Entonces mejor que no vuelvas nunca

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La firma para la liberación de Charlotte fue larga y tediosa, pero por fin, de una vez por todas, la ex luchadora fue sacada de la cárcel, casi al mismo tiempo que sus compañeras Maika, Sophie, Liliana y Andrea. Otras más también salieron por las mismas fechas pero vivían mucho más lejos. De cualquier modo ya las tenía agregadas al móvil, las amistades originadas en la cárcel siempre podían ser útiles.

Cuando el nuevo Audi de AJ cruzó la institución y llegó hasta la comisaría, Charlotte estaba que se salía de felicidad. Por fin ponía los pies más allá de aquel recinto, después de un año literalmente sin vacaciones de la cárcel. Aunque más que avance había dado retrocesos, nadie podía quitarle la energía revitalizante que tenía el barrio en el que vivía. Styles la sonrió y la ayudó a guardar todo el papeleo de su libertad, pero cualquier recuerdo que guardara de ese lo había dejado en su propia celda. No quería nada que le recordara aquello.

La rubia entró y sintió como si la comodidad de la carrocería cara volviera a sus músculos, la hacía sentir bien. Se abrochó el cinturón y fue mirando el edificio en el que había estado alejarse cada vez más y más. AJ picó acelerador, haciendo que el corazón de su mujer palpitara emocionado.

Charlotte: Sí, joder... qué falta me hacía sentir la velocidad otra vez —su marido sonrió y dejó caer la mano en su muslo, acariciándola.

Styles: Echaba de menos esto, conducir solo es un aburrimiento —trasladó las caricias a su mano y la acercó a su boca, besándola. Charlotte le sonrió, poniéndose con la otra mano las gafas de sol.


Horas más tarde


Seguían cansándose el uno al otro, mientras AJ volvía a desfogar dentro de ella. Tener la libertad de poder follar donde quisieran y cuando quisieran era un lujo que no habían podido permitirse durante todo un año, ahora que se habían reencontrado y que los niños eran cuidados por los padres del Fenomenal estaban dando rienda suelta a toda la excitación retenida.

Charlotte se separó de él y se tendió a su lado, respirando agotada. Verla con algunos tatuajes nuevos y la ferocidad que tenía ahora era algo morboso. Pero sí que era cierto que después de tantos meses de encierro ahora hacía el amor de forma más pasional, más embrutecida y salvaje. Más para satisfacerse a sí misma. Y eso a él le ponía enfermo.

Estos pensamientos se disiparon cuando su mujer volvió a acercársele, tumbada, besándose con él acaloradamente. La acarició del pelo y notó que iba moviéndose hacia la mesita de noche, rebuscando en el primer cajón la caja de tabaco y el mechero. AJ se quedó mirándola y vio cómo se ponía el cigarro en la boca, pero cuando estuvo a punto de encenderlo se lo quitó de los labios, mirándola serio.

Styles: No, rubia. Aquí duerme el niño. Ahora vamos a trabajar en eso igual que hice yo, vas a dejarlo.

Charlotte le miró fijamente, palpando aún sus yemas vacías ahora que le había quitado el mechero.

Charlotte: Tienes razón —murmuró y notó que su corazón incluso palpitaba más deprisa, no estaba acostumbrada a privarse de lo que quería, había sido un año fumando cada vez que se le venía en gana. Tragó saliva.

Styles: Tenemos que ir a recoger sus juguetes... y mañana vuelven aquí.

Charlotte: No quiero emocionarme —respiró hondo sin mirarle, pensando en sus hijos— Marlene tiene que estar tan grande...

Styles: El tiempo pasa para todos.

Charlotte: ¿Con quién los dejaste?

Styles: Están en casa de mi madre, te lo dije —murmuró— pero ella los dejó con mi tío y están en el campo. Igualmente tengo que ir a la casa a llevarme sus cosas —la besó en la mejilla y la rodeó con un brazo, se había desanimado rápidamente— tranquila, mañana los tendremos en casa. Hoy estaremos nosotros dos. ¿Quieres acompañarme?

Problemática ( III )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora