Conversaciones penitenciarias

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Andrea: Pronto vendrán las nuevas. Por lo visto esta vez el arsenal es sofisticado —aguardó a que el vigilante del patio caminara por otra sección para sacar el cigarro de debajo de la mesa y dar una calada. Solían compartirlo entre todas, pero Charlotte se estaba volviendo egoísta hasta con eso y no convidaba ya a ninguna.

Charlotte: ¿Sofisticado? —dio una calada, relajada. Era como el quinto de la mañana.

Maika: Explicadle a la guiri qué es una presa sofisticada.

Liliana: Así apodamos a las que matan... "a distancia", no suelen mancharse las manos. Generalmente son negligentes de los hospitales de por aquí, pero también hay típicas divorciadas frustradas que asesinan con veneno y esperan pacientemente a que se cumpla su obra.

Charlotte: Ah.

Maika: esto se está acabando... ¿cuándo viene el próximo de contrabando? —cuchicheó con Andrea, haciéndola tornar sus ojos verdes en una expresión dubitativa.

Andrea: Am... bueno. Depende, no siempre trae lo que pedimos.

Charlotte: ¿Quién nos hace este favor? —vio cómo al ser escuchadas, Andrea y Maika miraron a Charlotte con cierto despego. Nunca hablaban de ese tema, Charlotte tenía dinero para costearse los pedidos que hacía, en la cárcel todo funcionaba así. El contrabando era muy difícil de controlar, día sí y día también llegaban en zonas muy específicas algunas fotografías, muchísimos paquetes de tabaco, cartas y la más concurrida: hachís y marihuana. El problema era el consumo desorbitado que aquellas principales 4 mujeres hacían del producto, Charlotte ya estaba enganchada a todo lo que enviaban sin importar la procedencia, y para contener la ansiedad debía fumar si los nuevos pedidos no llegaban aún.

Charlotte: Andrea, no me ignores —dijo gélida, tirándole el mechero a la cara. Al recibirlo en el ojo se lo tapó adolorida, mirándola con el otro.

Andrea: Hija de puta, ten cuidado.

Charlotte: Pues contéstame.

Maika: Lo trae todo Jerry. Es un hijo de puta pero... se porta... "bien". Si se le tiene contento, se porta bien —contestó la morena, suspirando en su banqueta— es nuestro topo, se gana mucho dinero dándonos lo que nos da. Por gente ricachona como tú y como Andrea.

Charlotte empezó a reírse, tal vez por la marihuana que seguía circulando por su organismo, o por su mezcla con el hachís... todo contenido en un mismo recipiente, su cuerpo volvía a las andadas y a tener que tirar de reserva para soportar sus dosis.

Maika: Por eso hay que fumar escondidas, al menos tú y Lily. A él el dinero le llega pero nunca sabe de quién es, mejor que siga pensando que me lo fumamos todo Andrea y yo, que nos tiene fichadas. Si te ve con el hachís, no me hago responsable.

Charlotte asintió atontada, pero entendía bien lo que se le decía.

Liliana: El otro día hablabas en sueños, tú.

Charlotte: No es verdad.

Liliana: Cada vez duermes más, marmota. Te aseguro que te escuché. Creo que estabas teniendo un sueño húmedo. ¿Seguro que no era conmigo?

Charlotte: Seguro que no. Yo tengo que aguantarte cosas peores... —tiró la colilla riéndose.

Liliana: Uh qué mentirosa...

Charlotte: Por ejemplo, escuchar cómo te metes tu juguete en el coño cuando estás aburrida.

Todas empezaron a reírse desorbitadas, aunque Lily no era la única que lo hacía. Estaba claro: algunas incluso tenían más testosterona que ciertos hombres y si no descargaban como era debido se buscaban el placer de cualquier otra forma.

Liliana: SERÁS ZORRA. Pues tú estabas... "Hm... hm, AJ... sí... así, sigue... SIGUE..."

Charlotte: En la vida he hablado en sueños, FALSA —rio pegándole un brusco tortazo en la cabeza. Todas estaban acostumbradas a hostiarse, no se lo tomaban a mal.

Andrea: Oye, ¿y cómo va eso? ¿Habéis vuelto a veros?

Charlotte se tornó algo más sombría.

Charlotte: Estoy segura de que se ha estado tirando a todo lo que se mueve, no quiero pensarlo demasiado porque voy a ponerme histérica.

Maika: Yo le vi cara de calzonazos... seguro que reza y todo por las noches y lleva a tus hijos a misa.

Charlotte: Hay una muchacha, Eva Marie... y otra que se llama Emma. Ambas son dos lagartas que no saben cómo llevárselo al catre; ahora que no estoy ahí para remediarlo... bf. Ya habrán hecho hasta un trío con mis hijos en la habitación de al lado.

Maika: Probablemente sí. Los hombres nunca son fieles a las mujeres —todas tenían cargos similares, Lily mató a su primer marido antes de reconocer su lesbianismo, Maika reventó a puñetazos un brazo del suyo -entre otras agresiones-, y Andrea apuñaló a cuatro de sus ex novios por teorías conspirativas de su cabeza, era excesivamente celosa.

Charlotte: Ya —dijo con la voz cerrada, tirando la colilla al suelo y apretando más la boca— pero te lo juro, me las va a pagar. Te juro que si tiene intenciones de volver conmigo ese tío va a respetarme aunque sea lo último que haga.

Liliana: Sí, pero de qué sirve. Si no te quiere, no te quiere.

Charlotte: Él dice que me quiere.

Liliana: Y también te dirá que eres única y especial, ¿no? No te engañes, Charlotte, los hombres son hombres. Te dicen lo que quieres oír, en el fondo que tú hayas llorado por él se lo pasa por el forro de los huevos.

Charlotte: Sé que es muy sensible, que podré hacerle entrar en razón si hablamos las cosas. Pero me da rabia —murmuró gesticulando con las manos, mirando la mesa— es que siempre tengo que ir detrás de él controlándole, porque haces cosas que no son normales.

Maika: ¿Por ejemplo?

Charlotte: Mira, la primera pelea fuerte en la que llegamos a las manos fue... en el gimnasio, hace años. Todo el día entrenando porque tenía que luchar contra Rusev. Y cuando voy a acabar le veo aparecer con su puta amiguita del alma, diciéndome que habían estado... paseando por... no sé dónde. Toda la tarde, sin escribirme, sin avisarme, coge y aparece con ella mientras yo entrenaba como una gilipollas por mantener el cinturón de los Estados Unidos.

Andrea: Pf, ¿lo ves? —se reía y miró alrededor antes de empezar a hacerse un nuevo porro, sacando el hachís del bolsillo naranja.

Charlotte: Y me partió los dos brazos esa noche. Encima, eso.

Liliana: Ahí tenías que haberle dejado.

Charlotte: Yo no puedo dejarle, es superior a mí. Joder, ¿es tan difícil conseguir que me respete? ¿Como yo lo hago con él?

Andrea: Las mujeres pensamos diferente por naturaleza. Pero te digo yo que habiendo dejado los niños con tus suegros o con tu padre, y con lo que le gusta la fiesta... ese ya probablemente haya dejado embarazada a otra chica.

Charlotte abrió los ojos acobardada, la simple idea de imaginar eso la hacía añicos.

Charlotte: Te juro que lo mato.

Andrea: Sí, a ver cómo lo haces. Si cada vez que viene poco te falta para meterte su polla en la boca como saludo.

Charlotte: Porque cuando lo tengo delante no es igual, joder, le echo de menos —dio una fuerte patada a la mesa, haciéndola saltar y dispersar los porros que se estaban preparando. Maika la regañó.

Maika: Estate quieta. Toma —tras encenderlo se lo cedió— es puro hachís prácticamente... fuma despacio. Lo necesitas más que yo. 

Problemática ( III )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora