Divorcio

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La sala de espera era inquietante. No era la única familia que esperaba el veredicto, pero sí la que se jugaba tanto. Que Marlene muriera o no dejaría claras muchas cosas.

Si ella moría, probablemente Charlotte también lo haría. Era demasiado inestable como para soportar un dolor así. AJ se vería obligado a redimir las ganas de alcoholizarse al tener otro hijo que cuidar, y aunque quería con locura a Lucas, Marlene era su niña, su primogénita. Su ojito derecho. Había pasado tantas cosas con ella y era tan perspicaz, que ver cómo se apagaba su luz lo dejaría maltrecho para siempre. La noche que pasaron junto al niño fue horrible y ninguno de los dos pudo pegar ojo. Pero fue dos días más tarde cuando, después de que los pulmones de Marlene se encharcaran de sangre, la operación debía hacerse obligatoriamente, muriera o no en el intento. Ya no podían retrasarlo más, estaba al borde de convertirse en un cadáver y dependía de supervisión constante para que el resto de sus órganos siguieran trabajando. Avisaron a los padres y los nervios los tenían mordiéndose las uñas allí.

Les habían hablado con mucha sinceridad antes de entrar la niña a quirófano: Marlene apenas tenía oportunidades de salir adelante. Ric había hecho sus tejemanejes para poner al día al mejor cirujano que conocía, el mismo que operó también la pierna a Charlotte en su momento. Aparte de cirujano plástico, aquel viejo tenía un pulso de hierro para las operaciones.





Cinco horas y el proceso no acababa. Charlotte no paraba de mover inquieta la pierna, poniéndose en pie cada vez que veía que un médico  salía.  Vieron como un grupo de cirujanos pararon delante de la otra familia que estaba esperando, dando la tragedia rápidamente. Mientras explicaban el proceso Charlotte vio cómo la madre se desmoronaba, llorando y poniéndose roja al instante, y sintió tal punzada que le faltaba el aire.

Charlotte: Por favor... —susurraba en un hilo de voz, moviendo la pierna más deprisa. Los otros no habían tenido suerte, y de su hija no sabían nada.

Styles respiraba profundamente, encajando antes de tiempo la noticia. Ya veía el panorama: Charlotte suicidándose a la mínima oportunidad y él teniendo que envejecer sólo y amargado con un hijo a cuestas. Nunca encontraría otra mujer, no sentía ni ganas ni necesidad, sólo centrarse en él y hacer lo posible por llevar la muerte de sus otras dos mitades. Cuando la misma puerta de antes se volvió a abrir, ya sabía que esto iba a cumplirse. Se humedeció los labios secos y metió a Lucas dentro del carrito, poniéndose en pie. Charlotte se tapaba la cara con las manos, no podía asimilar lo que se les estaba cercando.

Cirujano: Charlotte Flair y AJ Smith. ¿Son ustedes? —ella no contestó, pero el hombre asintió— la operación finalizó. Y...

Se le cortaba el aire.

Cirujano: ...está estable. Nunca pensé que diría esto, pero... si los milagros existen, pueden estar seguros. Éste es uno de ellos.

Charlotte se destapó la cara.

Charlotte: En serio... ¿en- en-serio?

Cirujano: Sí, completamente. No he visto niña más fuerte que ésta. Pasen por aquí —AJ notó que la sangre le volvía a todas partes. Ambos padres se movilizaron apresurados, dejando atrás los lamentos de la otra familia y centrándose en lo que les concernía.

El hombre se quitó los guantes y agarró el informe de Marlene, lleno hasta los topes de apuntes y de daños que habían sucedido con el paso de los días.

Cirujano: No podíamos hacerle una radiografía en condiciones, todo era complicado al tenerla tan débil y con tanto aparato conectado. Nos hemos tenido que arriesgar y abrirla, uno de los problemas era su corazón. Había quedado muy afectado por el impacto y las demandas de sangre... en fin, eran irregulares en todo su cuerpo.

Problemática ( III )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora