Veintinueve.

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HARRY'S POV.

"Buenos días." Con mi mejor sonrisa, voltee a ver a la voluminosa pelirroja, que acababa de saludarme. Su voz era demasiado chillona, pero ella no estaba nada mal a la vista. Nada mal.

"Buenos días a usted." Murmure suavemente y sus mejillas se encendieron. Mordi mi labio inferior, para detenerme de reírme en su preciosa cara.

Las mujeres eran tan malditamente fáciles.

Ambos esperamos en silencio a que el elevador llegara y nos subimos a este, los dos solos. Sonrei para mis adentros.

"Es usted, Harry Styes, ¿cierto?" Se apresuro a preguntar, en el momento en que las puertas se cerraron. Su pregunta me exaspero, pero no lo mostre. Estaba terriblemente acostumbrado a ser reconocido, aunque no era nada mas que un puto recordatorio de todo y un gran dolor en el culo. Sobre todo, en estas malditas oficinas. La CIA.

"El mismo." Presione el botón '17' en la que se encuentra la sala de reuniones en las que me encontraba normalmente con estos hijos de puta y después me recargue contra la pared para observarla. No podia tener mas de veinticinco años. Tenia una nariz demasiado grande para su rostro, pero parecia funcionarle. Tenia una figura muy curvilínea y no pude evitar, relamerme mis labios pensando en lo que haría con ella en 15 minutos. Tan solo 15 minutos. No valia mucho más de mi tiempo. Ella parecia mucho más segura de sí misma que en la recepción, y observe como disimuladamente se irguio sobre sus tacones ridículamente altos. Dos notorios pechos operados, se apretaron contra la tela de su blusa azul. Alce una ceja en respuesta y ella sonrio, sin vergüenza alguna.

Y putas. Las mujeres son tan fáciles y putas.

"Alison Vann." Estiro una de sus manos hacia mí. Reprimi una mueca de desagrado, cuando senti sudor en su mano. "Soy secretaria de Sean Douglas."

"¿Eres secretaria de Sean?" La mire impresionado. Un poco.

Douglas era jefe del escuadrón de ataques. Un hijo de puta, quizá tan jodido como yo. Estuvo en Vietnam en 1975 y por alguna puta razón, logro sobrevivir. Y aquí estaba, tan putrefacto como alguien puede estarlo.

"Aja." Sonrió coquetamente 'Alison' y dio un paso hacia mí.

"¿Y cómo es, que en todo este tiempo no te he visto?" Comence por decir, la frase más estupida pero que parece siempre funcionar. "Una cara como la tuya, no es fácil de olvidar." No le dio tiempo para decir o hacer nada, cuando las puertas se abrieron en mi piso y conteniendo una sonrisa, la rodee y sali del elevador. "Te tardaste." Chasquee la lengua y para mi sorpresa, ella no parecio perturbada en lo más mínimo.

"Esperemos a ver, que pasa la próxima vez." Parpadeo coqueta y sin más, las puertas se cerraron con ella dentro. Suspire largamente y rode los ojos.

Y desesperadas. Las mujeres son fáciles, putas y desesperadas.

"¿Styles? Te estamos esperando." Di la mano de mala gana a Tyler Rodgers, el maldito psicoanalista que me habian asignado.

"Rodgers." Asenti con la cabeza secamente y entramos a la sala.

A pesar que es una puta grande mesa, tan solo cuatro personas se encontraban sentadas frente a ella. Querian mantener 'mi caso' lo más privado posible. Como si eso pudiera ser.

Sean Douglas, jefe del escuadrón a ataques.

Kim Perry, detective internacional en Afghanistan.

Brad Cox, al mando de las localizaciones de los soldados en Afghanistan.

Y por supuesto, Nicholas Dawz, presidente de la CIA.

el marine [h.s.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora