Capítulo 3

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Finalmente llegamos a la casa. Mi padre me ayuda a subir los escalones, ya que mi vientre está cada vez más grande y me cuesta un poquito más moverme. Solamente estamos él y yo, mi madre y hermano se quedaron en Buenos Aires, se supone que viajan esta noche y llegan mañana. Se enteraron hoy de todo lo que pasó, y no había vuelos hasta la madrugada. 

-Cariño, tienes que comer algo -dice mi padre mientras me sienta en el sillón, en verdad mis pies no pueden más. Tengo los tobillos hinchados, y los zapatos que me puse me lastimaban por el tobillo. Lo único que hago es asentir, mis lágrimas cesaron un poco, pero sigo sintiendo ese nudo en el pecho. Lili y las chicas también se tomaron el día, mañana regresan a primera hora. Esto lo organizó Carlos, yo no estaba capacitada para hacer nada. Lo único que hice fue llorar, sollozar, gritar internamente y sigo sin poder creer lo que pasó. 

Un tiempo después, aparece mi padre con dos platos de comida y comenzamos a comer en el sillón, como en los viejos tiempos. Comemos en silencio, mi padre respeta mi silencio y no me presiona ni nada, no sé qué pensar, no sé qué hacer. Esto debe terminar, no quiero esto para mis hijos, pero a la vez sé que ya no hay vuelta atrás. 

-Hija, ve a descansar fue un día largo -dice mientras se para y lleva los platos a la cocina. Antes de dirigirme a la habitación, me voy a la cocina y le doy un gran abrazo y beso a mi padre, en verdad el siempre está. 

-Te amo papá.

-Te amo princesa.

Dicho esto, comienzo a subir hacia el dormitorio. Subo de a poco, mi vientre está cada vez más grande y pesado, no nos olvidemos que tengo a dos peques. Observo el pasillo y todo está perfecto, en el lugar que debe estar. Me dirijo hacia la puerta de mi dormitorio y todo está en silencio.  

Comienzo a desvestirme y antes de acostarme me voy a dar un baño, para relajar un poco.  Preparo todo y me sumerjo en el agua. Al instante mi cuerpo se relaja. Comienzo a darle pequeñas caricias a mi panza gigante. Así me quedo un rato, hasta que siento que ya debo salir, soy una pasa de uva. El tiempo se me pasó muy rápido. Salgo como puedo y me coloco la toalla a mi alrededor. 

Voy al vestidor y agarro mi pijama favorito, ropa de mi Bonito. Las remeras cada vez me quedan un poco más justas, pensar que antes eran vestidos, ahora tranquilamente puede ser una remera mía. Su aroma está impregnado. Una vez lista, me dirijo a la cama.
Es muy grande para mí sola, extraño a mí Bonito.

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