Nunca te perdonaré

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Aceleró el vehículo a más. 140... 160... el volante empezó a hormiguear por la velocidad con la que atravesaban el asfalto. Marlene se partía de risa por la sensación de cosquilleo en la barriga, adoraba la velocidad tanto como su madre. Cuando Charlotte percibió a lo lejos un semáforo en ámbar fue frenando y dejando que el vehículo estabilizara la velocidad solo.

Fue cuando Emma, la gran desgraciada, entró en escena.

Se maldijo al notar que ya no iba tan deprisa, eso reducía las probabilidades de que el impacto las matara. Charlotte estaba frenando, iría a 100 por hora pero ni por esas frenaba ante el semáforo rojo del todo. Al ver que no había nadie para cruzar, la luchadora volvió a incrementar la velocidad saltándoselo.

Escondida en el suyo, Emmalina aceleró el coche y se desvió de la ruta, el plan no la implicaba físicamente ni mucho menos. Aparcó aprisa en el descampado de sus caballos que daba directo a la autovía y frenó en seco. Se pegó la carrera a la zona lateral más peligrosa, donde todos los coches atravesaban rápido la avenida y las carreteras eran perfectas para un amante de la velocidad. Sabía que Charlotte iba a pasar por allí en pocos segundos y por eso debía darse prisa. Ya lo tenía todo orquestado. Eva Marie le dio la información que necesitaba, era un hecho que aquella idiota llevaba a su hija a velocidades prohibidas.

Escuchó el motor y cerró los ojos... rezaba porque aquello diera frutos.

Abrió la valla y dos de las yeguas se dispusieron en fila india, ya las tenía preparadas de la noche anterior. El motor del Lamborghi se oía cada vez más, se acercaba vertiginosamente. Emma curvó sus comisuras y toco su bocina, haciendo que los caballos se revolvieran locos y empezaran a trotar en dirección a la carretera sin mirar nada.

Emma: Lo siento, chicas. Os quería más en la infancia —murmuró hacia las yeguas, que trotaban desbocadas hacia su fatal destino. Pisaron la carretera.

Y ella se puso las gafas de sol y contempló su plan maestro.

Desgraciadamente, muy a pesar de las dos que iban dentro del vehículo, el plan estaba bien pensado. Y salió a pedir de boca.

El coche atravesaba la carretera a una velocidad increíble, Charlotte estaba entrenada para distinguir las curvas del asfalto y era una apasionada del riesgo, pero su rostro palideció cuando de la nada, dos caballos aparecieron en su camino. Pisó embrague y frenó hasta el fondo, incluso le dio tiempo a quitar la marcha.

Pero los atropelló inminentemente.

"CRASHHHHHHHHHHHHHHHHHH".

Los llevó en el capó varios metros más allá. Empezó a perder el control del vehículo y la tracción trasera hizo que las ruedas derraparan demasiado, el coche dio varios trompos hasta darse de bruces con el quitamiedos. El impacto fue brutal, y había sido a mucha velocidad. Era el segundo coche que Charlotte destrozaba.

Cuando el deportivo morro del automóvil se acható de tal manera, a la más mayor no le dio tiempo siquiera a sentir dolor, el golpe la aturdió y la hizo perder la consciencia en el acto.

Sólo pasaron segundos hasta que su cerebro la reanimó. Abrió los párpados.

Los minutos pasaban lentamente... no sentía nada. Sabía que todo iba mal, pero no sabía por qué, su cerebro estaba conmocionado y no la dejaba asociar hechos. Al abrir los ojos y parpadear de nuevo seguía sin saber qué ocurría. Se sentía consciente. Pero no era capaz de mover un solo dedo. Estaba en shock postraumático, no asimilaba lo que estaba pasando. Oyó sirenas de ambulancia pero su mente seguía sin caer en cuenta de nada, no sabía ni cómo era su nombre. Veía que el parachoques se abolló y que se habían dado tan fuerte que la parte delantera del coche se hundió hacia dentro. Le pitaban los oídos... se quedaba dormida de nuevo sobre el airbag...

Problemática ( III )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora