Veintiséis.

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26

LEA'S POV.

"¿Lea?" Apenas había cruzado el lumbral, cuando Ethan se levantó de la mesa del comedor donde había estado sentado rodeado de papeles y se acercó a mí con expresión preocupada. "Por Dios, Lea." Lo escuche a lo lejos.

Me mantenía de pie, con mi mirada fija en la nada. Sentía las delicadas manos de Ethan rodear mis hombros y al mismo tiempo no sentía nada. ¿Qué demonios había pasado cinco minutos atrás? ¿Había exagerado? Por Dios, ¿lo había hecho o no? Tenía que regresar con Harry. Intente zafarme del agarre de Ethan, pero este no me dejo.

"Tranquila, tranquila." Susurro contra mi cabello. "Necesitas sentarte, cariño." Tome aire entrecortadamente. Ethan me sentó en el sillón de su sala y se hinco frente a mi.

"No, tengo que regresar." Dije cansadamente. El ignoro mi comentario y tomo mi rostro entre sus manos. Hipnotizándome con aquellos ojos azules que tanto adoraba.

"Estas temblando." Sus ojos se arrugaron en inquietud. "No iras a ningún lado en este estado."

"Estoy exagerando." Cerré los ojos y tome aire profundamente para tranquilizarme. Ni siquiera sabía porque una sola discusión me había puesto de esta manera. <<Es porque te importa más de lo que incluso tu sabes.>>

"Lo dudo." Sus pulgares acariciaron mis pómulos y se inclinó, besando mis parpados cerrados. "Te preparare un té, o algo." Yo solo asentí y me hice un ovillo en su sillón, mientras escuchaba a Ethan moverse por su cocina.

Observe aquel departamento tan familiar para mí. Sabía que el televisor tenía una pequeña compuerta para meter el control y sin embargo, aquel compartimiento estaba lleno de chocolates blancos, los favoritos de Ethan. Sabía que el tercer cajón, a la derecha del horno estaba los cuchillos elegantes y en el quinto a la derecha del cajón de los platos, estaban los cuchillos regulares. Sabía que habría una pasta de dientes siempre tirada por la ducha, ya que Ethan solía lavarse los dientes por la mañana y por las noches siempre lo olvidaba, así que tenía otra en su lavamanos. Estaba segura que si me asomaba por el refrigerador encontraría la mitad de un limón cortada, al fondo de la verdura.

Conocía cada espacio de este departamento quizá mejor que el mío y la idea de no pasar tiempo ya aquí, me entristecía.

Con la inquilina anterior, este lugar había sido casi una pocilga. No podía permitirse mucho, así que todo estaba en las últimas. Ethan había hecho un gran trabajo.

"Té, de vainilla con una pizca de canela." Sonrió Ethan, acercándose a mí con una taza en mano.

"Mi favorita." Me permití sonreír y cerré los ojos con placer, al dar el primer sorbo.

"De acuerdo." Ethan se levantó del sillón y camino hacia la televisión, de donde se agacho para abrir el compartimiento y sacar un par de chocolates. Solté una pequeña risa por lo bajo. "¿Qué?" Sus hoyuelos saltaron a la vista junto con su sonrisa juguetona.

"Nada." Cruce ambas piernas encima del sillón e Ethan se sentó de la misma manera junto a mí.

"¿Ya puedo preguntar qué es lo que te hizo ponerte así, o lo hago en cinco minutos?"

"Que tal, nunca." Tome otro trago y ahogue una risa, al ver el puchero de Ethan.

"Pero si te he preparado tú te favorito." Refunfuño, tomando un chocolate en su boca. "¿Fue él, cierto?" Susurro después de algunos minutos en tono cierto.

"Ethan..."

"Vamos, Lea." Fruncio el ceño. "Sabes que puedes confiar en mi... Lo haces, ¿cierto?"

el marine [h.s.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora