Gasolinera

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Emma salió del gimnasio agotada y paró a repostar. El chico que ocupaba su puesto salió al servicio un instante, dejando vacío el garito. Emma llenaba el coche de gasolina mientras tarareaba tranquilamente una canción, y ojeaba el móvil.

Al girarse casi le da un infarto: levantó la cabeza hacia su excompañera, encontrándosela de lleno. Charlotte tenía una orden de alejamiento frente a Silvia, pero Emmalina nunca imaginó que fuese a ser presa de la gigantona. Llevaba muy mala cara: lánguida, con ojeras y la piel pálida, observándola de hito en hito con esos ojos azules tan enfermizos. Parecía estar realmente enferma. Apenas se le veía el cabello, lo llevaba recogido en una trenza dentro de la capucha azul.

Emma: Joder, qué susto me has dado. Eh, sin rencores. Mi hermana no le cae bien a nadie.

Se esperaba una respuesta verbal... pero no la hubo. Charlotte le dio un fuerte empujón lanzándola contra el parachoques, dándose tan fuerte en la espalda que rodó hasta caerse de vuelta al suelo. Se levantó rápido, alejándose alerta.

Emma: Eh... no sé qué te habrá contado... pero créeme, es una mentirosa de mucho cuidado. Mintió hasta para sacarse los exámenes de la carrera.

Charlotte: Acércate, Emma. Ven aquí.

Emma: ¿Qué coño quieres decirme...? —miró de reojo hacia atrás, pero el joven muchacho seguía sin aparecer y no había nadie en la maldita gasolinera.

En un abrir y cerrar de ojos la rubia la alcanzó del brazo y la pegó a ella, cruzándole la cara con una bofetada que la hizo caer al suelo por segunda vez.

Emma se palpó la mejilla aturdida, pero intentó levantarse. A medida que erguía la cabeza vio la bota negra de Charlotte acercándose a mucha velocidad antes de impactarle en la barbilla, haciéndola morderse la lengua y rebotar otra vez en el suelo. Emma chilló por el dolor de la boca, se notaba sangre. Sin decir nada, la rubia se agachó hacia ella y empezó darle una soberana paliza. La agarró del pelo para que estuviera quieta e impactó un puñetazo tras otro en mitad de la cara, sin parar. Emma trató de agarrarla, trapicándose con su propia sangre, pero la más alta le quitaba la mano y le rompió los labios de un derechazo. Se puso en pie, andando alrededor de ella.

Emma: Perdón... —dijo como pudo, tosiendo y una ligera cascada de sangre salió de su boca. Charlotte la miró impasible, y le dio un pisotón en la boca que le rompió un diente. La australiana se sentía la cara hinchada, se arrastró como pudo al coche. Escupió el premolar y notó que su cara goteaba sangre. No sabía ni cómo seguía consciente pero, fuera como fuera, estaba ya muy mareada, nunca había sentido un dolor de ese tipo.

Un tirón de pelo y volvió a rodar en el asfalto, viendo a Charlotte de pie acercarse poco a poco. La veía borrosa, su cabeza estaba ida.

Emma: No te quiere... él sabe que eres una loca... —murmuró casi sin consciencia. Notó un nuevo golpe de Charlotte en mitad de la cara, y otro. La segunda paliza le esperaba por no cerrar la boca. Empezó a toser pero se atragantaba cuando la pegaba de nuevo, una y otra vez, distinguía algunos trazos de su rostro... y distinguía su propio miedo al ver como su misma agresora tenía sangre de ella salpicadas de su propio rostro. Siguió recibiendo sus puños sin parar, hasta que de repente, uno de ellos fue muy distinto. Le dio con tanta potencia en la nariz que sintió el crac del hueso, se le durmió la cara por completo. De su nariz empezó a emanar una indigesta cantidad de sangre, no podía respirar por ella. Emma tosió y giró la cara ensangrentada hacia el puesto de la gasolinera vacía. Trató de gritar pero a la mínima que intentó abrir la boca otra patada de la rubia le giró la cabeza al otro lado y la dejó más atontada aún. Su respiración cortó de repente. Sentía mucho calor, se dio cuenta de que no le llegaba el aire a los pulmones. Empezó a hiperventilar ahí mismo, nerviosa al sentir que se asfixiaba, solo sentía como la hemorragia nasal seguía saliendo sin parar. Charlotte se agachó y le apretó la nariz, haciendo tanta fuerza al doblársela que acabó por astillársela del todo, pero Emma estaba teniendo ya espasmos. La rotura del tabique le había cortado el paso de oxígeno al cerebro, fácil y rápido si la intención era esa. Con los ojos abiertos, sintió una fuerte angustia corporal y su cuerpo siguió dando espasmos, lentamente, ante la fría mirada de su agresora. Otro espasmo, cada vez más alargados entre sí...

Charlotte la miró desde arriba con las cejas alzadas, sin sentir nada. Observó alrededor y seguía sin haber testigos. Sorbió por la nariz volviendo la vista a Emma... quería ver cómo se le iba la vida de los ojos. Cuando llevaba varios segundos sin moverse, un último espasmo pareció moverla... pero ya nada más.

La había matado. Con sus propias manos.

 Con sus propias manos

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Problemática ( III )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora