Un "viaje" particular

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AJ aparcó frente a la mansión y sacó el par de valijas en las que llevaría lo que le interesaba. Abrió la puerta con sus propias llaves sin llamar, le daba igual lo que pudiera encontrar al otro lado. Entró al dormitorio y la vio en la larga mesa del escritorio; su querida esposa se puso en pie lentamente escondiendo con la mano sus cartas.

Styles: Seré rápido, sigue con lo que hacías —dejó la maleta abierta y empezó a vaciar los armarios con lo poco que quedaba de los niños, no era el primer viaje que hacía a lo largo de la semana. Su ropa la había cogido cuando Marlene tuvo el accidente, pero ahora se llevaba la de ella y la de Lucas. Al ver cómo llenaba los bolsillos de patucos y gorritos de lana la rubia tragó saliva, aquello era duro. Estaba tan cansada de insistir... no podía volver a intentarlo, era surrealista, menos aún después de que él le dejara claro que ya no la quería.

El timbre sonó.

Styles: Anda, mira, tu amante. Podéis besaros por aquí, yo no miro —Charlotte pasó por su lado sin responder y al abrir la puerta tuvo que respirar hondo.

Joyce: Charlotte Flair, soy el agente Joyce. Lo siento, pero debemos llevárnosla a comisaría. Lleva sorteando nuestra citación más de un mes.

La mujer comprimió los labios. Al no responder nada el agente la giró deprisa y sacó las esposas, uniendo sus muñecas con el acero. AJ oyó ruidos y caminó hacia el pasillo extrañado, pero cualquier visión hubiese sido mejor que ver cómo le recitaban los derechos policiales a su esposa mientras otros armados registraban la casa. La rubia estaba muy nerviosa, sabía que de aquella ya no tenía escapatoria. Ric lo sabía, su padre estaba al tanto de la alarmante situación pero nada podía hacerse para revertir lo que estaba pasando.

Styles: ¿Qué coño pasa aquí?

Joyce: Es el marido. Le necesitaremos dentro de unas horas en comisaría para que dé algunos testimonios.

Policía: Sí, en los cargos de maltrato doméstico y violencia repetitiva en recintos públicos. El marido casi siempre estaba presente.

Styles: No... dime que no —llevó la mirada a Charlotte, pero ésta respiraba tranquila sin dirigirle la palabra— ¿a esto te referías? Te iban a arrestar. Charlotte, no puedo creérmelo...

Joyce: Llevadles en furgones separados, cualquier cosa que diga esta mujer podrá ser utilizada en su contra.

Styles: Nena, no lo sabía. Tenías que habérmelo dicho. Charlotte.

Charlotte: Iba a hacerlo, antes de que me follaras por pena —le escupió dolida, sin mirarle. Él empezó a retroceder en el tiempo mientras lo dirigían al furgón, aquello era imposible... no podía ser verdad que hubiese estado haciéndole pasar un calvario cuando lo que quería ella era disfrutar de unos últimos momentos de paz con él.



Comisaría


Pasadas unas horas, tanto el abogado infalible de Charlotte como su padre se dieron cuenta de que no podían evitar la cárcel de ninguna manera. Resultaba imposible se mirara por donde se mirara, la multitud de archivos que habían sido pasados por alto junto a falsificaciones destapadas que la WWE hizo para ayudarla saldría muy caro. Charlotte había sido imputada por una cantidad indigesta de delitos, todos archivados en su carpeta personal de la comisaría (que sobresalía engrosada con respecto a las demás). Había tenido problemas con la policía anteriormente, pero siempre había sorteado la cárcel. No tendría tanta suerte en esa ocasión. Tras cuatro horas con la mujer sentada en el banquillo, se determinaron más de 7 casos penales para la luchadora -que por supuesto, ya no podría tocar un ring nunca más-. Había violado repetidas veces la política de Bienestar de la compañía, había tenido peleas estando federada en lucha libre, peleas propiciadas o comenzadas por ella. Había cometido suicidio sin éxito en dos ocasiones, pero nada peor que la retirada de sus dos custodias. Tanto Marlene como Lucas tenían un solo tutor legal y ese era AJ, Charlotte no podía estar cerca de sus hijos por la mala conducta y su reincidencia constante en drogas y agresividad. Además, era de las poquísimas mujeres estadounidenses que sería juzgada por golpear a su marido y ser considerado un acto de violencia hembrista. Sus cargos eran cada vez mayores. La conducción temeraria la obligaba también a dejar de conducir durante una larga temporada, pero como el juez no le iba a otorgar ninguna fianza, se sumaban meses entre rejas.

Ric: Te has lucido. Te has lucido pero bien —dijo detrás de las rejas del calabozo. Charlotte estaba de pie al otro lado.

Charlotte: Algo se podrá hacer, aunque sea reducir la pena.

Ric: Gracias a mi abogado van a reducir tu reclutamiento a dos años. Dale algo más de tiempo en el próximo juicio y te aseguro que lo convierte en doce meces.

Charlotte: ¿Doce meses? Papá, no hago más que perder años de mi vida, ya perdí uno en una camilla injustamente, me perdí el crecimiento de mi hija. Haz algo para que no pase lo mismo con Lucas.

Ric: ¿Que haga algo? —se señaló abriendo los ojos— ¿Qué coño te crees que hago aquí, ligar con las policías? Estamos viendo tu caso desde todos los ángulos, pero joder, con sólo ahondar un poco en cada cosa de la que se te acusa te deja peor imagen.

Charlotte: Haz lo que sea pero sácame de aquí. No puedo ir a la cárcel.

Ric: Ya estuviste una vez. Eso te quita muchos puntos, eres reincidente —resopló apretando uno de los barrotes— de verdad, con lo tranquila que es vuestra madre... no sé a quién salisteis, tú y tu hermano.

Charlotte alzó una ceja, mirándole acusativa.

Ric: Yo nunca pisé la cárcel. Bueno, una vez sólo. Pero ni en broma con tus cargos.

Charlotte: La primera vez que estuve fue en 2013 y fue por una tontería.

Ric: Golpear a los policías que te van a detener no es una tontería. De ahí tus cargos de obstrucción. Mira, hija, no sé cómo, pero tu caso está siendo muy complejo y lento... tienes un historial muy malo. Espero que hayas aprendido a defenderte bien, porque sinceramente... —murmuró apretando los dedos en la reja de nuevo, suspirando. Charlotte cerró los ojos y se acercó algo más a él.

Charlotte: Está bien... haced lo que podáis. De verdad, no voy a enfadarme. Quiero ser una persona mejor —se humedeció los labios— siento mucho haberte pegado, y... haberte hecho pasar tan malos ratos por mis irresponsabilidades. Nadie se merece pagar más que yo.

Ric: Tranquila, corazón —le tocó la mano— no hay nada perdido hasta que se dicte sentencia. Eres mi hija, voy a perdonarte siempre.

AJ tenía prohibido el pase y las visitas, y no pudo verla hasta que el larguísimo interrogatorio acabara. Charlotte dijo todas las verdades que pudo, las que sabía que podían demostrarse, y negó otras que no le convenía si quería conservar algo de dignidad. AJ no colaboró demasiado, tuvo que responder a preguntas muy delicadas y se puso tan nervioso que le citaron para un test psicológico, que determinaría cómo era la relación con su mujer. Pero no podía evitarlo: verla entrar a la cárcel era demasiado, sabía que era una buena mujer, una incomprendida con mucha mierda arrastrada de la infancia. Y era la mujer que amaba... no podía hacerle eso.

Pero daba igual, porque era inminente. Flair entraría a la cárcel.

 Flair entraría a la cárcel

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Problemática ( III )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora