Hotel

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Seth: ¿Qué cojones te ha pasado?

Styles: Nada, ¿qué me ves?

Seth: Y un huevo que nada. ¿Te ha pegado el portero o qué coño? —dijo tocándole la mejilla, la tenía roja como un tomate en comparación con la otra; le había dado tal tortazo que algunos de sus poros se habían roto y sangraban como diminutos puntos rojos.

Styles: Nada... no es nada. Voy al hotel.

Seth: Tío, eso tiene mala pinta. ¿Seguro que no te has pegado con nadie? Sasha me dijo que vio a Charlotte ligando... no merece la pena que te pelees con un desgraciado.

Styles: Sí... con un desgraciado —le esquivó sin mirarle y salió cabreado de allí.


Hotel


Cuando llegó al pasillo sacó el móvil y la llamó, pero como era de esperar no se lo cogió.

Se quitó la camiseta y se vio en el espejo. "Pst, eres patético. Si hasta Seth se ha creído que te ha pegado un chalado de la calle." Pasó los dedos temblorosos por su abdomen, la muy hija de puta le había dejado marcas después de meses sin regalarle otro de sus enfrentamientos. Se sentó frente al escritorio y se tapó los ojos, conteniéndose. Pero no podía, ya no podía más. Empezó a sentir los ojos húmedos y acabó llorando solo como un desgraciado, como esos tipos con los que él se metería si retrocedía en el tiempo y miraba al AJ de años atrás, el rebelde y el auténtico capullo.

Se preguntó si de tanto follarse a tías y después dejarlas tiradas, en su peor época como mujeriego, le estaba pasando factura ahora. Pero su mente ya no podía concebirlo más, no podía seguir con una mujer que le hacía sentir todas esas mierdas, estaba harto. Jamás había llorado así. Pensaba en Marlene y se derrumbaba más todavía, echándose las manos a la cabeza. Cada vez que discutían fuerte la niña no quería estar al lado del basilisco en el que se transformaba su madre.

No podía, no podía dejar a su niña pequeña a su cargo. Otra vez, vuelta a lo del principio.

Escuchó la tarjeta en la puerta. Eran ya las 4 de la madrugada y se dio cuenta de que el tiempo parecía no pasar cuando estabas rozando la depresión. Se secó rápido las lágrimas.

La puerta se abrió y entró la culpable de todos sus dolores. AJ se levantó de la silla y la ignoró pasando cerca de ella, metiéndose en el cuarto de baño. Charlotte le vio la cara y se humedeció la boca, pero hizo lo mismo que él y pasó de largo. Se quitó el abrigo y la bufanda y empezó a descalzarse. La tensión podía cortarse con un cuchillo.

Cuando AJ terminó de ducharse y salió, la encontró fisgoneando su móvil apoyada en el balcón. Se acercó enfadado a ella, pero cuando vio cómo le oía y se le quedaba mirando de reojo, tan expectante a que se le acercara, paró de andar y siguió vistiéndose. Se negaba a otra trifulca. Charlotte volvió la vista a la pantalla mirando sus mensajes descaradamente.

Cuando pasaron unos minutos y ya le había visto toda la galería y la mensajería, dejó caer el teléfono en el sillón exterior y acabó metiéndose en la habitación. Le vio vistiéndose con ropa de calle.

Charlotte: ¿A dónde vas?

AJ no le respondió y se puso la chaqueta. Cogió el móvil de fuera y ella se giraba según iba caminando, hasta que vio que se acercaba a la puerta.

Problemática ( III )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora