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—Asi que Mike... ¿Qué haces tu en la biblioteca? No pareces un estudiante...—Lenna dijo en tono pensativo.

—A veces vengo en mi descanso a ayudar o a leer.— dijo riendo ante la expresión de Lenna.— Y es verdad, ya no soy un estudiante... Ya soy algo viejo.

—Entonces, ¿A qué te dedicas? ¿Cuántos años tienes?—preguntó Lenna curiosa, mientras caminaban hacia una mesa.

—Soy un apuesto médico de veintiséis años.—dijo inflando su pecho y peinando su cabello en tono fanfarrón y Lenna no pudo evitar reír.

—Vaya, yo solo soy una estudiante común de diecisiete, me halaga usted señor apuesto doctor.—dijo y ambos rieron.

Pasaron un rato platicando de cosas triviales, nada fuera de lo normal. Rieron mucho y se llevaron más de un regaño, pero todos conocían a Mike así que no se molestaron tanto. Lenna no había podido concentrarse en los estudios allí tampoco, pero había logrado olvidarse del beso al menos por un rato.

—Así que eres el hermano de Leo... Todo tiene sentido ahora.—dijo pensativa y el rió.

Entonces su celular sonó y él se puso de pie. Su descanso había terminado y debía regresar al hospital. Se despidió de Lenna con un beso en la mejilla, que le provocó un cosquilleo, y se fue.

Ella regresó a sus deberes, olvidándose de todo y concentrándose en los estudios. O eso intentaba.

Al cabo de unas horas, regresó a su casa. Cansada y con dolor de cabeza por tanta información, subió a su cuarto y tomó una larga ducha.

Los días siguientes, Lenna se cruzó con el doctor que tanto le agradaba y compartían pláticas interesantes sobre cualquier cosa. Era grato pasar el tiempo al lado de alguien tan ocurrente como Mike, pero una vez que terminaran los exámenes seguramente no se volverían a ver tan seguido.

—¿Cómo fue tu primer amor?— preguntó Lenna curiosa y Mike sonrió.

—Un desastre...— dijo entre risas— me gustaba una niña y mi madre me delató en frente de toda la clase cuando era el día de llevar a tus padres... Estuve molesto con ella por mucho tiempo y creo que también le hizo lo mismo a Leo, solo que no en frente de Millie por suerte.

—Tu madre es toda una personalidad... Espera... ¿Leo y Millie se conocían de pequeños?—dijo sorprendida.

—Si, aunque no estoy seguro de que se acuerden. Él llegó un día junto a mamá y no paraba de hablar de ella... Hasta le hizo muchos dibujos.—dijo sonriendo— Al final, los guardamos en una caja cuando fue creciendo y se olvidó de ellos.

— Wow... Quien lo diría...— Lenna se imaginó al pequeño Leo y rió— el destino es un juguetón.

—¿Y tú? ¿Estás enamorada de alguien?—preguntó Mike curioso y Lenna asintió mientras sus mejillas se ruborizaban.

Mike la observó detenidamente. Lenna se había quedado en silencio, como si estuviera debatiendose entre contarle o no. Sentía el ardor en sus mejillas, de seguro parecía un tomate. Dio un largo suspiro y se dispuso a contarle. Sin embargo, antes de que pudiera hablar, fue interrumpida por alguien.

—Vaya...—Chris los miró y vio a Lenna sonrojada quien se removió incómoda en su lugar.—No sabía que se conocían...

Mike lo notó enseguida: Chris estaba molesto, casi celoso. Lenna estaba apenada y nerviosa.

Había algo entre ellos.

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