¿Cómo de fría llegas a ser?

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Hospital; habitación de Charlotte

Emma: ¿Cuánto más tiempo crees que será necesario esto?

Enfermera: No hablemos delante de la paciente.

Emma: Está inconsciente, ¿no la ves? —se puso delante de Charlotte y le hizo burla con muecas, sacándole la lengua. Finalmente se rio y se giró hacia su pariente— quiero que aumentes la dosis, mátala y ya está.

Silvia, la enfermera, se puso blanca, miró hacia los lados y la cogió de los hombros.

Silvia: Si se enteran de lo que estamos haciendo van a detenernos. No puedes pedirme que la mate... me encarcelarían en el acto.

Emma: Me encargaré de salvarte el culo, hermanita. No pasa nada. Pero quítame ya a esta zorra del medio. Es lo que se interpone entre mi campeonato y yo. Y también AJ.

Silvia: Emma, Charlotte no está capacitada para volver ahora mismo a entrenar. ¿Te crees que... —bajó la voz al sentir gente pasando cerca de la habitación— ...te crees que está en coma auténtico? Lo que le suministro no es para que no despierte, es para que no reaccione a ningún estímulo. Está en el estado más mínimo de consciencia posible. Si me haces cruzar la línea le puede dar hasta un ictus.

Emma: ¡Genial! —dijo divertida— sáltate toda esa jerga médica, vamos... ¿no quieres ver a tu hermana triunfando en el ring? ¿hay algo más importante? Ah, sí, luego planearé algo para quitarme a su hija también del medio, y entonces ya me ocuparé de enamorarlo. Sin mujer y sin hija, ya no tendrá a nadie en quien pensar.

Silvia: Me niego —se cruzó de brazos— estoy harta de tu carácter, estás como una cabra.

Emma: ¿Cómo dices? —frunció el ceño.

Silvia: Que no voy a tomar parte en esto, no entré a un hospital para cometer asesinato. Prepárate, porque no pienso seguir ayudándote.

Emma: A papá le gustará saber cómo aprobaste los exámenes de acceso. Y las oposiciones. ¿Verdad?

Silvia: Mira, cuéntaselo —negó con la cabeza, sulfurada. Tenía nervios de acero inyectando sedantes a Charlotte, también los podía tener en enfrentar a su progenitor.

De repente, la discusión de las féminas se cortó en seco cuando miraron a la paciente: Charlotte tenía los ojos abiertos, de un azul opaco y casi fúnebre. Emma se tapó la boca alucinada y susurró.

Emma: Qué cojones es esto... está despierta...

Silvia: No está despierta, ignorante —dijo con la voz baja, acercándose a la luchadora y la tocó del hombro. Como un nuevo acto reflejo, se volvió a quedar dormida— son efectos normales de los sedantes. Lleva tanto tiempo inconsciente que su organismo tiene algún tic que otro. No oye nada.

Emma: Debería estar en coma, me lo dijiste.

Silvia: Con sedantes no. No podía inducirla a un coma y quedarme tan ancha, ¿sabes las secuelas que deja eso en el cerebro? Tendría que aprender a hablar otra vez, incluso.

Emma: Dios mío, eres una completa inútil. No has hecho nada de lo que te pedí.

Silvia: ¿Qué harás con Eva Marie, también intentar matarla por estar con AJ?

Emma: Te dejo hablando sola. Tengo cosas que hacer —dijo algo nerviosa, miedo le daba que Charlotte despertara de su letargo y que se enterara de lo que acababa de ocurrir. Las dosis diarias de sedantes habían sido calculadas al milímetro para ella, con mucha planificación anticipada. Al mínimo instante en que se pasara la hora de inyectar la siguiente cantidad, la rubia iba a despertar. No era un coma real.

Problemática ( III )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora