The Secret of the Kingdom.

El mounstro interno.

Daryl lustraba con un viejo pedazo de tela la hermosa espada que Carl usaría en el duelo, apenas había amanecido y ya estaba en pie de un lado a otro intentando relajar sus ansias, confiaba en Carl desde luego pero lo que más le preocupaba era fallarle a Carol, Daryl jamás había tomado clases de esgrima, defensa o algo por el estilo todo lo que sabía lo había aprendido de forma natural, o bien Merle le daba algunos malos consejos y ahora estaba a cargo de un joven bastante importante en el reino y si fallaba, si algo le sucedía al chico que sería de Carol, que pensaría de él entonces.

Deseo por un momento no haber llegado hasta ahí, pero desechó la idea de inmediato al pensar en la mujer que le robaba el sueño y algo más, ahora veía tan lejano el hecho de volver a su tierra, no podía alejarse de ella aunque era algo que debía evitar a toda costa, pensaba en la forma de estar cerca de ella después de el duelo no sabía cuál sería su destino, si lo echarían del palacio, o si le permitirían seguir ahí como todo ese tiempo en donde se conformaba con verla pasear por los jardines, o verla leer en silencio bajo la sombra de algún árbol, Daryl sabía que ella estaba ahí observándolo también, lanzando discretas sonrisas escondidas que le erizaban la piel y después, el hombre que la había desposado aparecía siempre tan calmado y le besaba las mejillas y Carol bajaba los ojos tratando de esconderse, pero Daryl la podía observar bien desde cualquier punto, a veces deseaba salir huyendo del dolor que le causaba el verla de la mano de otro hombre, después olvidaba la idea por qué era más fuerte el sentimiento de verla de nuevo que cualquier otro, su dolor dejaba de existir cuando la imaginaba de nuevo a su lado, diciéndole palabras de amor que jamás creyó escuchar en su vida, pero que Carol decía no sólo con palabras, sino con sus actos, con su mirada.

—Así que nuestro escudero está listo ya —Richard llegó haciendo desaparecer todo rastro de ensueño en Daryl.
—Puedes ahorrarte tus burlas si es a lo que vienes —respondió Daryl sin darle la más mínima importancia.
—No me he burlado "mi señor" —volvió a usar el tono sarcástico — solo he venido a desearle suerte, no creo que la necesite si el chico Grimes es tan bueno y hábil como su padre, créame que lo deseo de corazón —caminaba por el salón —y también por el corazón de la reina que sin duda sufrirá al ver a su sobrino en su primer duelo real —se acercó a Daryl un poco más, mantenía la mano sobre su espada. —Aunque, sinceramente creo que la reina tendrá puestos los ojos en algo más que las armas, o mejor dicho en alguien más.
—En alguien más, Ezequiel estará a su lado no es así, a quien más podría estar mirando la reina.
—Deberías llamarlo su majestad y si existe un pobre perdedor al que la reina buscará en seguida.
—Un perdedor no creo que tenga la mayor importancia o para ti la tiene.
—No —dijo dando un paso lejos de Daryl —pero si su sobrino pierde la lucha, ese pobre infeliz irá directo a la horca y ella lo sufrirá —se miraban a los ojos, Daryl supo de inmediato que se refería a él.
—Deberías tener más cuidado con lo que dices, si alguien te escucha decir mentiras acerca de la reina...
—Sabes bien que no son mentiras —tomó aire antes de continuar —y sabes bien de quién estoy hablando el que debe tener cuidado deberías ser tu, dime escudero, acaso no has tenido encuentros con la reina fuera del reino, los e visto mientras se revolcaban entre los árboles, como un par de animales.

Daryl le soltó un duro golpe en el rostro, Richard no alcanzó a responderle y cayó al suelo, el labio le sangraba.
—Sabes que pagarás por esto cierto —se puso de pie —y ella también pagará, no permitiré que una traidora aspire al trono del reino, se merece morir como tú.

Daryl intentó golpearlo de nuevo pero Richard desenfundó la espada antes de que volviera a tocarlo y la colocó en su garganta.

—No permitiré que la dañes, no dejaré que nadie le haga daño y si para eso debo matarte, lo haré.
—No te tengo miedo. —Respondió.