The Secret of the Kingdom.

La caida de Alexandria.

—Idiota —diste a conocer nuestra ubicación, ahora tendremos que movernos por el otro lado, sabias que quería empezar por Hilltop y lo echaste a perder como siempre por tus arranques —Philip se paseaba dentro de su escondite secreto, la montaña gris más grande del oeste, el dueño de las tropas obscuras se quejaba de la incompetencia de su oficial en jefe, el tipo del mazo con púas. —Debí quitarte del puesto cuando pude jamás lograrás nada.

Negan lo miraba con sangre en los ojos, solo él sabía el plan que había trazado mentalmente en el que Philip no intervenía y terminaba muriendo bajo el yugo de su arma, pero aún no lo había hecho porque lo necesitaba con vida, era cierto que el movía a las masas mejor que él mismo y sobre todo tenía la capacidad de crear a esos horribles seres que defendían todo  en el territorio, los caminantes mutados.

—Querido Philip no deberías sobre saltarte, lo que a sucedido no ha sido más que a propósito, con esto podremos mantenerlos alejados de aquí aunque sinceramente has revelado tu arma secreta, que te parece si atacó el pueblo del norte, seguramente no están preparados no reconocí a ningún hombre de Alexandria si los terminamos a todos no tendrán tiempo de reclutarlos y así será más fácil vencerlos.

Philip lo miraba en silencio, su primo por fin había tenido una idea funcional, deseo que se le hubiera ocurrido a él pero no fue así tenía que aceptar que Negan estaba actuando por fin con inteligencia.

—Hazlo, ve hoy mismo, no hay tiempo que perder, yo me encargaré de darle vida a los Winslow, creare tantos que no los podrán detener y entonces me traerás con vida al rey y por qué no a la bella reina que tiene como esposa y aquí mismo les cortaré la cabeza a ambos.

Negan salió de la cueva silbando una melodía pegajosa y se dirigió a su grupo, idiotas con caras de bufones, amputados, hombres con la cara quemada debido a algún severo castigo impuesto por su gendarme, hombres que casi no lo parecían al estar tan llenos de tierra y fango con ojos coléricos y dientes podridos, estaban listos para pelear.

Enfundados en sus ostentosos trajes negros levantaron las hachas, espadas y lanzas, no parecían agotados sino más bien ansiosos por continuar con el baño de sangre que tanto les gustaba, emprendieron el camino al norte siguiendo a su líder, la mascara cubierta de sangre no lo dejaba distinguirse de los demás pero sin duda sabían que era él por el arma que llevaba consigo.

El viaje que comenzó a primera hora del día concluía casi con la llegada de la noche, el clima frío les había cubierto los trajes de pequeños copos de nieve que les restaba visibilidad, sus pesadas botas se hundían en la nieve algo con lo que Negan no contaba, pero no desistió de sus planes y siguió avanzando, sabían trepar muros con facilidad, derrumbarlos o quemarlos en solo segundos, sería muy sencillo tomarlos por sorpresa y acabar con todos ellos, una pobre comunidad que desconocía lo que les esperaba.

En las torres los guardias de Alexandria lograron distinguirlos a lo lejos, sin embargo no lo suficiente como para preparar el contraataque.

Heath bajo de la torre principal lo más rápido que pudo, la gente aún paseaba tranquila por las calles cuando grito llamando la atención de los presentes, los obscuros estaban por atacarlos, Rick salió enseguida con la mano en el arma que desenfundó sin pensarlo dos veces, detrás de él Abraham y Tobin también ya estaban preparados para atacar, cuando bolas enormes de fuego comenzaron a caerles encima, por los muros cual arácnidos trepaban las tropas de Negan, la gente de Alexandria comenzó a correr despavorida sin saber dónde ocultarse, Gabriel los llamo al templo en donde se pudieron resguardar la mayoría de los pobladores mientras otro tanto intentaba defender lo que era suyo.

Rick los guió al frente, con la espada más afilada intentaba penetrar las armaduras, Abraham llevaba un hacha pesada con la que logró hacer un corte mortal en el cuello de uno de los enemigos. Tobin intentaba detenerlos para que no pudieran llegar hasta la iglesia la gente de Alexandria comenzaba a caer, Rick sintió que su fin llegaba cuando lo vio un hombre alto con un mazo en las manos, de un golpe fuerte hizo saltar por los aires a Nicholas y Aiden  quienes intentaron detenerlo, Rick podía ver cómo aquel hombre sonreía a través de esa máscara que traía puesta, estaba atemorizado y dio gracias de que sus hijos no estuvieran ahí, Abraham lo observaba, le gritaba para que pudiera reaccionar pero Rick se había quedado petrificado sobre sus piernas que se negaban a moverse mientras Negan daba un paso más hacia él matando a su ejército con cada paso que daba.

—Muévete idiota —Abraham lo agito fuertemente —nos están haciendo mierda que hacemos.

Rick reaccionó asustado, sabía que era su responsabilidad, tenía que hacer algo por su gente pero qué, ahora los veía sangrando en el suelo entre quejidos y llanto.

—Así que eres el líder de esta comunidad —Negan llegó frente a Rick, el ejército se detuvo, los obscuros permanecían a espaldas de su líder con las espadas de frente, escurriendo de sangre y viseras. —Es una lástima lo que acaba de suceder no lo crees —señaló a los caídos —y lo que viene será peor —esbozó una sonrisa sarcástica — iré por el reino muy pronto —levantó el mazo en el aire — pero antes debo darles a ustedes una lección para que no se metan en una lucha que no es suya —tomó a Rick por el cuello de la camisa y lo arrojó al suelo, Rick seguía angustiado, había entrado en un shock que no lo dejaba pensar con claridad, con la espada entre las manos temblorosas siguió a Negan con la mirada que se le nublaba por la sangre y el llanto.

–Cuál es tu nombre – pregunto tajante.
–Lord Grimes – intentó alardear – Rick Grime.
—Presten atención todos ustedes —grito a los presentes —su líder tiene que pagar un tributo, tendrá que entregarme la cabeza de alguno de ustedes si es que quiere seguir con vida y rigiéndoles de esta forma tan patética y miserable —se acercó a Rick quien había clavado la mirada en el suelo —escuchaste quiero que escojas a uno de ellos y lo entregues a mi.

Rick movía la cabeza negando, jamás entregaría a alguien, todos eran inocentes en ese caso quien tendría que pagar sería él, se entregaría el mismo.

Toma la mía —susurro Rick pero alcanzó a escucharle Negan —quieres una cabeza toma la mía, déjalos a ellos en paz, no lucharán sin un líder, podrás ir a donde quieras, nadie de aquí peleará más contra ti.

—Vaya pero que honorable resultaste ser Ser Grimes —río a carcajadas y su corte lo imito, tomó la espada de Rick —parece que nos servirá —la levantó en el aire y después la dejo caer sobre el cuello de Rick aparentando dar un corte pero simplemente se burlo de todos levantando la espada, Rick sentía el corazón latiéndole a mil por hora —no...tú no, mejor la tuya —levantó la espada rápidamente y de un solo corte pasó el filo por el cuello de Abraham, su cabeza cayó al suelo enseguida, dejando su cuerpo aún de pie unos segundos salpicando sangre de las arterias abiertas, Rosita presenciaba la escena se tiro a llorar mientras intentaba correr a su lado, Spencer la sujeto de la cintura para que no diera un paso más.

Negan levantó la cabeza de Abraham por los rojizos cabellos y la paseaba mientras la mostraba como un trofeo a sus aliados que seguían riendo como idiotas al ver la cabeza sangrando.

—Más te vale que no corras a informarle al rey de esto y mucho menos espero que te unas a él, de lo contrario volveré por la cabeza de cada uno de los sobrevivientes y sabes que lo haré —acercó el miembro sin vida al rostro de Rick, más desencajado que antes.

—Acaben con los Troichean y larguémonos de aquí —ordenó Negan matar a los muertos que comenzaban a despertarse —fue una visita placentera Ser Grimes —le reverencio tomó la espada de Rick para arrojarla a uno de sus gendarmes y siguió con el mazo al hombro y la cabeza en la mano.