Cuadragésimo Primer Capítulo: muñeco de nieve

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-Meri ven acá –

-¿Qué puede hacer Meri por el amo? –

-prepara la cena y avísanos cuando esté listo –

-como mande amo Snape –me miro un momento y hablo –si mi amo busca a la señora ella se encuentra junto con la ama Eileen en el jardín –no alcance a responder y se había ido.

Camine hacia el jardín cubierto de nieve buscándolas, una bola de nieve cayo en la parte baja de mi espalda, voltee a ver quién se había atrevido y vi a hija riendo como histérica y corriendo hacia su madre.

-¿Cómo te atreves a hacer eso pequeña insolente? –camine hacia ella.

-mami dijo –apunto.

-eres una soplona no debías decirle que yo te lo sugerí –

-tú eres la mente maestra en esto ¿Quién lo esperaría? –sin que se diera cuenta hice unas bolas de nieve pequeñas y las hechice hacia ambas.

-Severus no –las dos corrían en círculos evitando que las bolas le cayeran encima.

-¡papi ya no más! Basta, basta, basta –se acercó a mí moviendo sus bracitos.

-¿se rinden? –les pregunte.

-si ahora detenlas –moví mi varita y todo ceso.

-fue muy injusto de tu parte solo te lanzamos una y tú todo un arsenal de ellas –mi esposa se cruzó de brazos cuando llego frente a mí.

-así tal vez aprenden a no meterse conmigo –las mire.

-papi –tiro de mi túnica –mami enseño muñeco –

-¿Qué dice? –me dirigí a mi mujer.

-con mi madre solíamos hacer muñecos de nieve y hace unos momentos estaba haciendo uno pequeño junto a Eileen –

-¿quieres hacer uno hija? –

-si –

-bien –moví mi varita.

-así no Severus, perdería toda la gracia –guardo mi varita en los pliegues de mi túnica –tiene que ser a lo muggle –

-no hare tal cosa –

-bien entonces nos miras –comenzó a juntar nieve.

Hicieron una bola grande y Daniela trataba de moverla.

-por eso querías que me quedara a mirarlas –camine hacia ellas –déjame hacer eso –me agache un poco y la corrí -¿ahí está bien? – la vi hacer otra bola un poco más pequeña que esta y a Eileen una pequeña.

-sí, ahora si necesitaras de la varita pon esa –señalo la mediana –y luego esa –apunto la de Eileen.

-papi toma –Eileen me entrego su bufanda cuando termine de acomodar.

-¿para qué? –

-normalmente se decora con ojos, nariz, bufanda y botones –dijo mi esposa con obviedad.

-también es obvio que yo nose nada de eso –tome a la pequeña –ponla tu misma –

-aquí están las piedras –las dejo a un lado –ya vengo –y se fue corriendo.

-papi esas ahí – puse cuatro piedras en fila –brazo –me entrego dos ramas.

-¿segura que quieres que le ponga estas? –

-si papi –las puse a ambos lados.

-y aquí va la nariz –mi mujer puso una zanahoria como nariz en la cara del muñeco -¿ha quedado bonito verdad? –

Cargue a Eileen y lo mire desde lejos.

-si no se ve tan mal –

-lindo –hablo mi hija mientras le castañeaban los dientes.

-será mejor que vamos dentro a calentarnos –tome a Daniela por la cintura y la seguí.

-amo que bueno encontrarlo, la comida ya está servida ¿Meri puede hacer algo más por usted? –

-nada más por ahora Meri gracias –la elfina se inclinó y desapareció.

-tengo hambre –Eileen toco su estómago.

-entonces será mejor que te laves las manos luego y vengas a comer –la mando mi esposa provocando que la pequeña se fuera.

-¿Qué es lo que quería decirte Voldemort? –

-ahora soy el nuevo director de Hogwarts –

-¿es enserio? –

-¿Por qué te mentiría? Antes deseaba tener el cargo pero obtenerlo de esta manera después de que no pude salvar a Dumbledore es... –deje la frase inconclusa, me sentía indigno y para nada merecedor.

-cariño ve el lado positivo a esto, podrás vigilar que los alumnos estén bien, claro en cierta manera –se acercó a tomar mi mano.

-no estarán bien mientras Voldemort este manejando el ministerio de Magia, me pidió deshacerme de los sangre sucia ¿Cómo conseguiré eso? –

-cariño yo te ayudare y te apoyare hasta en lo más mínimo –hacia círculos con sus pulgares en mis manos –no estás solo –

-estoy lista papi –Eileen llego a sentarse.

-tendremos que apurarnos en comer, porque en un rato tendremos que estar en el castillo –hable.

-no te preocupes cariño, terminaremos de comer y nos iremos al castillo –miro los bolsos que habían en el pasillo –ya tenemos todo listo –

DANIELA

Mire el salón en que nos encontrábamos y las puertas de las habitaciones del despacho personal de Severus en el castillo.

-todo esta tal y como lo recordaba –

-solo salimos un par de días pequeña, lo haces ver como si hubiesen sido años –hablo mi marido dejando las cosas en el suelo –debo ir a conversar con los demás profesores ¿me quieres acompañar o te quedas aquí? –

-me quedare aquí si no te molesta cariño, alguien tiene que ordenar lo que viene en los bolsos y cuidar de Eileen –me acerque para besarlo –solo no demores demasiado –

-tratare de hacer lo posible pequeña nos vemos – y se fue.

Me puse a ordenar y acomodar las cosas, paso un rato y me di vuelta para guardar lo ultimo.

-¡maldita sea Draco! Eres un estúpido ¿Cómo se te ocurre aparecerte así sin avisar? Casi me matas del susto –

-quería sorprender a mi hermana y la pequeña más linda del mundo ¿Dónde está? –

-en su habitación jugando –

-qué bueno porque necesito pedirte un favor muy grande –

-¿Qué hiciste Draco? –

-nada de eso, se trata de donde vivir –

-¿a qué te refieres? –

-cuando estoy en mi casa no me siento bien ¿entiendes? Gente por todos lados, no puedo reír, todos molestando cada segundo, los prejuicios, no tengo privacidad ni tranquilidad, no siento la mansión Malfoy como mi hogar –

-ya ¿y que tiene que ver eso conmigo? –

-quería preguntar si no te molestaría que me quede en su mansión hasta que el Lord caiga –me miro con suplica.

Los profundos ojos de Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora