Sesenta y cinco.

33.6K 1.9K 553
                                        

Mi vida nunca volvió a ser la misma.

Poco más de un mes y medio pasó del accidente y todavía tenía que detenerme cada día a pensar en lo que había pasado. Aún tenía que cerrar los ojos cada día, intentando borrar la imagen de Noah tirado en el suelo de aquella casa con sangre debajo de su cabeza. Aún tenía pesadillas casi cada noche. Gritando a Ethan que soltase mi cuello.

"¡Lea, despierta!" Aún tenía miedo. "Lea es solo un sueño." Me senté de sopetón en la cama intentando acostumbrarme a la obscuridad. "Tranquila, amor."

Me hice un ovillo, juntando mis piernas desnudas a mi pecho. Respiraba agitadamente y temblaba como una hoja. Pase ambas manos por mi rostro, apartando mi cabello. A mi lado, Harry prendió la lámpara del buró, alumbrando levemente la habitación.

Aun no lograba acostumbrarme a esta habitación. Cada mañana al abrir los ojos tardaba unos pocos segundos en recordar que hacía en esta habitación. En esta casa.

Porque por razones obvias, no quise regresar a casa después de lo que paso. No podía estar dentro del departamento por que Ethan era todo lo que podía ver. No podía pasar fuera de su puerta, sin tener miedo que en cualquier momento Ethan saldría, intentando hacernos daño de nuevo. Yo... Simplemente no podía seguir viviendo allí. Ninguno de nosotros podía.

Así que, nos habíamos mudado a la casa de Roxy, la abuela de Harry. Esta casa me traía tantos y tantos recuerdos, que por unos segundos, había pensado en negarme en vivir aquí, pero simplemente no tenía dinero en el que refugiarme.

Esta casa había significado mucho en mi infancia y adolescencia, así que era un gran sentimiento de nostalgia saber que este era mi hogar por el momento.

Por el momento.

Así era como se sentía mi vida. No quería acostumbrarme al olor familiar de los pisos de madera de la casa. No quería acostumbrarme al grande jardín en el que jugaba con Noah todos los días. Pero sobre todo, no quería acostumbrarme a Harry.

Al menos, no aun.

Nuestra situación era... bastante extraña.

Los primeros días, Harry había intentado acercarse a mi demasiado. Hacía que mantuviéramos conversaciones interminables en las que no llegábamos a ningún lado. El intentaba convencerme a que el hecho que ambos nos amábamos era suficiente para olvidar todo y regresar, pero yo simplemente no podía. No podía fingir que nada había importado.

Con el pasar de los días, Harry había hecho caso a mi pedido y había mantenido distancia conmigo. Sin embargo, claro que había notado el cambio. Harry... Simplemente era Harry de nuevo.

Desayunábamos juntos, pero apenas manteníamos conversación alguna. Nuestras miradas se encontraban constantemente, pero no decíamos nada. La plática era principalmente entre Noah y Harry.

A diferencia de lo que creía en un principio, al parecer los niños son tan bondadosos e inocentes que son bastante capaces de perdonar a corazón abierto. Noah olvido las noches que lloraba extrañando a Harry. Olvido las veces que preguntaba por Harry y gritaba exigiendo que le dijese en donde estaba.

Solo los cables que controlaban los latidos y presión de Noah, lo contuvieron de echarse a correr hacia Harry cuando lo vio.

Estoy bastante segura que fue la primera vez que Harry estuvo completamente seguro de que Noah lo quería verdaderamente.

Después del desayuno, Harry se marchaba al trabajo. La CIA le había ofrecido un trabajo administrativo en una de sus oficinas. Nada que implicara papeles de guerra. Harry acepto.

el marine [h.s.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora