Treinta y ocho.

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HARRY'S POV.

"¿Qué mierdas quieres decir con que no puedes darme su maldita dirección?" Rugí al teléfono.

"Lo siento señor, pero como ya le he dicho cuatro veces, es información confidencial de la señorita Mia West. No puedo darle ningún número o dirección." Repitió la voz femenina. Maldita sea, maldita sea, maldita sea.

"¿Cómo demonios se supone que consiga su nueva maldita dirección?" Grite con furia, caminando de un lado al otro, en la sala del departamento.

"Hablando con ella directamente." Respondió estúpidamente calmada. La mano que sostenía el teléfono, tembló en una exagerada necesidad de estampar el jodido teléfono contra la pared una y otra vez.

"De acuerdo," Respondí demasiado civilmente y después tomando aliento, grite con todas mis fuerzas; "¡¿Y cómo mierdas hablare con ella, si no tengo su jodido número?!"

"En ese caso, significa que Mia no es alguien cercano a usted y con más motivos, no le brindaré ninguna información." Y colgó. Olvidándome de cualquier cordura, hice lo que deseaba hacer por los últimos once días y aventé lo más fuerte que pudiera, el teléfono contra la pared. Este, estallo en pedazos, ni siquiera logro tranquilizarme una mierda.

El interminable dolor en mi pecho, seguía creciendo y creciendo.

Habían pasado nueve días.

Nueve malditos días.

No sabía absolutamente nada de Lea o de Noah y la angustia, preocupación y miedo de perderlos, simplemente me estaba volviendo loco. Ni siquiera sabía en donde estaban. ¿Acobijados en la casa de alguien que los estaría cuidando? ¿En un maldito hotel? La última idea me ponía enfermo.

Jodidamente casual, el mismo día en el que Lea había desaparecido, Mia había apagado su celular de mierda. Era el último lugar en el que se me ocurría que podría estar, pero tanto Ryan como Mia, parecían haberse desvanecido de la faz de la puta maldita tierra de mierda. Lo único que sabía era el número de celular de Mia y ahora ni siquiera eso servía.

Apretando ambos puños, salí del departamento escuchando la estúpida música clásica que se escuchaba a través de la puerta de Ethan. Sin ningún miramiento y por cuarta vez, estalle ambos puños contra la puerta.

"¡Ya es suficiente!" Di repetidas patadas a la puerta. "¿Me escuchaste pedazo de mierda? ¡Dime en dónde están!" Seguí golpeando la puerta, hasta que esta se abrió levemente, siendo sostenida por la cadena de seguridad. Menudo cobarde.

"Si sigues haciéndose esto, tendré que hablar a seguridad de nuevo, Harry." Suspiro Ethan, sonriendo de lado. El moretón que le había hecho semanas atrás había desparecido casi del todo, pero no había nada que deseara más en este momento, que reaparecerlo... A excepción encontrar a Lea y Noah.

"Dime en dónde están y dejare de venir." Di otra patada a la puerta.

"No te diré una mierda y lo sabes, estas perdiendo tu tiempo." Sonrió de lado. Apreté fuertemente mi mandíbula y di un golpe más a la puerta. El hijo de puta echo su cabeza hacia atrás y soltó una gran carcajada. "No tienes idea, de cuanto tiempo he estado esperando para verte así. Doblegado. Rogándome." Su rostro se tornó serio, lleno de pura amargura hacia mi.

"Deja de meterte en mi familia." Pronuncie cada palabra lentamente, intentando hacer entenderle que Lea y Noah son míos. No me importa una mierda lo que había hecho o no en mi ausencia. "Lea es mi esposa y Noah mi hijo. No importan la circunstancias en que los hayas conocido. Por mucho que quieras hacerte creer lo contrario, sabes perfectamente que tu no vales una mierda a mi lado." El apretó ambos puños, con enojo. Sonreí para mi mismo.

el marine [h.s.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora