Reencuentro en la habitación 103 (alerta smut)

121 15 7
                                    


(Coca cola y palomitas, que éste es largo e intenso.)


7 meses de reclusión


El carcelero giró las llaves y desbloqueó la cerradura. Al otro lado de las rejas había un infinito pasillo oscuro que ya no tenía celdas, sino habitaciones contiguas y repetitivas. Las puertas eran de latón, todo se escuchaba si se hablaba un poco más alto de lo normal. Y allí tendían a gritar mucho, cada trifulca o cada jadeo femenino se escuchaba a las mil maravillas. A AJ le daba auténtico asco. Pero se obligó a seguir andando sin mirar a ningún otro guardia: miró su papelito sellado, debía ir a la habitación 103. Tardó más de dos minutos en dar vueltas a los laberínticos pasillos hasta que encontró el pasillo que giraba a las habitaciones que empezaban en 100. La tercera puerta no se diferenciaba a las que había visto: desgastada, fina y de muy mal aspecto. Parecía que de una patada se iba a caer abajo.

El guardia que tenía asignada esa zona le vio y tras recibir su papel, desbloqueó también esa puerta, entregándole la llave.

Guardia: Una hora, ni más ni menos. Si en 59 minutos no has salido se te sacará. Si necesitas algo, golpea la puerta —la vigilancia era extrema en ese ala, al parecer. Estaría literalmente encerrado con ella por una hora. Cuando la puerta se abrió, por fin, pudo respirar menos azorado.

Seguía siendo ella. Con el pelo más rubio del sol, las uñas sin pintar y la cara sin maquillar, pero era completamente ella. Charlotte estaba tendida en la cama lateral, notablemente aburrida, y al ver que el policía abría la pueta fue poniéndose pesadamente en pie. Parecía que le costaba andar. Alargó las muñecas hacia el guardia y éste le quitó las esposas, a lo que acto seguido cerró con llave la puerta para dejarles intimidad.

AJ se abalanzó a por ella rodeándola con fuerza, con mucha fuerza. Aspiró tan profundo en su cuello para sentir su olor que lo sintió hasta en el estómago. Pero ella reaccionaba poco, y lo poco que reaccionaba, era lento.

Styles: Mierda, este sitio da asco. ¿Así es como se supone que tenemos que vernos?

Charlotte miró el sitio sin demasiado ánimo. Todo le parecía exactamente igual, si acaso, aquella cama era más amplia. Pero estaba acostumbrada a verlo todo hecho una pocilga.

El verla con el traje naranja le extrañaba tanto... siempre pensó de joven que él tenía muchas papeletas a acabar así vestido. O frecuentar una cárcel.

Styles: Háblame por favor... ¿te tratan bien?

Charlotte: ¿Está Lucas bien? ¿Marlene?

Styles: Sí, nena, él está perfectamente y perfectamente sano. No te preocupes, todo marcha sobre ruedas con ambos.

Ella asintió seria.

Charlotte: Eso es importante.

Styles: Dime cómo han sido los últimos meses... vamos, Charlotte, habla conmigo.

Charlotte: Mal, AJ.

El tema de sus nuevas cicatrices había sido zanjado las primeras veces que la vio. Era una fiera muy envalentonada, pero estar con tanta mujer descarrilada seguía sacando lo peor de ella. Tenía algunas cicatrices finas en los brazos, incluso en algunos sitios de las manos. Y cerca del ojo. Pero AJ se había cruzado con otras que tenían literalmente toda la cara morada. Su chica sabía defenderse y tenía buenas aliadas.

Styles: Esto pasará pronto... llevas la mitad del tiempo que te corresponde. Si tienes buena conducta quizá salgas antes, pero debes resistir —acarició sus brazos, pero no la notaba receptiva. Subió la mano hasta su cara y la levantó del mentón; la rubia tardó varios segundos en mirarle— estás ida... ¿te dan bien de comer?

Problemática ( III )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora