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—¿Cómo te fue?—preguntó Zoe desde el otro lado del teléfono.

—Bien. Los profesores son bastante amables—dijo Lenna—. ¿Y a ti como te fue?

—Es algo complicado—soltó e hizo una pausa seguida de un suspiro—. He logrado que me acepte, pero aún no tengo asegurado mi lugar. Ayer botó a una aprendiz...

—Tranquila, tu eres muy capas de lograrlo. Naciste para estar en un salón.

—Oh gracias nena, me has animado el día.—dijo y Lenna le sonrió aunque no pudiera verla.

La verdad es que Lenna también necesitaba que le animaran el día. Había comenzado un nuevo ciclo de estudio con compañeros nuevos y se sentía sola.

Ella era muy tímida como para entablar una conversación con personas que no conocía. La única excepción fue Mike, con quien había podido hablar normalmente desde el principio.

Mike. Últimamente estaba rondando por su cabeza.

Él la había invitado a una cita, pero no era el mismo tipo de cita al que le había invitado Chris. De pronto, sintió algo de temor. ¿Mike la iba a dejar plantada también?

Ese día se había sentido fatal. Sus ilusiones se habían roto lentamente y la desesperanza la consumió. No quería pasar por lo mismo.

—¿Lenna? ¿Aló?—la voz de Zoe la trajo de vuelta a la realidad—Te recuerdo que estamos en una conversación telefónica.

—Lo siento, me quedé pensando.

—¿Pensabas en Chris de nuevo?—bufó—Ya te dije que te olvides de él. Primero te dejó plantada en un día muy importante, luego no respondía tus mensajes ni llamadas y por último se fue sin despedirse. Si le hubieras importado un poco...

—Pero es Chris... Llevo enamorada de él mucho tiempo...

—Tienes que dejarlo ir, Lenna. A veces las personas que creemos no son las indicadas.

—Puede ser.

—¿Y que me dices de Mike? Él es apuesto y muestra interés en tí.

—Si, me dijo que le chismoseaste sobre mi depresión—dijo con un tono más serio y Zoe soltó una risilla—. Me invitó a una cita.

—¿Qué? ¡Oh por dios! No creí que fuera a hacer movimientos tan rápido, digo parece alguien muy paciente y...

—Zoe, cálmate. No es una cita romántica, es para divertirse.

—Si claro, solo piénsalo. Es un buen partido. Es sexy, maduro, divertido y es un doctor... Puedes ser su enfermera—dijo con picardía y Lenna sofocó un grito.

—¡Zoe! ¡Por dios!—gruñó indignada provocando un estallido de carcajadas en su amiga.

—Lenna los he visto hablar y he visto como se ven. Se que hay algo ahí, no como lo que había con Chris pero no creo que sea malo tampoco—Zoe se cambió el móvil de oído y continuó—. Yo te animaré de todas formas.

—Ya deja de decir tonterías, Mike es mi amigo y nada más.

—Vale, lo que digas...—Zoe suspiró—Ya debo irme. Te quiero nena, no dejes de hacer lo que tu corazón mande.

—De acuerdo, adiós.—dijo y colgó.

Lenna sabía que Zoe tenía algo de razón. Chris se había ido y no sabía si volvería algún día. Quizá ya era hora de decirle adiós a su viejo amor.

Quizá ya era hora de superar a Christian Reyers, aunque eso pareciera algo imposible.

Un amor que fue correspondido pero no llegó a nada.

Un amor que le hacía sentir viva, la llenaba de felicidad, de alegría, de mariposas en el estómago, y a la vez de temor, de incertidumbre, de ansiedad.

Ella temía que Chris desapareciera, que se fuera de su lado y lo hizo. Se fue lejos sin importarle nada ni nadie.

Lenna llegó a tomar una decisión.

Recordando las palabras de Zoe, se dijo a sí misma que quizá no estaban destinados a estar juntos, y que ya era hora de dejarlo atrás. Ella lo amó con cada parte de su ser y no se arrepentía de haberlo hecho, pero lo dejaría ir.

Tomó una profunda bocanada de aire, sintiendo los rayos de sol en su rostro, y lo soltó lentamente.

—Adiós, Chris.

Let's GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora