El despertar

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Charlotte abrió los ojos. De repente. Parpadeó lentamente al ver tanta luz, y enseguida fue moviendo sólo las pupilas alrededor. La habitación hospitalaria la asustó, pero aún no era dueña de sus movimientos corporales y tuvo que estar varios minutos quieta, en silencio, esperando que la consciencia y sus fluidos sanguíneos llegaran a sus extremidades. Irguió muy lentamente la cabeza y vio las vías en sus brazos. Estaba repleta, tenía los brazos agujereados literalmente. Un pitido rechinante empezó a sucumbir en sus orejas, haciéndola recuperar el sentido del oído de a poco... escuchar, escuchar otra vez. Volvió a parpadear varias veces y también sintió el tacto: estaba muerta de hambre, tenía la boca seca y las sábanas raspaban. Se movió y entonces el pitido se hizo más fuerte; un brusco sonido de portazo le aceleró el corazón. La máquina pitó más fuerte.

Enfermero: ¡Dios! ¡Está despierta! ¡Ha despertado! —los médicos de guardia se movilizaron alrededor de la sala y empezaron a hacerle rápidas pruebas en ese momento. Vieron que todo le funcionaba correctamente. Las constantes eran similares, la única diferencia era que ahora podía moverse, estar plenamente consciente. La espalda la estaba matando de dolor al estar tanto tiempo postrada. Y sus piernas adelgazaron mucho todos esos meses de inactividad.

Charlotte Flair acababa de despertar. El mundo debía enterarse.


Mansión Flair


Ningún luchador había aún hecho el viaje a la casa de Ric, a la que había sido trasladada la paciente para estar mejor atendida. El anciano acomodó la antigua habitación de Charlotte con sábanas nuevas y edredones calientes para que no se entumeciera, y también estufas de mano. Necesitaba algo de vigilancia, sus biorritmos podrían haber cambiado para siempre, no la habían hecho hablar demasiado. Recordaba su nombre y datos básicos de su vida, pero los médicos sugirieron que no la acribillasen a ninguna cuestión más.

El Fenomenal fue uno de los primeros en enterarse por razones obvias, y atravesó la barriada que distanciaba una casa de otra para ser el primero en ver su estado.

Mientras avanzaba por los interminables pasillos blancos de la mansión, su tensión iba en aumento. Si tenía alguna deficiencia o no reconocía a su hija, o incluso a él, estaba perdido, se sentiría culpable por haber colaborado a que intentara quitarse la vida al arrebatarle a la bebé.

Suspiró hondo... y abrió el picaporte. Era la misma habitación, la misma cama donde diez meses atrás Seth la halló inconsciente con la piel casi verde por el efecto de las pastillas. Pero ahora... ahora estaba peor. Porque físicamente parecía otra. Cuando AJ la vio después de tanto tiempo de "coma" sintió una punzada al corazón, seguía demacrada. Al estar siendo alimentada por suero, su organismo no podía permitir la digestión de algo más que un trozo de pan como mucho, sino corría riesgo de muerte. Estaba delgada, muy delgada. Y se le notaba en la cara. Como era tan larga ya de por sí, el aspecto de sus brazos dejaba mucho que desear. AJ no pudo verlos porque tenía un polar puesto encima, pero se lo percibía hasta en los mismos huesos de la mandíbula.

Styles: Te acuerdas de mí, ¿no?

Charlotte: Sí —asintió, pero algo parecía tenerla pensativa todo el rato.

Styles: ¿Qué es lo último que recuerdas? —la miró fijamente, analizándola. Parecía estar luchando contra su propia cabeza. En la mente de Charlotte se acumulaban muchas páginas desordenadas, episodios de violencia doméstica y reconciliaciones pasionales sin fecha. Con el recuerdo de un cachetazo cerró los ojos y se descentró por completo, sintiendo escalofríos.

Problemática ( III )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora