Capítulo 6

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-Olivia Black, consultorio 32 -mis nervios comienzan a fomentarse más y más. Brando me ayuda a levantar y nos dirigimos al consultorio. 

-Vamos nena, todo saldrá bien, vamos a ver a nuestros peques -dice Brando mientras me da suaves caricias en la parte baja de mi espalda. Solamente asiento, tengo unas ganas inmensas de ver a mis pequeños. 

-Buenos días Olivia, Brando -dice el obstetra, con su sonrisa gigante que alumbra toda su cara. Saludamos con un buenos días y me acuesto en la camilla. Brando se sienta a mi lado y toma mi mano, le da pequeñas caricias, mientras esperamos a que el doctor tenga todo listo. Me hace un gesto para que levante mi remera y coloca el gel frío. 

-¿Cómo se están portando los pequeños? -pregunta mientras comienzan a pasar el aparatito, como siempre veo todo negro. 

-Bien, últimamente se mueven más y más -le digo mientras intento descifrar la imagen que aparece en la pantalla. Brando me sigue dando caricias, pero sus ojos no se despegan de la pantalla.

-Bueno, por lo que estoy observando los niños crecen con total éxito, no hay nada extraño que tengamos que investigar. Mismo podemos escuchar los latidos de sus corazones, todo está en orden -agarro la mano de Brando más fuerte y por fin puedo soltar todo el aire que tenía contenido. Estaba preocupada que los peques estén mal o algo, ya que pasé por mucho estrés.

Una vez hecha la eco, me quité el excedente del gel y me coloqué la remera bien. Brando ya está sentado en uno de los sillones, me acerco y me siento despacio. Brando coloca su mano en mi rodilla y yo la tomo, observo al doctor que está anotando unas cosas en mi historia. 

-Bueno Olivia, dentro de poco vendrán los pequeños, debes estar preparada. Vamos a intentar que sea de forma natural, pero si las cosas se complican haremos una cesárea. Ahora bien, quiero que te cuides en este tiempo, nada de hacer fuerza ni correr, sí puedes caminar. Sigue tomando las pastillas de hierro, vitaminas y ácido fólico -simplemente asiento con la cabeza- cualquier cosa me llaman, ya saben que estoy a su disposición.

Le agradecemos y nos despedimos con un beso y abrazo, en verdad tenemos mucha confianza con el doc. Y pensar que Brando lo odiaba al principio, se negaba a que me atendiera un hombre, pero mirenlo ahora, cómo habla con el doctor sin ningún problema. 

Salimos muy contentos y nos dirigimos a una rica confitería para desayunar, ya que no comí casi nada a la mañana y como saben tengo mis antojos... Brando maneja y como siempre observo el paisaje mientras acaricio mi vientre redondo, mi Bonito cuando puede también me da pequeñas caricias. Gracias a que su auto es automático, su mano siempre permanece en mi vientre o rodilla. 

-Hermosa, ¿en qué piensas? -pregunta Brando.

-Nada, simplemente disfruto de este momento -le respondo mientras le acaricio su mano. Me regala una sonrisa, toma mi mano y le da un suave beso en ella. 

-Te amo, princesa.

-Te amo, Bonito.

Seguimos hablando un poco más, hasta que al fin llegamos a la cafetería y pude sentir el delicioso olor a comida. Tengo un antojo inmenso de comer donas rellenas. Brando me ayuda a bajar, luego me toma de la mano y nos encaminamos hacia la entrada. El lugar está bastante lleno, pero encontramos una mesa para dos, no lo dudamos y nos acercamos a ella. Nuevamente me ayuda a sentarme y luego él se sienta a mi lado, ya que estamos en unos sillones. Si hay algo que me gusta de este lugar son los sillones, además de cómo está ambientado, cómo está iluminado, cómo se visten los empleados; me encanta la estética.

Se acerca la mesera y nos deja la carta, pero como yo ya sé qué es lo que quiero, simplemente espero a que Brando elija su desayuno. 

-Bonita, ¿ya sabes todo? -me pregunta con una sonrisa en su rostro, mientras que su mano se apoya en mi rodilla, y como siempre pequeñas caricias son transmitidas, entre ambos. 

-¿Ya tienen su pedido? -pregunta la empleada. Brando me regala una sonrisa y comienzo a pedir mi desayuno.

-Una lagrima en jarrón y dos donas rellenas de pasta de avellanas -observo a Brando y hago un esto para que entienda que terminé con mi pedido. Brando me regala esa hermosa sonrisa que tanto me gusta, que tanto me enamora y hace el mismo pedido. La muchacha, una vez que anota todo, se retira. Brando me sigue haciendo caricias, mientras que coloco mi cabeza en su hombro izquierdo. 

Y así pasamos la mañana, ambos desayunando, hablando de nuestro futuro, de nuestros hijos, de nuestras familias. Hablamos de la pequeña Sere, hace mucho que no la vemos. Ella y sus padres se fueron unos días a Galicia, ya que el esposo de Vera tiene familiares ahí y los fueron a visitar. 

Finalmente llega nuestro delicioso desayuno, mis ojos se iluminan cuando se encuentran con las donas. Brando hace que me saca la baba que se cae de mi boca, lo miro mal y lo único que él hace es darme un beso rápido en mis labios, luego continúa haciendo caricias en mi vientre gigante. 











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