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La cita siguió en el zoológico y luego en el cine, hasta que se había hecho de noche. Había sido un gran día. Mike llevó a Lenna a su casa, con la música baja para relajarse un poco.

Todo el camino sumido en sus pensamientos, no notó que Lenna se había dormido hasta que llegó a su casa y volteó a verla.

La miró detenidamente, cada centímetro de su rostro, cada parte de ella, era preciosa. De pronto, se encontró a sí mismo acariciando su rostro, sus labios.

—Realmente, me gustas...—susurró—espero que algún día puedas verme de la misma forma en la que yo te veo.

Dicho eso, se devolvió a su lugar y se echó contra el respaldo. ¿Qué estaba haciendo?

El celular de Lenna sonó de repente y ella se despertó asustada. Agarro el móvil y contestó con un tono exaltado, pero al notar de que se trataba de su madre, su semblante se puso más frío. Miró a su alrededor y notó que ya habían llegado, así que le informó eso y colgó.

—¿No te llevas bien con ella?—preguntó Mike curioso y ella negó.

—Hizo algo horrible, que no tiene perdón.

—Todos cometemos errores, Lenna—dijo con una sonrisa leve—. A veces sin darnos cuenta, a veces intencional, pero siguen siendo errores y eso demuestra que somos humanos. No se que habrá hecho, pero no creo que sea bueno guardarle rencor. Después de todo es tu madre y sólo la tienes a ella.

—Ella fue la que destruyó la familia de Chris...—soltó y Mike se puso serio—por un capricho, por su egoísmo... Se metió con el padre de Chris y arruinó su matrimonio.

—Vaya... No sabía eso.

—Chris se enteró de eso, de que yo era su hija—soltó con brusquedad.

—No creo que haya cambiado su forma de verte solo por lo que hizo tu madre.—dijo algo desconcertado.

—No se, Mike. Te recuerdo que me dejó plantada, no respondía mis llamadas ni mis mensajes y para colmo se fue lejos.

—¡Estupido niño!—gruñó y Lenna lo miró impactada.

Esa era la primera vez que Mike decía una grosería en frente suyo y eso le provocó una carcajada. Él la miró desconcertado y algo molesto a la vez, pero al menos ella se estaba riendo.

—Lo siento, no quise arruinar el ambiente—dijo ella y Mike sonrió—. Es la primer palabrota que te oigo decir y te has visto genial Michael Chrown—rio con sorna.

—¿Debería tomar eso como un halago o como un insulto? —preguntó y Lenna se volvió a reír.

Viéndola ahí, feliz, sintió la necesidad de avanzar hacia ella. Quizá de a poco podría llegar a gustarle. Entonces, se acercó y depositó un suave beso en su mejilla. Uno que hizo que la piel de Lenna se erizara y que ella dejara de reírse al instante.

Mike se alejó solo un poco para ver la reacción de Lenna, a la espera de que su autocontrol se restableciera, pero no estaba funcionando. Él quería algo más y ya no podía negarlo, no en ese momento, donde estaba siendo embriagado por el aroma de Lenna, donde podía notar el rubor en sus mejillas y que sus ojos lo veían con timidez.

Por un momento, tuvo miedo. Miedo porque sabía que después de eso ya nada sería igual y porque no quería arruinar la amistad, pero sabía que se arrepentiría luego si no lo intentaba tampoco.

Así que lo hizo, dejó de pensarlo y acabó con la distancia que los separaba.

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