Seis.

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LEA'S POV.



*****


Diciembre 24, 2013.

"Feliz Navidad." Susurre, conteniendo las lágrimas. 

Delinee su rostro en la porta retratos, con mis dedos índices. Temblorosamente, mis manos se aferraban a la fotografía de Harry. Deseando con todo mi ser que nuestro destino hubiera sido diferente. Deseando terriblemente que pudiera estar con Noah y conmigo en un día como este.

Soltando un suspiro roto, regrese el retrato al último cajón de mi buro. Era el lugar más seguro donde le podía dejar. No podría dejarle colgado, para ser un recordatorio inminente de que efectivamente Harry había fallecido dos años y medio atrás.

Había salido adelante. Finalmente.

Pero aun así, dos años y medio más tarde; el ver su rostro en fotografías era suficientemente doloroso como para darme ganas de vomitar. Así que negándome a dejarme morir por Harry, teniendo a Noah; había eliminado cualquier recuerdo de Harry. Todo recuerdo de él permanecía intacto en su closet. Todo a excepción de la pequeña fotografía guardada en mi buro, la cual me permitía a mí misma observar cada varias semanas.

"¿Lea?" Me sobresalte levemente cuando la puerta de mi habitación se abrió lentamente, dejando a la vista a Ethan.

Habíamos tenido la cena de navidad juntos, con Noah. Los padres de Ethan habían muerto y no tenía nadie más con quien estar. En nuestro caso, prefería por sobre todo a Ethan, que las miradas de lastima de mi madre. Noah había caído dormido en la mesa, después del segundo platillo. Así que Ethan lo había acostado, mientras yo tomaba cinco minutos para desearle feliz navidad a una vieja fotografía.

"Lo siento, necesitaba urgentemente quitarme los tacones." Sonreí levemente. Aun sentada en mi cama, me agache para desabrochar la correa de mis tacones, cuando Ethan se hinco frente a mí.

"Yo lo hago." Mordisquee mi labio inferior, un tanto indecisa. Sin darme tiempo de retractarme, las suaves manos de Ethan comenzaron a despojar mis pies de los zapatos.

No era ni por menos, la primera vez que Ethan me tocaba. Pero jamás había pasado a más que abrazos reconfortantes. Durante el último par de años, fue a Ethan a la única persona que le permití confortarme cuando ya no podía más. Ni siquiera a mi madre le había dejado hacer eso. Por alguna razón, Ethan me había inspirado confianza siempre. Sus profundos ojos azules parecían ser siempre sinceros y llenos de gentileza, de amabilidad y ternura.

Hasta ahora.

Durante la cena, los ojos de Ethan parecían inspirar más que solo ternura. Estaba llenos de lujuria. Cada vez que nuestros cuerpos de rozaran, incluso en las acciones más puramente inocentes, ese brillo de deseo había estado presente en ellos. A comparación de lo que hubiera esperado; su cambio drástico, no me había incomodado. Por el contrario, el sentimiento de abrogación y lujuria habían crecido dentro de mí.

Tenerlo hincado frente a mí, sus manos rodeando la curva de mi tobillo y sus ojos una vez más mirándome intensamente, me hacían sentir mareada.

el marine [h.s.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora