Daryl siguió besando el contorno de sus pezones rozados y erizados por la situación, los mordisqueaba y succionaba ligeramente.

Cerraron los ojos un segundo, la imagen de un volcán haciendo erupción apareció en la mente de ambos, un dragón negro salió de cráter, todo se inundaba de lava roja muy brillante, el dragón lanzó un rugido ensordecedor, la sangre les ardía, sus cuerpos estaban al límite, Daryl no se detuvo hasta que los dos llegaron al extasíes.

Se levantó apenado, mirando nuevamente al suelo en donde reposaba su ropa, la miro de reojo, ella sonreía.

—Le pido me disculpe, alteza, no debió ocurrir.
—Eso es lo que realmente crees Daryl —Carol se levantó dejando su desnudes al descubierto, no le importaba que la viera.—porque para mí a sido más que placentero —volvió a sonreír.
—Le aparecido solo un entretenimiento mi señora —levantó su camisa —al menos espero que lo haya disfrutado, no volverá a pasar.
—Por qué no pasará de nuevo —se acercó seductora a Daryl —no sólo lo disfrute sino que lo deseaba desde la primera vez que te vi.

Daryl por fin le mantuvo la mirada —eso es lo que buscaba de mi, un poco de placer con un plebeyo.
Carol soltó una gran carcajada —déjate de esas cosas Daryl, que bien sabes lo que sucede entre nosotros, no lo sientes, no acabas de ver lo que a sucedido, tenemos una conexión que...

Daryl la cayó besándole los labios esta vez con ternura, la punta de la nariz de ambos se tocaba.

—Lo he visto, lo sé muy bien, lo que hay entre los dos, pero no es posible, jamás lo será.
—Pero...porqué si sentimos lo mismo.
—No ves la realidad Carol, yo soy un don nadie, un ladron sin un buen futuro que ofrecer, tú en cambio en unos días serás la reina no sólo de aquí sino de las cofradías, Alexandria, Hilltop, no sé cuántas más —le tomó el rostro entre las manos. —Nada es más imposible que lo nuestro. —Le beso la frente y salió del salón lentamente.

The Secret of the Kingdom.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora